Crítica: Oestelandia (Westworld) (Almas de Metal) (1973)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1973: Richard Benjamin (Peter Martin), James Brolin (John Blane), Yul Brynner (pistolero), Alan Oppenheinmer (supervisor en jefe)

Director: Michael Crichton, Guión: Michael Crichton

Trama: John Blane lleva a su amigo Peter Martin al fabuloso parque de diversiones Delos, con el fin de olvidar su reciente divorcio. Lo particular de Delos es que se trata de un mundo habitado por robots, dividido en tres secciones – el mundo del oeste; la edad media; y la época romana -, en donde los clientes pueden vivir sus fantasías durante varios días. Pero súbitamente los robots se salen de control y comienzan a matar a la gente. Ahora Peter debe escapar de un implacable pistolero androide, que le ha tomado como objetivo y va tras su pista.

Oestelandia (Westworld) Westworld está basada en una historia de Michael Crichton. A esa altura Crichton había obtenido un resonante suceso con La Amenaza de Andrómeda (1971), y había presionado a los estudios para que le dejaran dirigir la siguiente adaptación de una de sus novelas. Oestelandia terminaría siendo otro éxito y dispararía tanto una secuela – Futureworld -, una breve serie de TV, así como una fiebre temporal por las novelas de Crichton, con adaptaciones como Terminal Man (1974) y El Gran Robo del Tren (1979). Ya para los ochentas Crichton había pasado de moda, y no sería hasta el megahit de Jurassic Park (1993) que el escritor conseguiría una segunda época de oro.

Oestelandia es Jurassic Park con robots en vez de dinosaurios. Hay turistas involucrados en una atracción de última tecnología, un centro de control que empieza a percibir el malfuncionamiento del sistema, y el descontrol de todo el parque, en donde las atracciones terminan por asesinar a los clientes. La idea a Crichton se le ocurrió después de una visita a Disneylandia, en donde se imaginó a los animatronics de Piratas del Caribe atacando a la gente (en Jurassic Park hay una cita de Jeff Goldblum muy cómica al respecto, donde Crichton bromea sobre el concepto). Acá concibe tres mundos históricos recreados por androides que, en un determinado momento, se salen de control y provocan la hecatombe.

En general la obra de Crichton no deja de ser un reciclado de premisas de la sci fi de los años 50, algo que hemos comentado en otras reseñas. La idea de que la ciencia postula una serie de verdades absolutas, sobre la cual construimos este mundo y que nos da una falsa sensación de seguridad … porque en algún momento todo se sale de control y nada funciona como estaba escrito. El trasfondo de las historias de Crichton no difiere demasiado de los filmes sobre monstruos atómicos de la edad de oro de la ciencia ficción. Acá todo el expertise cibernético se va al tacho desde el momento en que los androides empiezan a desobedecer su programación y las ordenes del control central. La causa es algo que no está demasiado explicado en el film – suponen una especie de contagio, ya que los sectores están separados por enormes distancias y, lo que empezó como fallas menores en la sección de la época romana, se trasladó también a la edad media y al mundo del oeste -, y muy al pasar se puede suponer que los androides tomaron vida propia en rechazo de los abusos sufridos a manos de los turistas. Pero después, la estructura de la historia es prácticamente idéntica a Jurassic Park.

Pero Westworld es una premisa interesante arruinada por la dirección chata de Crichton, amén de tener un guión muy indulgente. El personaje de Richard Benjamin es irritante, las reglas de este universo no tienen demasiada coherencia, y el film se centra la primera hora en repetir plomizos clichés del Western – la pelea en la cantina, el robo al banco, los duelos, las prostitutas – sin mucha gracia. Es completamente idiota el momento en que se explican cómo funcionan las armas – que poseen un dispositivo que impide disparar balas reales a los seres humanos, ya que detecta su temperatura -, ya que una bala perdida puede matar a alguien. También es falaz la explicación de que este mundo de robots está diseñado de manera que resulta imposible herir a nadie – las peleas en el bar o los combates con espadas son imposibles de controlar -. Hay algunas escenas interesantes en el medio – la recolección de los cuerpos de los androides, el taller de reparación, las primeras señales de que las cosas no están funcionando bien – pero en general es una primera hora muy chata.

El tema es que el filme desperdicia completamente la oportunidad de analizar por qué se ha construído un parque de entretenimientos de semejante naturaleza. Es un mundo diseñado exclusivamente para el abuso – las prostitutas electrónicas, el asesinato – que, aún siendo poblado por máquinas, no deja de ser real. Las muertes del pistolero que reta a Richard Benjamin son extremadamente gráficas, y cualquier ser humano resultaría impresionado por ello. Falta un discurso reflexivo acerca de la naturaleza oscura del hombre, que precisa un sitio semejante para dar rienda suelta a sus perversiones reprimidas. Por qué la gente toma como un entretenimiento matar y fornicar sin cargo de culpa.

La chatura de la dirección de Crichton y la falta de atmósfera terminan por compensarse en la última media hora, que es cuando el caos invade al parque de atracciones. Y es una película salvada completamente por Yul Brynner, cuya presencia ensombrece a todo el resto del cast. Brynner recrea al mismo personaje que hiciera en Los Siete Magníficos y, al momento del descontrol, es una amenaza implacable fascinante – ¿quizás el abuelo de Terminator? -. La presencia del actor le da un gran sabor a la historia, y le provee de los mejores momentos de la película. En especial las escenas del clímax en las instalaciones subterráneas, con el pistolero deslumbrado con las luces, son impactantes.

Oestelandia es una película ok. La historia es interesante pero no está muy bien contada, la mayoría de las actuaciones son molestas, y la premisa tiene unos cuantos agujeros de lógica. Pero al momento en que Yul Brynner aparece en pantalla, las cosas cambian y en gran forma. Y por lejos es lo mejor del filme.

WESTWORLD

La saga de Westworld se compone de: Oestelandia (1973) y El Mundo del Futuro (1977). Westworld (2016) es una serie inspirada en el primer filme de la saga.