Crítica: Thunderbirds Are Go (1966)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

GB, 1966: con las voces de Sylvia Anderson, Ray Barrett, Alexander Davion, Peter Dyneley, Christine Finn, David Graham, Paul Maxwell, Neil McCallum, Bob Monkhouse, Shane Rimmer

Director: David Lane, Guión: Gerry & Sylvia Anderson, Musica – Barry Gray

Trama: La mision Zero X, el primer vuelo tripulado a Marte, fracasa después que el villano conocido como The Hood saboteara la nave. Meses más tarde una nueva misión a Marte se encuentra lista para partir, y el alto mando espacial decide que Rescate Internacional supervise el operativo. Después de abortar un nuevo ataque de The Hood, la Zero X logra llegar a Marte. Pero el encuentro con alienígenas poco amistosos daña a la nave, la que tiene numerosos problemas en su reingreso a la Tierra. Jeff Tracy y su familia, a bordo de los fabulosos Thunderbirds, deberán acudir al rescate sobre último momento.

Arlequin: Critica: Thunderbirds Are Go (1966)

  Thunderbirds Are Go (1966) es el primero de dos filmes creados por el matrimonio de Gerry y Sylvia Anderson durante el auge de la serie Thunderbirds (1964 – 1966). Los Anderson habían conseguido crear su propio nicho en la TV, con animaciones basadas en marionetas, y desde el éxito de Supercar (1961 – 1962) habian descubierto la fascinación del público juvenil por la ciencia ficción. Pero no sería hasta la aparición de los Thunderbirds que los Anderson tendrían un mega hit internacional (y posiblemente sea la serie por la cual sean más recordados, si bien tienen en su haber UFO (1970 – 1972) y Cosmos: 1999 (1975 – 1977). (No mencionaremos ese aborto estadounidense que fue Thunderbirds: La Pelicula y en la que los Anderson no tuvieron nada que ver)

Si uno analiza las causas del éxito de Gerry Anderson, bien podría concluír que el maestro titiritero supo combinar lo mejor de dos mundos; la fascinación por las maquetas de los filmes de Godzilla con el gusto por lo fantástico de animadores como Ray Harryhausen o George Pal. Anderson lo empaquetó, lo masificó y le puso la chapa de juvenil. Si bien la calidad de la animación de los personajes es algo tosca, a la hora de mostrar escenarios y modelos a escala es simplemente inigualable. El nivel de detalle conseguido es asombroso, e incluso Anderson (ayudado por un equipo de talentosos, entre ellos Derek Meddings que sería encargado de FX de varios filmes de la saga de James Bond) logra solucionar un montón de los problemas típicos de los efectos especiales de la época: por ejemplo, las maquetas tienen polvo y desgaste como un modelo real, y los despegues y aterrizajes se ven auténticos – no más humito de fosforo ni llamas desproporcionadas – (el secreto era que la producción se hacía preparar pequeñas cargas de combustible para cohetes por parte de una fábrica inglesa).

Si bien el matrimonio Anderson había demostrado un talento incomparable para fabricar y animar miniaturas, a la hora de hablar de los shows que generan ya entramos en un terreno más discutible. Eso no significa de que los shows sean malos – de ningún modo -, pero en sí mismos no poseen mucha substancia. Y en el caso de Thunderbirds Are Go, el film es un palpable ejemplo de ello. Dicho de un modo sintético, la historia no es más que un montón de burocracia – mucho bla bla bla técnico que no dice nada, conteos y mediciones todo el tiempo, etc -; pero de alguna manera, a la gente le gusta ver esa burocracia. Es posible que los Anderson hayan tomado nota de los filmes de sci fi de los años 50, donde había largas secuencias de astronautas descifrando instrumentales utópicos (algo de esto también hay en Star Trek), pero aquí todo ello se transforma en el 90% de la historia. Mientras los largos speechs se acumulan sin cesar, vemos una enorme cantidad de animaciones bonitas. Es como presenciar el lanzamiento del transbordador espacial, pero con naves más cool.

También podría atribuírsele al matrimonio Anderson el gusto por los rituales. Todos los preparativos de misión – repetidos constantemente en la TV para abaratar costos, y aquí hechos en gran escala – son como una obra de teatro Kabuki: siempre es lo mismo, siempre se sabe lo que sigue después, uno conoce de memoria la secuencia, pero siempre resulta interesante verla. Esos rituales han seguido hasta nuestros días – ¿cuántas series japonesas repiten todo el tiempo los cinco minutos de preparación que requieren nuestros héroes para entrar en acción?. Empecemos por los Power Rangers… -, y es como el latiguillo promocional que sirve para instalarse en la mente del público infantil.

Pero aquí el tema es si a usted le gusta ver a la gente trabajar (aunque sean muñecos de madera y modelos a escala de plástico). Para el purista, es un film vacío. Para el que le gusta el cine fantástico, es un buen espectáculo. Que la Zero X sea un mamotreto ensamblado de manera imposible y le tome media hora de proyección armarlo, no importa. Es la fascinación de ver a estas maquetas moverse por escena de manera impecable y con un nivel de detalle asombroso.

La historia en sí es muy breve y algo descolgada. Aquí tenemos al villano intentando sabotear la misión sin propósitos muy claros (bah, para llenar minutos de proyección). Está Lady Penelope, que es una James Bond femenina pero más cool, que siempre les salva las papas del fuego a la familia Tracy, y logra detener a The Hood. Después el film entra en un punto muerto, con la fantasía de Alan de una velada romántica con Lady Penelope mientras que la versión títere de Cliff Richard entona una canción olvidable. Donde las cosas toman sabor es con el desarrollo de la misión ya en Marte, donde hay unas serpientes de roca que empiezan a disparar contra el módulo terrestre. Si el film hubiera podado a los Thunderbirds y se hubiera dedicado a ampliar esa porción de la trama, la película hubiera resultado mucho mejor (y con feeling para mayor cantidad de público). Pero todo pasa en cinco minutos y ya estamos de regreso a la Tierra, donde las cosas deben salir mal (como era de esperar) para que Rescate Internacional acuda al auxilio. Si bien al principio va algo lento, el clímax tiene su nervio y está bien filmado. Compensa de sobra la morosidad del acto intermedio.

Thunderbirds Are Go no es para cualquiera; esta hecha para los fans. Para el resto, es tan divertido como ver una empleada publica haciendo trámites. Para nosotros, que nos encantan los despegues, los efectos especiales, y las naves explotando en pedazos, es un show delicioso. Con fallas, con poca historia, pero con carisma y buen talento.

THUNDERBIRDS

Los filmes basados en la serie de television Thunderbirds son: Thunderbirds Are Go (1966) y Thunderbird 6 (1968), producidos por el matrimonio de Gerry y Sylvia Anderson. Thunderbirds (2004) es una decepcionante versión con actores para la pantalla grande.