Crítica: Tony Rome (1967)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1967: Frank Sinatra (Tony Rome), Jill St. John (Ann Archer), Richard Conte (teniente Dave Santini), Gena Rowlands (Rita Kosterman), Simon Oakland (Rudy Kosterman), Sue Lyon (Diana Pines)

Director: Gordon Douglas, Guión: Richard L. Breen, basado en la novela de Marvin H. Albert

Trama: Una chica pasada de borrachera se ha quedado dormida en la habitación de un hotel y el dueño del establecimiento decide llamar a su amigo, el detective privado Tony Rome, para se gane unos dólares y la regrese a su casa de manera totalmente discreta. Pero la muchacha resulta ser la hijastra del magnate de la construcción Rudy Kosterman y, en el camino, descubre que su broche de diamantes ha desaparecido. Rome cree que su amigo del hotel se lo ha “quedado” y, al ir a verlo, lo encuentra asesinado de un disparo. Y las cosas se ponen cada vez peor, especialmente cuando Rome encuentra el broche y descubre que los diamantes de la joya son falsos. Ahora las pistas llevan al detective hasta una dupla de peligrosos estafadores, los cuales están revoloteando alrededor de la esposa de Kosterman con intenciones de chantajearla; pero a medida que Rome avanza con los descubrimientos, los cadáveres comienzan a acumularse y la verdad empieza a quedar cada vez más lejos, dejando al detective seriamente involucrado en una espiral de asesinatos.

Tony Rome En los 60 Dean Martin quiso despegarse un poco del Rat Pack y se metió en la bochornosa saga de Matt Helmun espía mujeriego y veterano que vivía pasado de alcohol -. A la serie no le fue mal en la taquilla aunque la crítica la odió, y el propio Martin terminaría más tarde arrepentido de la movida. Como sea, Dino fue por 15 minutos el ídolo (algo geronte) de las jovencitas y su amigo Frankie comenzó a envidiarlo un poquito. Así es que el viejo ojos azules le encargó a los estudios un par de películas en donde pudiera ser el héroe y tuviera la ocasión de eclipsar un poco a su amigote. Así nació Tony Rome.

Ciertamente Frank Sinatra es algo amargo para la comedia, con lo cual el perfil de caradura chistoso no le termina de calzar bien. Es como si quisiera imitar (mal) a Dino, viéndole el trasero bien formado a las chicas en bikini y diciéndole cosas con doble sentido. Pero, por otra parte, es mejor actor y le sienta bien el rol de detective privado que dispara latiguillos rápidos.

Tony Rome no difiere mucho de las aventuras típicas del policial negro que imaginara Raymond Chandler en la década del 40. Lo único nuevo es que la historia es algo más abierta en cuanto a los temas sexuales – en un momento Sinatra se topa con una espectacular bailarina de burlesque, la cual vive con una marimacho camionero -. Como suele ocurrir en las novelas de serie negra, la investigación es rebuscada y está plagada de personajes pintorescos. Al menos aquí la pesquisa se puede seguir y es bastante pasable… aunque a uno le da la sensación de que sobran personajes y sub tramas, las que pusieron de relleno como para distraernos del asunto principal (que era más simple de lo que uno pensaba).

Como policial, Tony Rome está más que ok y es llevadera. No hace nada nuevo por el género, pero es respetuosa de las reglas del policial negro y le pega una lavada de cara más que aceptable. Buenos diálogos, bastante acción, y la deliciosa Jill St. John en bikini (haciendo aquí otra de esas femme fatale con lado ingenuo que le salen tan bien) le dan forma a un show más que recomendable.

TONY ROME

Tony Rome (1967) – La Dama en Cemento (1968)