Crítica: Titan A.E. (2000)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2000: Matt Damon (Cale Tucker), Drew Barrymore (Akima), Bill Pullman (Capitán Joseph Korso), Nathan Lane (Preed), John Leguizamo (Gune), Janeane Garofalo (Stith)

Director: Don Bluth & Gary Goldman, Guión: John August, Ben Edlund & Joss Whedon

Trama: Año 3028. La Tierra ha sido exterminada por la raza alienígena de los Drej, los cuales se dedican a perseguir a los supervivientes por todo el cosmos. Entre los escasos humanos que quedan figura Cale Tucker, el cual vió cuando era niño – y en el medio del apocalipsis Drej – cómo su padre despegaba hacia una misión en lo profundo del espacio, portando la última esperanza de la humanidad. Ahora el tiempo ha pasado y Cale está en sus 20s, trabajando como chatarrero en una estación espacial. Es entonces cuando es contactado por Joseph Korso, un mercenario que le informa al muchacho que él es el portador del secreto mas valioso del universo. Así es como Cale descubre que posee el mapa para encontrar a Titán – la gigantesca nave que comandaba su padre -, la cual está escondida en un circuito de asteroides. Pero los Drej también están al tanto de la movida y se lanzan tras Korso y Cale, decididos a hallar a la Titán y destruirla. Y es que la nave posee el secreto para construir un mondo habitable para la humanidad – recuperando su fauna y flora -, una esperanza que los saque del exilio y de ser los parias de todo el universo. Pero… ¿podrá un puñado de aventureros combatir con éxito a toda una raza alienígena sedienta de sangre? ¿o simplemente perecerán en la hoguera de un combate glorioso?.

Titan A.E. A veces la acumulación de talentos no basta para generar un clásico – o siquiera una gran obra – y ése es el caso de Titan A.E. Filme maldito por donde se lo mire, hundió la carrera de Don Bluth – un ex animador de las filas de Disney, el cual siempre soñó con crear un estudio similar al del ratón y obtuvo su momento de suerte con algunas cintas montadas para Steven Spielberg y, especialmente, el éxito de Anastasia (1997) – y cerró los estudios de animación de la Fox. Demasiado caro y demasiado tibio en la taquilla, Titan A.E. invoca los nombres del auteur de culto Joss Whedon – Buffy, la Cazadora de Vampiros; Serenity / Firefly; y desde ya el megahit de Los Vengadores -, Ben Edlund (creador del comic The Thick) y John August, escritor de títulos de Tim Burton como Big Fish y El Cadáver de la Novia, tripleta de creativos que no lograron obtener un guión mínimamente potable. La mejor definición que podría hacerse de Titan A.E. sería: espectaculares escenas, genial animación, perfecta visión épica, pésimos personajes, lineamiento dramático que apesta. No hay ni un misero componente humano que resulte atractivo o emocionante, sino que la trama parece poblada de idiotas, prepotentes, ególatras e inmaduros, ninguno de los cuales se excita con la magnitud del tesoro que están a punto de hallar y que se encuentra escondido en el medio del cosmos.

Honestamente, todos los componentes apuntaban a que Titan A.E. fuera un sólido clásico. El cast vocal es de primera, y hay secuencias de acción – la explosión de la Tierra, el combate en el campo de asteroides helados – que te dejan con la boca abierta; pero el protagonista es un adolescente bobalicón que se la pasa fanfarroneando y, cuando hay un momento dramático importante, el director tiene el mal tino de enchufar alguna canción rockera en la banda de sonido, lo cual asesina la repercusión emocional de la escena. Esto precisaba un protagonista mas quemado, traumado, ligeramente introspectivo, un tipo afectado por la pérdida de su padre y el universo que le ha tocado vivir, y que tuviera una misión de revancha o, al menos, de reconstrucción del hogar perdido. En cambio tenemos un palurdo que hace caritas a las chicas, reniega de su presente perdedor, culpa a papá de haberlo dejado solo y no regresar a tiempo, y le importa tres cominos la misión de la humanidad. A eso se suma el stock de partners que incluye una caricatura de E.T. corta de cogote, un par de horrendos secuaces que parecen salidos de alguna versión deforme de una animación de Disney (¿canguros mutantes?¿mastines humanoides a los que les falta una oreja?¿en serio?), un mercenario que imita mal a Han Solo y se cambia de bando como quien se cambia de calzoncillos, y una fémina que sólo está para salvarle las papas del fuego al calentorro protagonista. Para colmo el filme se deshace en pirotecnicas exageradas, lo cual mata toda su credibilidad: como escapar de una nave destruida en el espacio, sin traje y utilizando un extintor de incendios para moverse en el vacío. Mientras que en Gravedad (o, incluso, Guardianes de la Galaxia) escenas similares desbordaban de tensión, acá es una sonsería que dura un par de minutos sin que al protagonista se le mueva un pelo de la ceja, y enseguida pasa a otro asunto sin el mas mínimo miramiento. Simplemente palo y a la bolsa.

Había muchas cosas interesantes en Titan A.E.; hay momentos en los cuales el filme amenaza con sintonizar el delirio de Heavy Metal (en especial, las escenas en el espacio), lástima que los ramalazos infantiloides a lo Disney (como los animales humanoides) terminan siendo una patada en los testiculos. Posiblemente uno de los problemas de fondo de Titan A.E. es su imposibilidad de definirse entre aventura adulta y espectáculo para toda la familia: en un momento a un alien lo vaporizan… y la dentadura queda flotando en el aire y renegando de su suerte, aún cuando el resto del cuerpo haya sido hecho polvo. Creo que hay una confusión de filosofías que lastima la efectividad del filme, a la vez de que los libretistas son incapaces de proveer un protagonista interesante. Hubiera sido mejor sacar a Cale Tucker de sus veintes y llevarlo a un cuarentón mas baqueteado, maduro y fornido.

Titan A.E. es una oportunidad desperdiciada; su estética y la impresionante calidad de sus efectos de sonido – es de las mejores películas que he escuchado en un home theater – la hacen una buena candidata para probar las cualidades de un centro multimedia… lástima que como obra de ciencia ficción se siente superflua y hueca. Nadie explica el odio genocida de los alienígenas Drej, y su derrota es tan expeditiva como absurda, lo cual habla de Don Bluth como un gran artesano de lo visual que carece de comprensión sobre los mecanismos dramáticos que hacen a una gran obra.