Crítica: Tremors 3: De Regreso en Perfección (2001)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2001: Michael Gross (Burt Gummer), Shawn Christian (Desert Jack Sawyer), Susan Chuang (Jodi Chang), Ariana Richards (Mindy), Tony Genaro (Miguel), Charlotte Stewart (Nancy)

Director: Brent Maddock, Guión: John Whelpley

Trama: Burt Gummer – luego de desempeñarse como cazador de graboides free lance en el Chaco, Argentina – ha decidido regresar a su pueblo natal Perfection, Nevada después de 11 años de ausencia. Pero el pueblo ha sufrido demasiados cambios, volviendose un nido de ambiciosos que desean explotar a toda costa el fenómeno de los graboides – los cuales parecen haber desaparecido de la región -. Pero las criaturas han retornado – como si supieran de la vuelta de Gummer – y han comenzado a generar el caos en la región; y ni bien los lugareños montan una partida de caza para terminar con los monstruos, lo cierto es que un grupo de federales se han presentado en el lugar, dictaminando que los graboides son una especie en peligro y que, por lo tanto, están amparados por una ley que los protege de la extinción. Pero no pasa mucho tiempo antes de que los federales mismos terminen siendo devorados, excusa mas que suficiente para que Gummer regrese a su arsenal y salga fuertemente artillado en busca de los gusanos mutantes. Pero grande será su sorpresa cuando descubra que los graboides han mutado en una nueva especie, más pequeña, ágil y alada, capaz de volar al emitir flatulencias explosivas desde sus traseros. Ante un nuevo enemigo y carentes de armas, Gummer y su tropa deberán improvisar de apuro, antes que ellos mismos se conviertan en carne de cañón de los monstruos.

Tremors 3: De Regreso a Perfeccion Tremors 3: De Regreso a Perfección es el tercer capítulo de la saga basada en los gusanos gigantes mutantes. Hasta ahora la franquicia venía muy bien – rebosante de calidad, gracia y originalidad – pero la tercera entrega empieza a dar claras muestras de agotamiento creativo. No sólo no realiza nada novedoso sino que tiene el lastre de que – habiendo partido Kevin Bacon y Fred Ward, protagonistas de las dos primeras entregas – todo el peso del filme recae en el insulso Michael Gross, actor anodino si los hay. Oh, si, su personaje – el loquito fanático de las armas – tiene un enorme potencial, pero en manos de Gross la gracia se le escurre entre los dedos. Entre ellos y el agregado de una insípida troupe de nuevos personajes secundarios, no hay razón de valía que termine de salvar a Tremors 3 del horno. Desde ya que los nuevos engendros – parecidos a patos mutantes capaces de volar luego de tirarse unas flatulencias explosivas (!!) – son cómicos los primeros 10 segundos en que aparecen en pantalla pero, por el resto, no hay nada de lo que puedan hacer que logre inyectarle algo de vida a una trama chata, rutinaria y predecible.

El gran problema con Tremors 3 es el casting, el cual bordea lo lamentable. No es que sean malos actores: el tema es que no tienen gracia alguna que los redima. Hay una chinita que regentea la cantina del pueblo (sobrina del personaje de Victor Wong, el cual aparecía en el filme original), la cual está obsesionada con expandir su negocio aplicando modernas reglas de marketing; hay un desalmado agente de bienes raíces que quiere aprovechar el fenómeno de los graboides para lotear el desierto y vender condominios; y hay un insípido galán que ha montado todo un teatro para engañar turistas y venderle excursiones de aventura a terrenos supuestamente infestados de gusanos mutantes. Ninguno de ellos tiene tiene siquiera dos líneas de libreto que resulten supuestamente cómicas, y toda la gracia parece quedar reservada a Gross, el cual es demasiado rebuscado y aburrido – es como si se creyera el estrellato de estar primero en el casting, en vez de entender que la partida de Bacon y Ward ha dejado acéfala a la franquicia y sin un reemplazo que valga la pena -. Yo creo que su Burt Gummer es bueno como personaje secundario, pero 90 minutos con él resultan excesivos, ya que su única gracia es mostrar el catálogo de armas – cada una, mas disparatada que la otra -, el cual usará metódicamente para exterminar a los graboides de manera masiva y expeditiva.

Tal como en el segundo filme, las cosas mejoran cuando aparece una mutación – en este caso, los bichos de los traseros explosivos -, pero ni siquiera el juego del gato y el ratón que mantienen Gross y los suyos en un basural (y con las nuevas criaturas) posee el interés o la tensión que la película precisaba.

Resulta increíble que éste filme haya sido tomado como piloto para la serie de TV del año 2003… y que haya sido aprobado. A mi juicio aquí están todas las pruebas de que la saga se ha agotado, al menos si sigue insistiendo en reciclar una y otra vez los mismos mecanismos – con gente saltando por los techos, pidiendo ayuda por radio o improvisando armas ridículas -. Aquí se precisaba un bruto con buen corazón como en los primeros filmes y, en cambio, tenemos a un paranoico charlatán obsesionado con las armas, el cual termina por aburrir al cabo de un rato. Aún con todo, la saga daría pie a una cuarta entrega – que obraría como precuela – y a la serie, la cual duraría durante una corta y deslucida temporada.

TREMORS

Tremors (1990) – Tremors 2: Aftershock (1996) – Tremors 3: De Regreso a Perfección (2001)