Crítica: Desaparición en la Calle 7 (Vanishing on 7th Street) (2010)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2010: Hayden Christensen (Luke), Thandie Newton (Rosemary), John Leguizamo (Paul), Jacob Latimore (James)

Director: Brad Anderson, Guión: Anthony Jaswinski

Trama: Luke se despierta en su departamento de Detroit, luego de pasar una noche romántica a la luz de las velas. Pero descubre que la energía y las comunicaciones se han cortado en toda la ciudad y, lo que es peor, toda la gente parece haberse desvanecido en el aire de un segundo a otro – hay autos y ropas abandonadas, numerosos incendios, y ni rastros de algún ser humano -. Ya que trabaja en una emisora de TV decide regresar a su trabajo, en donde encuentra un videotape que alerta a la gente sobre la aparición de una fuerza sobrenatural que rapta a las personas cuando no hay luz. Ahora, luego de tres días de infructuoso peregrinaje, Luke ha dado con un bar abandonado en donde hay otros tres supervivientes. Y la idea de Luke es escapar como pueda de la ciudad, ya que las sombras han devorado casi todas las fuentes de energía y han acortado sensiblemente la duración de la luz del día. Pero las baterías y las bengalas se agotan, y todo intento de fuga parece imposible.

Vanishing on 7th Street (2010) Desaparición en la Calle 7 viene de la mano de Brad Anderson, el mismo de El Maquinista. En aquel film Anderson estaba inspirado y usaba trucos narrativos de alto vuelo para trazar una línea de duda sobre la estabilidad mental del protagonista – lo que ve, ¿es real o imaginario? -. Pero acá la magia de Anderson parece haberse desvanecido y el filme, que arranca con una idea prometedora, termina sepultado bajo el peso de un guión incompetente.

Les soy sincero: la primera impresión que me dió Vanishing on 7th Street es que se trataba de una remake del telefilme de 1974 A Dónde se Fue Toda la Gente? (Where Have All the People Gone?). En aquella oportunidad Peter Graves conducía un grupo de gente que había sobrevivido a un extraño fenómeno solar que hacía desaparecer a las personas … y sólo quedaba la ropa. Era un filme extremadamente estúpido, en donde una escena típica consistía en que uno de los personajes se topaba con un vestido vacío, exclamaba “mi hermana!!” y se ponía a llorar mientras abrazaba la ropa. Acá el maderoso Hayden Christensen (¿cómo puede seguir consiguiendo protagónicos este tipo?) encuentra trajes y vestidos prolijamente apostados sobre mesas y sillas por doquier, lo cual resulta ridículo. Al menos el director Anderson tiende a compensar ese primer pensamiento (natural y compartido entre todos los espectadores del filme) con algunos efectos especiales bastante prolijos, como para darle un aire apocalíptico un poco más denso.

Y sí, hay una especie de plaga sobrenatural (que parecen las entidades infernales de Ghost, la Sombra del Amor) que acosa desde las penumbras; y sí, cada vez hay menos gente, hay menos energía y la luz del día dura menos. Y ahora, ¿qué hacemos?

Y eso mismo es lo que debería haberse preguntado el libretista Anthony Jaswinski, quien parece haber arrojado la piedra para luego esconder la mano. Muy linda la premisa; lástima que no va para ningún lado. Jaswinski empieza a meter molestos personajes de stock, los que parecen salidos de mediocres películas de cine catástrofe al estilo de la saga Aeropuerto. Esto es: la fanática religiosa que extravió a su bebé en el caos que produjo el fenómeno; el molesto nene que está convencido que su madre va a volver (aunque ya se murió el 95% de la población del planeta); el mexicano herido que alucina y es una carga para el grupo; y Hayden Christensen, que es el ateo líder del grupo. No pasa mucho tiempo hasta que uno empieza a desear ver muertos a todos estos personajes, ya que hablan, hablan y hablan … y no dicen nada.

El filme podía haber tomado un montón de rumbos distintos; por la existencia de la fanática que compone Thandie Newton (ésta era una buena actriz!; cómo terminó en este bodrio?), bien podríamos pensar que están en una especie de purgatorio o que el resto del mundo está ok y ellos están muertos o en una dimensión paralela; o bien se podría haber hecho algún tipo de investigación para llegar a alguna teoría sobre el fenómeno (oh si, hay una explicación que es sideralmente vaga y no aporta nada). O si esto era una experiencia alegórica, los personajes deberían haber aprendido algo al final del filme. Pero el incompetente libreto toma un camino intermedio, sin resolver ni explicar nada, y dejando un final abierto que resulta indignante. ¿Uno se ha comido 90 minutos de filme para llegar … a ningún lado?.

Salvo por el inicio y alguna escena aislada en donde Brad Anderson construye un poco de suspenso, no hay nada potable en Vanishing on 7th Street. Es algo a medio cocinar, fruto de un libretista perezoso. Déjela pasar, ya que no se va a perder de nada que valga la pena.