Crítica: Vanishing Point (Carrera contra el Destino / Punto Limite: Cero) (1971)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1971: Barry Newman (Kowalski), Cleavon Little (Super Soul), Dean Jagger (cazador de serpientes), Victoria Medlin (Vera Thornton), Paul Koslo (policía Charlie) Timothy Scott (Angel), Gilda Texter (motociclista desnuda), Anthony James (autoestopista gay 1), Arthur Malet (autoestopista gay 2), Severn Darden ( J. (Jessie) Hovah)

Director: Richard C. Sarafian, Guión: Guillermo Cain

Recomendación del Editor

Trama: Kowalski trabaja como chofer para una agencia de traslado de autos. Su próximo trabajo es llevar un Dodge Challenger preparado desde Denver a San Francisco en tres días. Pero imprevistamente Kowalski comienza a esquivar a la policía, y pronto las autoridades se encuentran dándole caza en la carretera. A esto se suma la figura de Super Soul, un DJ negro de un pequeño pueblo de Nevada, que comienza a ayudarlo dándole reportes oficiales en su radio acerca de los cercos policiales. Acorralado por la policía, Kowalski debe desviarse al desierto donde se encuentra con varios personajes extraños que lo ayudan. Su figura idealizada de rebelde contra el sistema le ha ganado muchos aliados. Pero ahora Kowalski debe enfrentarse a la salida del desierto, donde el cerco policial puesto en las carreteras de California parece infranqueable.

Arlequin: Critica: Vanishing Point (Carrera contra el Destino / Punto Limite: Cero) (1971)

 Hace poco comentábamos del homenaje que Quentin Tarantino le rendía a esta película en el segundo episodio de Grindhouse. Pues bien, merecía revisitarlo y analizar las causas de su status de film de culto.

Los Road Movies son un género por naturaleza norteamericano. La vida de los yanquis siempre estuvo ligada a los autos, y son un símbolo de su poder industrial. Especialmente desde los 50, con la aparición de los autocines y su incorporación al público adolescente, el auto terminó pasó a ser una metáfora de independencia y libertad. Uno es dueño no sólo de hacer lo que quiera dentro de su auto, sino de ir a donde se le plazca.

Precisamente en esos viajes se traduce una jornada de descubrimiento. En los Road Movies, no es sólo llegar del punto A al punto B, sino que el sujeto ya no es el mismo al final del trayecto. Encuentros fortuitos, experiencias vividas, descubrimientos realizados. Esto pasa tanto en una comedia idiota del estilo Cannonball Run como en Thelma & Louise. El tema es que los Road Movies terminaron por desnaturalizarse hasta convertirse en simples muestras de acrobacias y gags cómicos sin gracia. Pero es indudable la fascinación de los norteamericanos por los automóviles.

Vanishing Point es un producto ejemplar de los 70, y de los intentos de Hollywood de explotar la contracultura surgida en los años 60. Hippies, drogas, la protesta anti bélica sobre Vietnam, el sexo libre. Y si se le puede reprochar algo a Vanishing Point, es que termina por ser un producto. Es la respuesta de la Fox a Easy Rider, sólo que sobre cuatro ruedas. Pero las comparaciones terminan allí y pronto el film adquiere estatura propia.

Vanishing Point es indudablemente un film de culto. Hay dos lecturas que abarcan a públicos distintos y que resultan muy disfrutables cada una. La primera es el carácter de película de acción. Es un gigantesco catálogo de venta de la Chrysler, mostrando las correrías de sus mejores modelos. Imagino la masiva respuesta de la gente para adquirir un Dodge Challenger como el de Kowalski. El film tiene muy pocos diálogos, y la gran parte del tiempo se ve a Kowalski en su muscle car correteando por las carreteras y haciendo acrobacias creíbles (ninguna cosa demasiado ilógica, aunque siempre intensa). El rugido del motor del auto es de lo mejor de la banda sonora, plena de canciones pop de la época. Y si bien las persecuciones no son tan intensas como Bullittel paradigma del género -, siguen siendo excelentes. No hay momento en que uno se aburra.

Pero aparte de ser un film para fans de los autos, es también una alegoría. No hay demasiada construcción de personajes, simplemente arquetipos. No sabemos mucho de Kowalski, y lo poco que obtenemos lo hacemos de flashbacks donde se muestra que era un policía incorruptible, dado de baja por proteger a una menor de un compañero abusivo, y que luego se volvió un piloto de carreras. Que su esposa murió en un accidente de surf. Que es un ex-combatiente de Vietnam. Y paren de contar.

Lo que uno empieza a notar de a poco es que Kowalski tiene un propósito diferente a simplemente llevar un auto super arreglado de una punta a la otra del mapa. La compra de drogas para permanecer despierto, las altas velocidades que no son necesarias – uno de los policías comenta que cuenta con tiempo de sobra para llegar a la entrega del auto en San Francisco -. Y las provocaciones con la policía. Uno comienza a percibir que Kowalski está corriendo una última carrera, pero desconoce el propósito. Es posible que por haber perdido a su esposa y por desilusionarse con la fuerza policíal, descrea de los valores. Y cuando la policía comienza a darle caza, es obvio que es un hombre contra todo el sistemafrase hecha que le gusta a los americanos, la del rebelde que combate las reglas -. Aquí como Kowalski es pacifista, se droga y enfrenta a la policía, es un héroe. Y toda la cacería es simplemente la sociedad intentando obligar a los inadaptados a integrarse o caer en el intento de huida.

Sin duda es una crítica a la cultura americana de la época. Los valores ultra conservadores, que son retratados en la “fauna” autóctona del medio oeste americano – hombre curtidos, ignorantes, ultra religiosos y ultra conservadores – que no pueden resistir que Kowalski sea libre y haga lo que quiere. En ese sentido de alegoría está el DJ Super Soul, que es la conciencia de Kowalski. No sólo lo ayuda, sino que en un momento le pide detenerse. Es también una metáfora sobre la América segregacionista de los sesenta, con los policías aporreando a los morenos de la radio, castigando su libertad de expresión.

Pero Kowalski no es un rebelde sin causa. Es un hombre de valores (o representa los tradicionales valores americanos). Es interesante observar que los encuentros en la carretera corresponden a inadaptados a los que Kowalski rechaza. El loco que hace carreras con él, o los dos gays que intentan asaltarlo. Es curioso precisamente este último punto, donde el film intenta ejemplificar la violación de la tolerancia en los actos de violencia. Es deleznable el ataque a la radio y la golpiza al DJ negro, pero es justificado castigar a los gays. A pesar de sus intenciones ejemplificadoras, el guión termina siendo homofóbico. Bien podrían haber sido los asaltantes meros heterosexuales.

Más allá de los encuentros en la carretera, donde el guión expande sus fronteras es en el desvío forzado de Kowalski hacia el desierto. Toda esa secuencia es pura alegoría religiosa. El conductor ahora parece emprender un viaje de descubrimiento similar al de Jesús. Los personajes no son realistas. La serpiente que lo amenaza simboliza el mal, el cazador un ángel, y el reverendo – de obvio nombre J. Hovah – es Dios. Lo que no es muy claro es la escena en donde el reverendo libera a las serpientes – libera el mal -, como si fuera un Dios ausente involucrado en sus propios asuntos. La alegoría no termina allí; el encuentro con el motociclista parece similar a la advertencia de los apóstoles a Jesús sobre su destino – del cual Jesús reniega y se muestra decidido a cumplirlo -. Kowalski no escucha la advertencia del cerco policial (o precisamente lo contrario, sabe que ha llegado el momento). La Lady Godiva en moto podría resultar otro ángel – ella tiene fotos y artículos de cuando lo echaron de la fuerza, una noticia que podría ser poco difundida pero que ella conoce, a pesar de vivir en un lugar tan aislado como el desierto -. Es como un ángel que le muestra los sucesos de su vida a alguien que está por morir.

Lamentablemente en la versión vista – que circula en todos lados – no figura la escena cortada donde Charlotte Rampling es una autoestopista que levanta Kowalski y con la cual hace el amor. Rampling simboliza la muerte, y Kowalski la abraza. Entonces toda la secuencia queda así: un ángel intenta abogar por el alma de Kowalski pero Dios no acepta – J. Hovah dice ¿Por qué lo trajiste aquí?; El me trajo; Nunca debes traer a nadie aquí, que tome su gasolina y siga (que cumpla su destino, no intentes salvarlo) -; Kowalski es seducido por la muerte y aún con la advertencia de otro ángel sobre su final, decide cumplirlo. El clímax – el punto de desvanecimiento, como significa el título – es la ascensión del conductor y el cumplimiento de su deseo de muerte (lo que explicaría su sonrisa)..

¿Es muy disparatada mi interpretación?. Es posible que la alegoría religiosa sea algo rebuscada y no muy pulida, pero es válida. Es un Road Movie existencialista, al estilo de Easy Rider o de Runaway Train. En toda la acción se las arregla para dar una mirada sobre le América intolerante de los 60 y 70, criticarla y dar un plus de ideas imaginativas. Es un brillante ejemplo de cine de acción + cine arte. Y ya que el arte no es un estúpido que hace de artista y crea cualquier monigotada (y la llama arte) sino un espejo donde todos notan algo diferente y hace pensar, Vanishing Point es un ejemplo más que destacado. Aunque la mayoría sólo disfruten las piruetas del mítico Dodge Challenger en el impresionante paraje del desierto americano.