Crítica: Tiempo de Valientes (2005)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Argentina, 2005: Luis Luque (Alfredo Díaz), Diego Peretti (Mariano Silverstein), Oscar Ferreiro (Lebonian), Martín Adjemián (Comisario), Gabriela Iscovich (Diana)

Director: Damián Szifrón, Guión: Damián Szifrón

Trama: El detective de policía Alfredo Díaz está pasando un momento personal terrible después de descubrir que su esposa lo engañaba. Para distraerlo, el comisario le asigna el caso de la desaparición de dos individuos; y para ayudarle, lo reúne con el sicólogo Mariano Silverstein – quien se encuentra en probation después de haber atropellado a una anciana -. Silverstein debe acompañarlo en la investigación; pero a medida que avanza, las cosas se ponen cada vez mas turbias hasta descubrir la conspiración de unos agentes de inteligencia corruptos, que han planeado secuestrar material radiactivo para armar y vender una bomba atómica. Con las fuerzas policiales y de inteligencia en su contra, Díaz y Silverstein están solos para poder detener el peligroso operativo.

Tiempo de Valientes Uno no puede dejar de reconocer los méritos de Adrian Suar (con sus producciones televisivas como Poliladron, 22 El Loco, El Nombre de Dios, Gasoleros, Campeones, el film Comodines, y una larguísimo etcétera) como padre de una nueva generación de creativos argentinos – escritores, directores – que han sabido combinar los géneros comerciales tradicionales con el sabor de lo autóctono. Desde 1994 el gran aporte de Suar es haber profesionalizado y elevado la calidad de los standares de la televisión argentina, desarrollando libretos inteligentes y – cuando se ha involucrado en la fantasía o el policial – los ha elaborado con buen gusto, eliminando el eterno defecto criollo de la pomposidad (o el clonamiento textual de los clichés americanos) al abordar dichos temas. Si bien Suar no dirige ni escribe, desde la presidencia de su productora Pol-ka ha actuado como filtro y regente, terminando por marcar el rumbo y generando nuevos códigos narrativos para la ficción argentina.

Y Damián Szifrón bien podría calificarse como el más destacado de la generación de entrepreneurs surgidos bajo el modelo definido por Suar. Szifrón comenzó con algunos cortos y mediometrajes en 1997, pero no sería hasta el mega éxito de la serie televisiva Los Simuladores (2002 – 2003) que obtendría reconocimiento internacional. Los Simuladores era una especie de Misión Imposible a la criolla, en donde se pergueñaban elaborados complots para solucionar temas rutinarios – esposos engañados, recupero de empleos perdidos, resarcimiento de honores mancillados, etc -, y donde el pago era generalmente un intercambio de favores a futuro (al estilo de La Sombra). La impecable producción y la enorme creatividad de sus libretos la convirtieron en un éxito de culto, e incluso el producto sería adaptado en otros países como su versión mexicana del 2008. Lamentablemente desavenencias dentro del elenco terminarían por cancelar tempranamente la serie en su mejor momento. Posteriormente Szifrón se despacharía con la también excelente Hermanos y Detectives, pero no obtendría la misma respuesta y resultaría cancelada tras dos temporadas.

Aquí Damián Szifrón se despacha con su primera aventura fílmica después de Los Simuladores. Y es una película sobresaliente. El grán mérito de Szifrón es adaptar rutinas y códigos propios del cine americano al lenguaje criollo de manera intachable. No sólo el filme está rodado con planos inusuales para el estilo cinematográfico argentino, sino que es capaz de generar una buddy movie – las típicas películas de compañeros del cine yanqui – con argumento de conspiración atómica incluída, y de manera totalmente creíble y a la criolla. Incluso Damián Szifrón es un realizador tan inteligente que se da cuenta cuando está cayendo en un cliché, y encuentra la vuelta de tuerca justa para reírse de él. Es una película plagada de momentos brillantes.

Lo que atenta un poco contra el filme es que la historia es de combustión lenta. El libreto no busca el chiste fácil, así que hay un desarrollo de personajes interesantes aunque algo largo, y en algunos momentos las explicaciones sicológicas de Diego Peretti se hacen demasiado largas y algo pedantes. La conspiración tiende a desaparecer la primera mitad con tal de favorecer el crecimiento de la química entre Luis Luque y Diego Peretti, aunque algunas escenas queden algo chatas – como la fumata de marihuana – que se compensan con otras brillantes – la inesperada revelación en la cena familiar con Peretti, Luque. y Gabriela Iscovich, que es hilarante -. También a su favor juega el hecho de que los caracteres terminan siendo eminentemente simpáticos, los parlamentos de la burocracia policial resultan creíbles y desacartonados, e incluso los villanos se erigen siniestros aunque no sin tener su gracia. Aquí Oscar Ferreiro compone a otro corrupto y malvado hasta la raíz, pero no sin cierto carisma; y tanto los secundarios como Luque y Peretti se compran a la platea con sus ocurrencias y su lenguaje de barrio.

Como producción es sencillamente asombrosa; si no fuera por el cast, uno no podría asegurar que se trata de un filme argentino. Y aunque Tiempo de Valientes no invente nada nuevo ni sea una película intelectualmente desafiante, es un entretenimiento más que sólido y recomendable. No sería de extrañar que con el tiempo Damián Szifrón termine desembarcando en Hollywood en algún momento.

CINE FANTASTICO ARGENTINO

Otros títulos del cine fantástico argentino: El Hombre Bestia (o las Aventuras del Capitán Richard) (1934); Obras Maestras del Terror (1960), Extraña Invasión (1965), Sangre de Virgenes (1967), Invasión (1969), Snuff (1976), Moebius (1996), La Sonámbula (1998), Déjala Correr (2001), Plaga Zombie: Zona Mutante (2001), Adios Querida Luna (2004), Tiempo de Valientes (2005), Zenitram (2010), Fase 7 (2011), Mamá (2013), Kryptonita (2015)