Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco
USA, 2000: Bruce Willis (David Dunn), Samuel L. Jackson (Elijah Price), Spencer Treat Clark (Joseph Dunn), Robin Wright Penn (Audrey Dunn), Charlayne Woodard (madre de Elijah)
Director: M. Night Shyamalan, Guión: M. Night Shyamalan
Trama: David Dunn se despierta en la guardia de un hospital en Filadelfia, y se entera que es el único superviviente de un gigantesco accidente de tren ocurrido en las afueras de la ciudad. Pero lo más sorprendente es que Dunn no ha sufrido ni un rasguño y la noticia pronto se filtra en la prensa. El comerciante de comics de culto Elijah Price ha comenzado a perseguir a Dunn, acosándolo con preguntas sobre su salud y su fuerza, y diciéndole que él posee una teoría sobre lo que ha ocurrido. Y cuando Dunn decide aceptar la entrevista, Price se despacha con su explicación – de que David es un elegido, uno en un billón de personas, y que ha nacido con poderes sobrehumanos ya que su destino es proteger a la humanidad -. Dunn se aleja de Price, creyendo que se trata de un demente… hasta que los hechos comienzan a mostrarle que la teoría del vendedor de comics no es tan disparatada como parece, y quizás él sí sea un verdadero superhéroe que debe descubrir sus poderes y el cómo ayudar a la gente.
A partir de Sexto Sentido (1999) M. Night Shyamalan se perfiló como un brillante director y uno de los más aptos para heredar el trono de Hitchcock como maestro del suspenso. Tal como el inglés, era capaz de crear climas impresionantes y revelaciones asombrosas, y comenzó a generar una parva de filmes sensacionales con gran repercusión de público. Lamentablemente el talento de Shyamalan ha probado ser inestable y después de La Aldea (2004) y La Dama del Agua (2005) su carrera se ha visto seriamente torpedeada, en gran parte por su propia culpa debido a su falta de control interno de calidad sobre las obras que escribía. Mientras que hoy las últimas peliculas de Shyamalan están vistas como vergüenzas públicas, la trilogía de Sexto Sentido, El Protegido y Señales son un puñado de obras excepcionales que, en algunos casos, roza la maestría.
Ciertamente a El Protegido no le fue muy bien. Sin dudas hizo una excelente recaudación, pero tanto el público como la crítica se sintieron decepcionados y esperaban que se tratara de otro tanque al estilo de Sexto Sentido – en todo caso, ha sido un problema de la gente que ha encasillado a Shyamalan como el “genio de las grandes revelaciones en el último minuto del filme”, y sin dudas ese estigma ha mellado, con el paso de los años, la propia autoestima del director y escritor -. Cuando Shyamalan sintió que el público lo abandonaba y que sus filmes ya no eran obras maestras, comenzó a crear cosas cada vez más abominables o estúpidas, y perdió la confidencia con la que rodaba sus historias. Quizás en el fondo de su ser haya una especie de cristal mágico – ¿recuerdan cuando Superman reconstruia sus poderes a partir del único cristal sobreviviente de la destrozada Fortaleza de la Soledad en Superman II? – que permita algún dia resucitar al genio artístico que fue en su momento.
Oh, sí, a mi me gustan mucho los primeros filmes de Shyamalan. Y El Protegido es uno de mis favoritos. Es una brillante reconstrucción del mito de los superhéroes, sólo que rearmada con una óptica mucho más realista. No más trajes de spandex, no más amenazas siderales. Los villanos son gente corriente, los héroes son personas que precisan trabajar para ganarse el pan de todos los días, y andan vestidos con ropa de calle. Piensen, sino, en todo lo que ha seguido a partir de El Protegido: Chronicle, Jumper, la serie Héroes, Push… Los superhéroes han dejado de ser potestad de la DC y de la Marvel, y se han transformado en personas comunes y corrientes, ocultas en la muchedumbre, y cuya única diferencia estriba en que un día descubrieron que tenían un poder superior a lo normal.
Unbreakable trata de dos aspectos: el primero es que el héroe no sabe que es un héroe; el segundo, es el descubrimiento de sus poderes y la aceptación de su destino. Como en todas las obras de Shyamalan, el libreto hace hincapié en los personajes infantiles y los escribe de manera formidable – mientras que el resto del cast parece gélido, somnoliento o atrapado en una eterna melancolía, es Spencer Treat Clark el que transmite todas las emociones al descubrir que su padre es un héroe -. Eso no quita que haya un par de escenas soberanamente ridículas, como cuando Clark decide probar la invulnerabilidad de Bruce Willis y amenaza con dispararle con su revólver (la idea de la secuencia está bien, pero la ejecución deja mucho que desear); pero si bien el filme tiene esos patinazos, por el otro lado tiene unas sutilezas formidables – el accidente que tiene Bruce Willis en la juventud, en donde renuncia a la gloria de su carrera deportiva a cambio de obtener el amor eterno del personaje de Robin Wright; la secuencia en la estación de trenes, en donde percibe la maldad de las personas que lo tocan; el improvisado uniforme de super héroe, que consiste en un piloto para la lluvia con capucha; y por supuesto, toda la profunda teorización que hace Samuel L. Jackson sobre la mitología de los comics – que demuestran que Shyamalan ha hecho seriamente los deberes. Uno puede percibir influencias de las mitologías de El Hombre Araña, El Increible Hulk y hasta de Superman en determinados pasajes del filme. Y esa acumulación de virtudes es la que lo rescata del giro de tuerca final, que si bien justifica todo lo visto previamente, por el otro lado no deja de ser muy flojo y modesto.
El Protegido es un filme notable. Muchos han visto sus virtudes sólo con el paso del tiempo, y es que la pelicula merece una segunda oportunidad. No es perfecta, pero es muy inteligente y tiene su cuota de emociones, y si bien es muy modesta para ser una película de superhéroes, compensa la falta de acción con su visión fresca sobre una mitología que a todos nosotros nos fascina día a día.