Crítica: Taxi Driver (1976)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1976: Robert De Niro (Travis Bickle), Cybill Shepherd (Betsy), Jodie Foster (Iris Steenman), Peter Boyle (As), Harvey Keitel (Matthew), Albert Brooks (Tom)

Director: Martin Scorsese, Guión: Paul Schrader

Trama: El veterano de Vietnam Travis Bickle padece insomnio crónico y, por ello, ha decidido tomar el trabajo de taxista nocturno en la ciudad de Nueva York. Pero la chocante realidad que debe ver todos los dias – sumado a su incorregible falta de sueño – ha comenzado a llevar a Travis al borde de la locura. Rodeado por la violencia y la perdición, Travis ha decidido armarse y viaja todas las noches en su taxi portando un arsenal. Y ahora ha puesto sus ojos en Iris, una prostituta de tan sólo 12 años de edad, a quien ha decidido liberar de los pervertidos que la explotan. Y todas las señales indican que se tratará de un proceso sangriento, en donde Travis hará de todo – incluso arriesgar su propia vida – para salvar el alma de la niña.

Taxi Driver Siento resultar polémico, y no se trata de una postura que uno busque ex-profeso – como para distinguirse de los demás – pero Taxi Driver no me resulta el monumento al cine que todos hablan. Tiene problemas de tono, le sobran escenas, y la performance de De Niro me resulta irritante, básicamente porque es la misma de siempre – con la cual construyó durante 40 años su carrera -. Eso no quita que el filme tenga grandes ideas y escenas poderosas, pero no todo lo que aparece en pantalla funciona. Es posible que mi visión desangelada tenga que ver con que han pasado 40 años de agua bajo el puente, con lo cual yo (o el público de hoy) seamos más cinicos y analíticos respecto del filme. Como sea, hay un problema de unidad narrativa, en donde el filme comienza con un personaje y, a mitad de camino, lo troca por otro totalmente diferente.

Los chupamedias de siempre saldrán a entonar cantos de alabanza a Scorsese, y seguramente me tildarán de hereje. Yo creo que Scorsese siempre ha sido el gran maestro de la violencia urbana, y sus mejores bazas las ha obtenido cuando el tipo filma policiales, no cuando hace biografías ni dramas de época. Lo suyo son los mafiosos quebrando cabezas o sicóticos rebanando gente en pedacitos. Que después Scorsese sea muy versátil y salte a cualquier otro género es otra cosa, pero su corazón está en los relatos violentos. Es un individuo que sabe shockear, y es un artesano que sabe encandilar con los personajes siniestros que están vinculados a la violencia. En todo caso, es un hábil retratista de villanos.

En sí, Taxi Driver no deja de ser la historia de un sicópata con la diferencia de que, en vez de matar inocentes, termina por calzarse una brillante armadura y sale a rescatar a una niña de las garras del vicio. Como quien dice, un lunático que ha utilizado sus energías del lado oscuro para una causa del bien. Toda la primera hora no es más que la crónica del descenso a los infiernos de Travis Bickle – un veterano de Vietnam al que le faltan algunos jugadores, y cuya situación mental se va al demonio cuando empieza a empaparse con toda la podredumbre que lo rodea en las calles neoyorkinas -, en donde la historia me hace acordar seriamente a El MaquinistaDe Niro se pone cada vez mas ojeroso, sigue sin conciliar el sueño y pareciera estar al borde de un ataque de nervios -. Toda la conducta de Bickle es la típica de un sicópata – incapaz de entender las reglas sociales, acosando a la chica que le interesa, y con una visión tan amoral y única del mundo, como cuando lleva a Cybill Shepherd a ver una película porno en su primera cita -, y da la impresión que, en cualquier momento, este tipo va a cometer un desastre. Incluso cuando compra una enorme provisión de armas y sale armado, pareciera que el propósito de De Niro es salir a destrozar todo aquello que le interesa a la Shepherd – proyecta el rechazo de la rubia (y todo lo que le molesta de su imagen típica de clase media) en el superficial senador que se candidatea para la presidencia, y al cual no lo mata por un pelo -.

Ahí es cuando el filme pega un salto y se transforma en otro. De Niro deja de estar ojeroso y de ser un apático con ideas raras para convertirse en un tipo locuaz y convencional. Decide tomar la causa de la prostituta infantil (Jodie Foster), e intenta convencerla que debe volver con su familia, volver a estudiar, enamorarse, vivir como una niña de su edad. El personaje cambia tanto, que incluso diría que se trata de otro. No parece el mismo hombre que vive en los cines pornográficos, que planea matar al senador, que es un inadaptado incapaz de tratar con la gente, o que se encuentra asqueado por toda la inmundicia de las calles. Es un individuo moralista y conservador. Es posible que la transición entre ambas caras del mismo personaje haya fallado, y uno no la pueda percibir. Ahora De Niro se ha transformado en Don Quijote, luchando contra molinos de viento con su Magnum 44. ¿En qué momento el sicópata asesino ha desaparecido, dejando el lugar al conservador justiciero callejero?.

Taxi Driver presenta problemas en su segunda mitad. Además del cambio de tono, hay escenas demasiado largas y con pinta de improvisadas – la mayoría en las cuales participa Harvey Keitel, por ejemplo, se hacen eternas -. Eso no quita que, cuando llega el climax, sea violento e impresionante. Eso y el clásico monólogo frente al espejo – “¿me hablas a mí?” – son las escenas más populares del filme. Son los momentos en donde Scorsese brilla y desata toda la violencia contenida a lo largo del relato.

El otro punto con el cual tengo problemas es con el epílogo, el cual no debería haber existido. Atenta contra el realismo del relato – Bickle debería haber perecido, como si el enfrentamiento hubiera sido la sangrienta expiación de su locura y de los impuros; en cambio, ahora vemos un tipo cargado de armas ilegales que mató a sangre fría a tres tipos y que termina siendo visto como un héroe -, amén de que la performance de De Niro no exuda el misterio que debería tener (ahora su personaje no es el mismo; ha limpiado las calles, ha retado a la muerte y ha regresado de ella). Por el contrario, una interpretación alegórica – De Niro se murió y esto es una imaginación suya – parecería más lógico, si bien Scorsese ha rechazado esta lectura. La mirada de la Shepperd en este segmento no es de admiración, sino de temor.

Taxi Driver tiene su cuota de disparidades en su segunda hora. Son cosas sutiles (otras no tanto), que quizás a la mayoría no le resulten tan estridentes como a mí. Sin dudas es un clásico y es una película formidable, pero no la hallé perfecta; a lo sumo vi un par de imperfecciones importantes que, en una película de este calibre (y en donde uno se pone más exigente), me resultan imposibles de pasar por alto.