Crítica: Virus (1980)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorJapón, 1980: Masao Kusakari (doctor Shûzô Yoshizumi) , George Kennedy (almirante Conway), Bo Svenson (mayor Carter), Olivia Hussey (Marit), Cec Linder (doctor Latour), Chuck Connors (capitán McCloud)

Director: Kinji Fukasaku, Guión: Kôji Takada, Kinji Fukasaku & Gregory Knapp, basados en la novela homónima de Sakyo Komatsu

Trama: El mundo, década del ochenta. Un agente secreto consigue que un prestigioso científico de Alemania Oriental robe una muestra de lo que parece ser la última y mas letal arma biológica soviética: el virus MM 88 – el cual se anexa a cualquier virus existente y potencia sus resultados hasta convertirlos en incurables y letales -. Pero los espías perecen en un accidente aéreo y el envase hermético que contenía la muestra se rompe, liberando el virus. En cuestión de unos pocos meses una letal pandemia de gripe comienza a afectar Europa – en primer lugar -, y el resto del mundo despues, dejando millones de muertos y sumiendo al mundo en un auténtico caos. Sin posibilidad alguna de detener la epidemia, la humanidad es devastada en cuestión de meses y los únicos supervivientes residen en las colonias científicas estacionadas en la Antártida, en donde las bajas temperaturas impiden la llegada del virus. Ahora las doce bases internacionales han formado un gobierno conjunto y se preparan a sobrevivir como pueden, mientras intentan encontrar algún tipo de cura para el MM 88; pero el pasado los persigue y los amenaza con la extinción total, ya que accidentalmente se ha activado el sistema de defensa misilística intercontinental de los Estados Unidos y la Unión Soviética, cuyos misiles apuntan – entre tantos otros blancos – a las bases establecidas en la Antartida. Y a menos que un puñado de valientes llegue a tiempo y desactive las computadoras, los misiles saldrán disparados y arrasarán con los últimos rezagos de la humanidad, convirtiendo a la Tierra en un gigantesco planeta muerto errante en el espacio.

Virus (1980) En la historia del cine existen fracasos tan monumentales como gloriosos y Virus / Day of Resurrection es uno de ellos. Fué la superproducción más cara de la historia del cine japonés y, aunque recaudó bien en el archipiélago nipón, no logró obtener la indispensable distribución internacional que precisaba para recuperar sus costos. Bah, en realidad los norteamericanos le cerraron la puerta a la llegada a los cines – considerándola demasiado seria y amarga -, y los productores nipones debieron negociar de urgencia su salida directa en cable y video, lo cual apenas les dejó algunas monedas. Como si el escarnio fuera poco, los japoneses debieron resignarse a ver como su gigantesca épica de 236 minutos era salvajemente podada por las emisoras yanquis, quitándole una hora de proyección y alterando el orden de las escenas hasta convertirla en una bazofia casi inentendible. Ofendidos y entristecidos, los productores decidieron dejar el filme a su suerte – negándose a renovar la potestad de los derechos de autor -, con lo cual el filme pasó al estado de dominio público en cuestión de un par de décadas. Una brutal injusticia, considerando la magnitud y la calidad de semejante película.

A decir verdad, hay que admitir que los japoneses pecaron de ingenuos si pensaron que Virus se transformaría en un blockbuster. Es un filme apocalíptico dramático y amargo cuya estructura me resulta muy similar a la de Threadsa lo largo de la película el mundo sufre transformaciones radicales y terminamos con un escenario ocupado por un pequeño grupo de supervivientes habitando un planeta devastado -, y cuyo desarrollo sin dudas ha resultado influencial en títulos como Epidemia o Contagio; a final de cuentas hablamos de una pandemia imparable y gigantesca que, en cuestión de meses, termina por engullirse al 99% de la humanidad.

Al mando está Kinji Fukasaku, el mismo de Tora, Tora, Tora! y Battle Royale. Fukasaku es un hombre que sabe manejar la narrativa cinematográfica en términos mas occidentales que el resto de sus colegas de género – propensos al melodrama y los comics reliefs absurdos, un vicio habitual de la cinemaografía japonesa -, con lo cual Virus tiene una dirección medida y aplomada aunque ello no quita que haya algún que otro momento bobo, como Bo Svenson haciendo un par de carotas, o tipos gritando como locos y lanzándose al mortal frío antártico al darse cuenta que no pueden soportar la soledad que implica ser los únicos tipos vivos sobre la Tierra. Aún con todo esto, Fukasaku se da maña para crear algunos momentos shockeantes y/o definitivamente incómodos, sea la masiva quema de cadáveres en las calles de las principales ciudades del mundo, una enfermera despertándose en una sala atiborrada de médicos y compañeras de trabajo (y dándose cuenta que todos ellos murieron durante su siesta), o el shockeante contacto por radio con un niño que ha descubierto a toda su familia muerta y que – sin saber a ciencia cierta cómo funciona – ha encontrado el revólver de su padre y atina a quitarse la vida frente al micrófono abierto. Oh, si, Virus está plena de momentos amargos – algunos muy exagerados – pero casi todos efectivos y la progresión dramática bordea lo impecable. Aquí todo comienza con un defector soviético, el cual lleva una muestra de un virus – el mas letal jamás concebido en laboratorio, el cual es capaz de potenciar los efectos de la enfermedad mas insípida y convertirla en una amenaza mortal e imparable – a un grupo de espías extranjeros. Allí nos enteramos que la cepa de origen no era soviética sino norteamericana, y que el virus es un monstruo imparable que debe ser destruido o escondido fuera del alcance de los militares. Las cosas salen mal, los espias perecen en un accidente aéreo, el frasco donde va el virus se rompe y, al cabo de unos meses, vemos el estallido de una epidema letal de gripe en Italia. La influenza italiana se transforma – tal como ocurrió en la vida real con la gripe aviar – en una pandemia que inunda de pánico al mundo entero. Las vacunas fracasan, nadie entiende el fenómeno y, cuando las autoridades norteamericanas se dan cuenta que el virus es de su propia manufactura – creado por un departamento científico secreto a las órdenes de los altos mandos militares – ya es demasiado tarde. Si bien esta secuencia tiene sus desprolijidades – el núcleo del cast norteamericano se encuentra en esta subtrama ambientada en la Casa Blanca, con Glenn Ford como el presidente, Robert Vaughn como un incisivo senador que descubre la verdad, y Henry Silva como el fanatizado general capaz de todo para tener algún tipo de supremacía sobre su enemigo soviético -, las actuaciones son sorprendentemente buenas. Digo: el cast de Virus está compuesto mayoritariamente por mediocres, habitués de serie B y antiguas glorias en decadencia, los cuales dan una clase magistral de dignidad actoral. En especial Glenn Ford tiene algunos parlamentos excelentes, y toda la secuencia está rodada con gran impacto y una impecable economía de medios.

Las cosas se vuelven algo mas dispares cuando el relato se centra en la Antártida. Hay momentos en que el filme se mete en temas risqué y no sabe como resolverlos – entre todas las bases antárticas hay 855 hombres y apenas 8 mujeres, lo cual da lugar a una discusión bizarra sobre la necesidad que las chicas hagan un “aporte patriótico” a la supervivencia de la humanidad (algo así como que cada una se acueste por turnos con 85 tipos), lo que no impide que hayan violaciones y violencia de género -; como el guión se da cuenta que se está metiendo en un berejenal del cual no sabe salir, decide inventar una nueva amenaza; la proximidad de un terremoto gigantesco en Norteamerica, el cual activaría el sistema automático de represalia misilistica – el cual asumiría que el sismo es en realidad un bombardeo masivo soviético – y dispararía todos sus cohetes cargados de ojivas atómicas hacia la URSS, generando un fuego cruzado que barrería medio planeta. Como esta gente dispone de un submarino nuclear – al comando de Chuck Connors, haciéndose pasar infructuosamente por capitán de la armada inglesa -, debe salir zumbando a Washington para apretar el botón de desarme antes de que estalle el armagedón. Para allí sale Bo Svenson y Masao Kusakari, los cuales forman una pareja despareja propensa a las situaciones cómicas.

(alerta spoilers) Sin dudas lo peor de Virus es el final, el cual es tan ilógico que bordea lo absurdo. No sólo los héroes no logran detener el lanzamiento de los misiles sino que la catarata de explosiones atómicas a lo largo del globo no logra sumir a la Tierra en un invierno atómico que duraría décadas y que dejaría inhabitable al planeta. Por el contrario, la radiación es una especie de bendición que limpia la atmósfera de la existencia del letal virus. Y la idea de que Masao Kusakari – enterrado en un bunker en Washington, en donde habría caido cientos de ojivas soviéticas y lo cual convertiría al lugar en un infierno radiactivo intransitable durante años – haya logrado salir a los pocos días y se vaya caminando hasta la Antartida (o su periferia) es descomunalmente absurda. Oh, si, es una tarea que demandaría tiempo pero ¿en 4 años se pueden recorrer a pie los 10.450 kilómetros que hay entre Washington y Ushuaia?. Si hay lugares en donde no cayeron las bombas, ¿por qué Kusakari no se trepa a un auto o un barco?. Además de la monumental bobada de que él es capaz de llegar a la punta del continente y justo al mismo lugar en donde su amor Olivia Hussey (y el resto de los supervivientes) ha montado una colonia y se encuentran aguardándolo. (fin spoilers).

Yo creo que Virus es un filme épico que podría haberse convertido en un descomunal clásico si al libreto le hubieran hecho un ajuste fino. Aún con todo, es una película notable y recomendable, la cual aconsejo buscar en Internet en su versión original de 236 minutos (hay una disponible – y traducida al español – en YouTube) y disfrutar en toda su gloria, ya que es ciencia ficción seria y sólida.