Crítica: Inframundo (Underworld) (2003)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

GB / USA / Hungría / Alemania, 2003: Kate Beckinsale (Selene), Scott Speedman (Michael Corvin), Shane Brolly (Kraven), Michael Sheen (Lucian), Bill Nighy (Viktor), Erwin Leder (Dr Singe), Sophia Myles (Erika), Robbie Gee (Kahn), Kevin Grevioux (Raze)

Director: Len Wiseman, Guión: Danny McBride, sobre una historia de Danny McBride, Len Wiseman & Kevin Grevioux, Musica – Paul Haslinger

Trama: Loa vampiros y los licantropos (hombres lobo) han estado en guerra por cientos de años. Selene es una vampira que pertenece al ejército de guerreros formado para mantener la supervivencia de la especie, realizando ataques sorpresa a los cuarteles de los hombres lobo. Cuando parece que la raza de los licantropos se encuentra a punto de extinguirse, Selene descubre que se encuentran tras la pista de Michael Corvin, un humano que resulta ser descendiente de Alexander Corvinus, el ser original que dió origen a ambas especies. En el siglo V, Corvinus sobrevive a una plaga y su cuerpo desarrolla anticuerpos que le producen la inmortalidad. Tiene tres hijos, uno de los cuales fue mordido por un murciélago y otro por un lobo, lo que originó las razas. Pero Michael Corvin es descendiente del tercer hijo que mantuvo su naturaleza humana, y su sangre es necesaria para desarrollar experimentos que generen un super ser, combinando las cualidades de ambas razas. Selene investiga y explica sus razones a Kraven, el actual líder viviente de los vampiros. Pero ante sus oídos sordos, procede a despertar a su mentor el conde Viktor, suponiendo que las acciones de Kraven puedan resultar en una conspiración que atente contra la supervivencia de su raza.

Underworld (Inframundo) Underworld es el último film que se sube al carro de las trilogías por el simple éxito de taquilla. Los bolsillos de Hollywood se secan cuando las ideas (y películas) se saturan de copiarse a sí mismas y cuando el público se vuelve apático de ver siempre lo mismo. Por eso, cuando encuentra un filón decide ordeñarlo en forma de trilogías. Sin duda el patrón del género es La Guerra de las Galaxias, pero al menos – si bien el éxito tomó desprevenido a la Fox y a George Lucas -, Lucas por lo menos tenía algún borrador siquiera de dos páginas para saber a dónde debería apuntar la historia. No todas las trilogías post Star Wars son falaces respecto a su origen – Matrix, al menos, hace suficiente mérito para estar de pié dignamente -, pero otras son abruptas (X Men), o comienzan a sacar conejos de la galera al ver la apabulladora respuesta del público (Piratas del Caribe, Austin Powers). Excepción claro está, de El Señor de los Anillos, cuyo libro original era directamente una trilogía. Inframundo explota un nuevo costado del género: la producción fue tan económica y su recaudación tan apetecible que se dedicaron a inventar la saga basándose simplemente en sus bajos costos.

Esto no significa que Underworld sea una aberración; de hecho, es un film bastante digno, donde la escasez de los 20 millones de dólares de presupuesto – para una producción de este tipo – no se notan, sino que por el contrario, parece un film más caro. Tal como Roger Corman o, más recientemente, Roland Emmerich, Hollywood privilegia a los brillantes administradores de presupuesto. Y con el plus de que Len Wiseman supera la media en cuanto al mediocre talento que pulula en los estudios de hoy en día (sin ir más lejos, vean el desastre que es Planeta Rojo de Anthony Hoffman), que gasta más y ni siquiera recupera costos.

En esos términos relativos, el film de Wiseman supera cualquier obra standard de Emmerich – en especial, los terribles diálogos -, lo cual es muy bueno. Como ya dijimos en otras ocasiones, a veces se sacan algunas buenas historias haciendo un pastiche de historias anteriores. Y en este caso, hay todo un rejunte que podría definirse como Blade viaja al mundo de Matrix, salpicado de persecuciones de elegidos al estilo Terminator. Incluso los monólogos de Selene hacen recordar a los de Sarah Connor en la saga del robot exterminador.

El mundo de Underworld es decididamente fashion, con largas gabardinas y saltos acrobáticos al estilo Matrix. Las secuencias de acción se encuentran bastante inspiradas, y las actuaciones no van más allá del rango mostrado por Reeves, Moss y Fishburne. Pero ya que mezclamos a Blade (con sus heroes de cuero negro combatiendo a vampiros aristocráticos que viven de las acciones de las corporaciones), lo que hace falta es un Wesley Snipes. Beckinsale luce como Selene – siguiendo la moda actual de crear heroínas de acción, tipo Los Angeles de Charlie -, pero le falta una pizca de carisma que haga llevadero al relato por encima de los huecos argumentales y errores de narración. Los que abundan y lastran al film.

El problema de la película no es la historia en sí, la estética copiada, las balaceras y las poses fashion. Es un problema de personajes. La historia se centra en Selene, descubriendo el complot que se cuece dentro de los vampiros, y ayudando a Corvin a salir del brete. No sólo el rápido e intenso enamoramiento de Selene – Corvin es artificial, sino que los personajes cambian de bando a una velocidad asombrosa, amén de padecer de los mismos problemas de Matrix – demasiada exposición en tiempos breves -, sin contar que la historia de fondo termina siendo un culebrón. Yo no tengo problemas con los culebrones si están bien narrados, pero acá hay un error de perspectiva sobre quién se centra la historia. Uno piensa que Lucian, el líder de los hombres lobos que busca venganza por la muerte de su amada, es quien debería cargar con el relato y transformarse en un héroe romántico trágico al estilo del Dracula de Francis Ford Coppola. No sólo simplificaría la exposición sino que le daría profundidad aunque sea a uno de los personajes.

Pero en cambio, lo vemos actuar sádicamente para, en un momento, contar su historia y regresar en segundos a cometer asesinatos sanguinarios. Como bien dijo Wiseman en un reportaje, su intención era hacer una versión de Romeo y Julieta, reemplazando a los Capuletto y los Montesco por vampiros y hombres lobos. Pero el resultado final diluye totalmente la intención, donde si bien hay una enorme cadena de traiciones, el espectador no termina por interesarse en ninguno de los caracteres. Quizás el film precisaba más tiempo de escena como para que Selene o Corvin resultaran medianamente interesantes. Así como queda, resulta algo tibio, sin demasiada substancia, con un buen sentido de estilo, y dejando la puerta abierta a un par de secuelas que, quizás, no resultaran necesarias.

INFRAMUNDO

Los filmes de la saga Underworld son: Inframundo (2003), Inframundo: Evolución (2006) e Inframundo 3: La Rebelión de los Lycans (2009); tres años más tarde la saga fue extendida con la idea de generar una nueva trilogía, comenzando con Inframundo: El Despertar (2012), Underworld: Guerras de Sangre (2016)