Crítica: Trampa 22 (Catch 22) (1970)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1970: Alan Arkin (capitán John Yossarian), Martin Balsam (coronel Cathcart), Richard Benjamin (mayor Danby), Art Garfunkel (capitán Nately), Jon Voight (teniente Milo Minderbinder), Orson Welles (brigadier general Dreedle)

Director: Mike Nichols, Guión: Buck Henry, sobre la novela homónima de Joseph Heller

Recomendación del Editor

Trama: Segunda Guerra Mundial, año 1942, base aérea norteamericana establecida en la isla de Pianosa cerca de Italia. John Yossarian es oficial bombardero en una de las dotaciones estacionadas en la isla, y se encuentra a punto de obtener su pase de regreso a casa tras alcanzar el número de misiones exigido por la fuerza aérea para su alta. Pero la cantidad de misiones ha sido modificada a último momento por el coronel Cathcart, director de la base, lo cual pone fuera de quicio a Yossarian ya que no es la primera vez que lo hace. Exigiendo al doctor cualquier vía de escape de sus obligaciones, éste le explica que no puede hacerlo ya que existe la regla número 22 del manual, la cual dice que si un oficial se encuentra mentalmente sano, debe cumplir con sus obligaciones… y que, si se declara loco, también debe cumplirlas, ya que volar en condiciones de alto peligro es de por sí un acto demencial. Incapaz de cancelar sus vuelos debido a la “trampa 22”, Yossarian empieza a buscar mecanismos alternativos para evadir su trabajo o forzar a Cathcart a liberarlo; pero las condiciones de vida en la base se vuelven cada vez más inestables y estresantes debido a que Cathcart y su subalterno, el teniente Milo Minderbinder, han comenzado a desarrollar su propio mercado negro, vendiendo artículos militares de primera necesidad a cambio de aceite de oliva, antigüedades, telas costosas, y otros objetos suntuarios que les están dejando una fortuna en sus bolsillos. Así es como las misiones salen sin paracaídas, o sin provisión de morfina, o los reclutas duermen sin sus frazadas debido a que los bribones del alto mando las han negociado. Y ahora, en medio de un ataque de nervios, Yossarian ha decidido enfrentar a Cathcart y Minderbinder en su propio terreno, desconociendo de que los oficiales son capaces de cualquier cosa con tal de tapar sus sucios negociados.

Trampa 22 Trampa 22 es una sátira militar escrita por Joseph Heller entre 1953 y 1961. Aunque en su momento la crítica le restó importancia, lo cierto es que se convirtió en una de las sátiras más festejadas y populares de los últimos 50 años. Mas allá de la historia – los entretelones de una base aérea militar durante la Segunda Guerra Mundial, devenida en un zoológico plagado de dementes, bribones y psicópatas, cada uno de los cuales comete su caterva de excesos amparados por la impunidad y el caos que supone la guerra -, lo innovador de la novela era su estilo no lineal, en donde la trama iba y venía, e incluso contaba varias veces las mismas escenas pero desde distintos puntos de vista (según el personaje involucrado), o comenzaba subhistorias que arrancaban en un capítulo y terminaban en otro, mucho mas adelantado y en palabras de otro de los caracteres involucrados. Como sea, desde la publicación de Trampa 22 en 1961 la novela se ha mantenido en impresión continua, e incluso Heller desarrollaría una secuela (Closing Time) en 1994.

Resulta curioso ver cómo la adaptación cinematográfica del libro se tomaría 7 años para poder concretarse. Mucho tiene que ver con que, en los 60s, los norteamericanos aún se consideraban una nación militarmente infalible y la mano justiciera del mundo libre, la cual impediría el avance del comunismo a lo largo de todo el planeta. Mientras que la victoria de la Segunda Guerra Mundial dejó sabor a gloria en la boca, la solución negociada de Corea fue mas o menos un empate técnico y, en el caso de la Guerra de Vietnam, la estantería se les vino directamente abajo. Iniciada en 1954, la Guerra de Vietnam fue demasiado larga y desgastante, y para finales de los 60 la gente no quería saber nada con el conflicto, lo ignoraba o protestaba para que el gobierno le bajara la persiana. En semejante clima comenzaron a proliferar los filmes antibélicos, y Trampa 22 terminó por convertirse en un producto de su tiempo. Y hubiera hecho mucho mas ruido si no fuera que ese mismo año apareció MASH de Robert Altman, la cual arrasó en todos los festivales en donde se presentó, obtuvo un éxito arrollador de público y crítica, y se alzó con un montón de Oscars. MASH era otra comedia antibélica, ambientada en la guerra de Corea y plagada de humor negro. Honestamente recuerdo poco y nada del filme – tendría que volver a verlo -, pero lo que sí puedo afirmar ahora (y seguiré afirmando hasta el momento de mi muerte) es que el estilo directorial de Robert Altman me desespera. Esa cosa conversacional y esquizofrénica – en donde todos los personajes hablan al mismo tiempo – es distrayente y truculenta, y no me parece que sea un recurso narrativo que enriquezca a la historia. Comparado con ello, Trampa 22 posee una manufactura mucho mas pulida y fácil de seguir, aún cuando el libreto de Buck Henry intenta seguir el estilo no lineal del texto original de Heller y la trama va y viene sobre las mismas escenas una y otra vez.

En Trampa 22 se junta la locura y el egoísmo. El protagonista está desesperado porque el jefe del escuadrón sigue aumentando – de manera insalubre – la cantidad de misiones necesarias para obtener el pase de regreso a casa. John Yossarian no es un vago ni un cobarde – el tipo ha cumplido decenas de misiones exitosas -, pero está harto de la arbitrariedad de su comandante. Y las cosas se ponen peor cuando éste decide usar la base en su propio provecho, cayendo ante la seducción de un ambicioso oficial de segunda (un irreconocible Jon Voight), el cual empieza a depredar los recursos de la base en pos de comerciarlos y hacer una fortuna en el mercado negro – ello explicaría la retención del personal mediante el aumento de misiones, ya que todos los posibles testigos del negociado están confinados en la base -. Así es como Yossarian se entera que tiene el paracaídas vacío porque Voight lo vendió como seda a los griegos, o cómo los botiquines están despojados de morfina (tan imprescindible!) porque el crápula la negoció a cambio de antigüedades importadas de contrabando. Ello da pie a la secuencia más amarga y brutal del filme, cuando Yossarian es abatido y queda como último superviviente junto a un cañonero, el cual tiene las tripas al aire y al cual no le puede dar morfina simplemente porque Voight la ha vendido.

La película va y viene entre el delirio y el drama. Gente que no soporta la presión de la guerra y termina transformándose en asesinos seriales de prostitutas, o Voight ordenando bombardear su propia base para camuflar los faltantes de material que ha robado (y matando accidentalmente a Art Garfunkel en el camino), o convirtiéndose en un líder neo nazi que fuerza a las prostitutas de la isla a trabajar para su sindicato… Oh, si, Trampa 22 está llena de momentos hilarantes y secuencias incómodas, y el relato va y viene, cambia de tono con una inusual facilidad.

Trampa 22 es una gran película. Quizás no resuelve bien todos los temas que trata, y hay secuencias que se estiran demasiado – como la de Bob Newhart, la que bien podría haber terminado en el piso del cuarto de edición – pero, a mi juicio, es mejor cinta que MASH, en especial porque su narración es mas fluida y amena. Es un filme que merece ser rescatado del olvido ya que es una sátira antibélica efectiva y plena de momentos inspirados, adornada con un casting de lujo y llena de diálogos chispeantes, con lo cual se transforma en una experiencia cinematográfica de alta calidad y en un filme de visión obligatoria para los amantes del buen cine.