Crítica: Videodrome, Cuerpos Invadidos (1983)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Canada, 1983: James Woods (Max Renn), Deborah Harry (Nicki Brand), Peter Dvorsky (Harlan), Sonja Smits (Bianca O’Blivion), Les Carlson (Barry Convex), Jack Creley (Profesor Brian O’Blivion), Lynne Gorman (Marsha)

Director: David Cronenberg, Guión: David Cronenberg

Trama: Max Renn dirige un pequeño canal de cable, el cual subsiste proyectando pornografía y películas violentas. Decidido a aumentar los ratings, Renn ha comenzado a buscar videos más fuertes para ofrecerle a su audiencia. Rastreando el éter con la enorme antena parabólica de su estación, Renn se ha topado con una emisión ilegal llamada Videodrome, la cual transmite todo el día interminables sesiones de tortura. Convencido de que es lo que busca, Renn empieza a rastrear a los responsables de Videodrome para ofrecerles un contrato… pero, al mismo tiempo, comienza a tener alucinaciones cada vez más potentes, las cuales lo ponen al borde de la locura. Decidido a buscar ayuda, Renn recurre al profesor Brian O´Blivion, un especialista en los medios y el único que puede socorrerlo. Pero O´Blivion le confiesa que él es uno de los responsables de Videodrome, la cual se trata de una señal experimental pensada para lavarle el cerebro a toda la audiencia de televidentes que la contemple. Ahora Renn vaga enloquecido por las calles, decidido a asesinar al responsable de Videodrome y pugnando para que su muerte pueda acallar las alucinaciones que lo torturan durante todo el día.

Videodrome, Cuerpos Invadidos Si hay un ejemplo cabal de cineasta de culto, ése es – sin lugar a dudas – David Cronenberg. El canadiense se especializa en cosas raras (cuando no, bastante enfermitas), lo cual deriva en cintas muy originales que alaba la crítica pero que la ven unos pocos. Gracias a la edición en video de sus filmes, la obra de Cronenberg no se ha perdido e incluso ha logrado reclutar adeptos de nuevas generaciones, los cuales discuten acaloradamente sus filmes en foros intelectuales y sitios de internet. Esto demuestra que lo de Cronenberg no es imaginería bizarra disparada al azar (como podrían ser, por ejemplo, los filmes experimentales de Andy Warhol) sino densas obras provistas de numerosos subtextos, muchos de los cuales cobran sentido al ser analizados desde un punto de vista moderno.

En tal sentido, Videodrome, Cuerpos Invadidos es una obra adelantada a su época. Me acuerdo haberla visto hace unos 20 años, y la impresión en aquel momento fue de haber presenciado un filme bizarro, desagradable y plagado de cosas ridículas. Pero al verla hoy en día – con la madurez que dan los años, y con un mundo que ha cambiado enormemente gracias a la masividad de los medios y de internet – la perspectiva cambia muchísimo. Sigue siendo una película bizarra, desagradable y plagada de ridiculeces, pero tiene un subtexto riquísimo. Ciertamente como thriller no es un ejemplo de coherencia; si bien uno entiende que hay secuencias enteras en las que James Woods está alucinando, por otra parte no siempre se entienden sus acciones, cómo aparece determinado personajes en ciertos momentos, o – el peor de los casos – cómo rayos hace para cargar un arma en su estómago durante media película. Mientras que la historia principal es confusa, lo que resulta fascinante es el contexto y los discursos con los cuales se despachan los personajes cuando intentan analizar lo que está pasando. Videodrome, Cuerpos Invadidos es una reflexión sobre los medios cuyas conclusiones son válidas 30 años después de su estreno. Cronenberg filosofa sobre el poder de la televisión y su capacidad para crear realidades. Aquí el medio es más importante que lo que transmite y – como dice un personaje – si no está en la televisión, directamente no existe.

Ciertamente uno podría decir que Videodrome, Cuerpos Invadidos vendría a ser la versión alucinógena de The Manchurian Candidate, rodada en la época de auge de la televisión por cable. Hablamos de lavado de cerebro a distancia, y del poder de los medios en crear contenidos más importantes que la misma realidad – por eso Videodrome se emparenta con Agency, Looker y otras películas de género que tratan sobre el uso de la televisión como un arma -. La necesidad de sobresalir en una programación saturada de canales lleva a James Woods a buscar material extremo para su emisora underground (¿Woods manejaba I-Sat?). Al descubrir una señal que transmite torturas en vivo durante las 24 horas, el protagonista se siente fascinado. En uno de los aspectos más perversos de la historia, Woods decide hacerle el amor a Deborah Harry frente a la TV durante la emisión de una sangrienta sesión de tormento. La muerte, la violencia y el dolor tienen su componente sexual y así lo subraya Cronenberg; existe un aspecto oscuro en cada uno de nosotros por el cual nos excitamos con la crueldad; por ello no podemos quitar los ojos de la pantalla y ése es el momento en el cual Videodrome nos manda la señal que atrapa nuestro cerebro, haciendo con él lo que se le da la gana.

Mientras que las reflexiones sobre la TV y la fascinación morbosa por la violencia son excelentes – piensen sino en los realitys basados en accidentes, o el éxito de cosas mas oscuritas como los documentales mondo Rostros de la Muerte -, hay otras cosas que son más discutibles. Uno de los personajes lidera “la Iglesia de los Rayos Catódicos”, la cual ofrece sesiones gratis de televisión (en lugar de comida) a los indigentes. Uno podría inferir que se trata de una versión extrema e idealizada de los pastores televisivos – mientras que éstos utilizan la TV las 24 horas del día para pregonar su mensaje, el profesor O´Blivion hace que la TV misma sea el mensaje -, pero la imagen a veces bordea lo absurdo. Por otra parte también se podría deducir que la disputa entre la gente de Videodrome y el profesor O´Blivion no es más que una versión idealizada de la pugna entre la iglesia y el estado por el control de la mente de las personas. Mientras que las alegorías están, por otra parte la imaginería utilizada para ilustrarlas no siempre logra su cometido con éxito.

Y, por supuesto, está la imaginería sexual. Cronenberg se hace un festín con televisores cachondos, gente con ranuras en sus abdomenes que se ven – oh, casualidad – iguales a una vagina, videocassettes con senos (por favor, dame 4 de esos), y pistolas fálicas que chorrean mucosidades de todo tipo y color. No sé si todo tiene sentido, pero al menos es intrigante. En todo caso, lo único que falla en todo este circo desbordante de sensualidad es Debbie Harry – la cantante del grupo pop Blondie -, que parece pasada de drogas y es tan sexy como una barra de Mantecol dejada al lado de una estufa. Incluso hay momentos en que la performance de la Harry se ve tan volada que suena christopher walkeniana.

Videodrome, Cuerpos Invadidos es un delirio interesante. No siempre es coherente, pero desborda de ideas y lecturas. Es un filme que merecería una remake, no para repetir lo mismo con más presupuesto, sino para actualizar y expandir sus ideas en una época en donde Internet nos bombardea por los cuatro costados y resulta común tener cientos de canales en un televisor. Pero, para esa relectura moderna, se precisa alguien con una estatura intelectual similar a la de Cronenberg… un raro espécimen cuya existencia pongo seriamente en duda.

DAVID CRONENBERG

En este portal hemos comentado algunos filmes de la obra de Cronenberg: Rabia (1976), The Brood (1979), Scanners, Amos de la Muerte (1981), La Zona Muerta (1983), Videodrome, Cuerpos Invadidos (1983), La Mosca (1986), Almuerzo Desnudo (1991), eXistenZ (1999)