Crítica: Tetsujin 28 (Gigantor the Movie) (2005)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Japon, 2005: Sosuke Ikematsu (Shotaro Kaneda), Yû Aoi (Mami Tachibana), Hiroshi Abe (profesor Kaneda), Yuko Nakazawa (detective Kana Ejima), Akira Emoto (Yonusuke Otsuka)

Director: Shin Togashi, Guión: Hiroshi Saitô & Kota Yamada, basados en el manga creado por Mitsuteru Yokoyama

Trama: Shotaro Kaneda es un solitario niño que vive con su madre después que su padre falleciera en un accidente en su laboratorio. Pero ahora Kaneda ha sido contactado por Otsuka, un antiguo asistente de su padre, quien le comunica que él es el único que puede salvar a Tokio de una destrucción segura e inminente. El niño no puede dar crédito a sus ojos cuando Otsuka le revela una base subterránea secreta construida por su padre en donde reside un robot gigantesco llamado Tetsujin 28, y que sólo responde a las órdenes de Kaneda. Y ahora el siniestro Dr. Takumi ha lanzado a su monstruoso androide Black Ox a destrozar la ciudad, dispuesto a arrasarla hasta sus cimientos, a menos que Kaneda y Tetsujin 28 pueda detenerlo.

Tetsujin 28 (2005) Si Osamu Tezuka creó el manga moderno y el género de robots, Mitsuteru Yokoyama lo llevó al nivel siguiente, dando a luz a a mechas o robots gigantes. Tetsujin 28 (literalmente “Hombre de Hierro” 28, aunque en USA se lo renombró como Gigantor) nació en 1956, 4 años después del Astroboy de Tezuka y fue inmediatamente un éxito. Y sí; los años cincuenta en Japón se caracterizarían por la proliferación de engendros gigantes (Godzilla es de aquella época).

La tira del robot gigante tuvo su adaptación a través de cuatro series animadas (1963, 1980, 1992 y 2004), un anime en el 2007 y la película live que comentamos ahora y que data del 2005. Aquí hay un serio esfuerzo de producción por recrear respetuosamente la mitología del personaje, adaptando la historia a la época actual. El resultado final es muy bueno en términos generales, aunque a veces se excede en los diálogos y se queda algo corto en el apartado de acción.

Como en un montón de fábulas infantiles, he aquí otro niño de vida desgraciada que es el elegido para salvar el mundo. Bah, su padre es el autor del robot y le dejó un control que sólo su chico puede manejar – si todo esto le parece conocido, es porque es la misma premisa de Johnny Sokko y su Robot Gigante, creación también de Yokoyama, y que sería como una especie de versión 2.0 de Tetsujin 28 -. El androide es la versión 28 de un arma secreta construida por los militares en los últimos dias de la Segunda Guerra Mundial para intentar dar vuelta el resultado del conflicto (lo cual es un giro bastante bizarro de la historia; imaginen un comic en donde el héroe fuera un mecha construido por la Alemania Nazi), pero que nunca llegó a entrar en acción. El pibe protagonista (Shotaro Kaneda; si les suena ese nombre es porque el autor de Akira se lo puso a su personaje principal como homenaje al comic de Yokoyama) es la víctima de los matones de la escuela, es muy maduro para su edad, y vive una relación de igual a igual con su madre (que es una de las cosas mejor desarrolladas de la historia). Toda su vida da un giro de 180 grados cuando aparece un asistente de su padre y le revela la existencia del robot. El tema es que esto no es casual, sino que las circunstancias lo obligan debido a la aparición de un monstruoso androide llamado Black Ox, el que causa estragos en la ciudad. Kaneda deberá entrenarse para manejar a Tetsujin, detener a Black Ox y convertirse en el héroe del momento.

Por lejos, la historia es de lo mejor. Está muy bien actuada, está desarrollada con sentimiento y es creíble. Como Kaneda el chico Sosuke Ikematsu tiene una expresividad increíble, y resulta fundamental para que uno se enganche con la trama. Pero, lo mejor de todo, es que la película tiene un tono adulto que es muy festejable. Incluso la dirección de Shin Togashi es muy inspirada cuando aparecen los robots, y hay momentos en que uno piensa que está viendo un filme de Shusuke Kaneko (como la trilogía moderna de Gamera; incluso nuestro amigo Yukijiro Hotari – el torpe inspector de las peliculas de Kaneko – hace un cameo acá). Los androides respetan el diseño del comic, pero ahora aparecen como impecables CGI, y arrasan edificios enteros, incluyendo la torre de Tokio. Pero …

Hay dos cosas que deslucen a Tetsujin 28, y que le impiden convertirse en un clásico. El primero es que el presupuesto de los efectos especiales debió de ser muy limitado. Los androides aparecen en pantalla muchisimo menos tiempo de lo esperado y, lo que es peor, los combates son abominables. Breves, repetitivos, sin gracia. ¿Ustedes conocen ese jueguito de plástico que tiene un ring con dos boxeadores y se trompean siempre de la misma manera?. Las peleas de Tetsujin 28 son todas iguales: los robots se pegan, no se abollan, ni siquiera se mueven del lugar. Nadie lanza a nadie por sobre un edificio, o toma un camión y se lo tira a la cara. Lo otro que limita la efectividad de Tetsujin 28 es la falta de una historia válida para el villano. Sabemos que es un millonario de la computación que se volvió loco (Bill Gat…?), pero no sabemos cúando ni cómo construyó al Black Ox, ni por qué quiere aniquilar toda la ciudad. Existe, simplemente porque la historia exigía un malo y punto.

Con un poco más de dinero Tetsujin 28 pudo haber sido una película excitante. Lograron construir una historia muy buena, hay muy buenos actores, los CGI son excelentes, pero la pifiaron en el detalle más fácil – que era hacer los combates más espectaculares y largos – simplemente porque no tenían más dinero. Consigan fondos, hagan una versión del director, y ésta película merecerá sin dudas cinco atómicos. Pero, así como está ahora, es una experiencia incompleta.