Crítica: Suspiria (1977)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Italia, 1977: Jessica Harper (Susy Banyon), Stefania Cassini (Sara), Alida Valli (Miss Tanner), Joan Bennett (Madame Blank), Udo Kier (Frank Marshall), Flavio Bucci (Daniel)

Director: Dario Argento, Guión: Dario Argento & Daria Nicolodi

Trama: Susy Banyon recibe una beca para estudiar danza en una academia de Alemania. Pero al llegar, una de las estudiantes aparece sádicamente asesinada. Con la sucesión de numerosos incidentes violentos, Susy empieza a investigar hasta descubrir que originalmente la academia había sido sido una escuela de ocultismo regida por una siniestra mujer tildada de bruja.

Suspiria Darío Argento es un director italiano de terror con numerosos adeptos alrededor del mundo. Pero si bien Argento había demostrado sus dotes en numerosos giallos de finales de los 60 y principios de los setenta, no sería hasta su segundo filme de terror (el primero había sido Rojo Profundo el año anterior) que obtendría reconocimiento internacional.

Pero la realidad es que Suspiria es una bolsa de gatos, con cosas fabulosas y otras que dejan bastante que desear. Visualmente es fascinante – hay una concepción operística de escenarios y luces, con sets enormes plagados de colores chirriantes, y en todas las escenas (sin importar en qué locación tienen lugar) siempre hay un elemento rojo predominante -. En cuanto a los asesinatos, están rodados del modo más sangriento y gráfico posible, lo cual era inusual para la época y se transformaría en una marca de fábrica del horror italiano. En algunos casos las muertes están orquestadas con un exceso que bordea el ridículo – como el asesinato inicial de la estudiante, que le dan dos mil puñaladas, sigue gritando y terminan por lanzarla por un vitral con una cuerda al cuello para que se ahorque -, pero en general cumplen su propósito.

Pero en cuanto al libreto, es un típico ejemplo de por qué el cine de terror (con escasas excepciones) siempre va a ser un género menor. Situaciones traídas de los pelos, personajes terriblemente escritos, y coherencia que sale volando por la ventana. Aquí Argento parece trasladar los mísmos códigos de las películas de cárceles de mujeres, sumado a los personajes alevosamente sospechosos y propios de los filmes de suspenso de la Universal de los años 30 y 40. Bastan quince minutos en el filme para Argento le grite al público: ¡Aquí hay una carcelera lesbiana! ¡allí hay un mayordomo deforme! ¡ésta es la odiosa líder de las bailarinas!, con la trampa obvia de que el personaje más normal y menos destacado resulta ser el responsable de la organización de brujas. Uno puede intentar justificarlo diciendo que son pases de magia para esconder el verdadero truco, pero desde ya la sutileza no es algo que caracteriza a estos personajes ni a la trama.

El otro tema es que, para mantener las cosas en tensión, el libreto se despacha con todo tipo de truculencias, unas cuantas completamente descolgadas de lo que en realidad trata la historia. El asesinato del pianista ciego, si bien está excelentemente montado, no guarda demasiada relación con la trama; lo mismo ocurre con la lluvia de gusanos que acontece dentro de la academia. Y a veces la lógica se va por los caños, como cuando una de las estudiantes queda encerrada con el asesino afuera intentando entrar y, en vez de fortificar la puerta, utiliza los muebles para salir por una ventana y terminar por caer en un nido de alambres de púas (¿quién dejaría kilómetros de alambre de púas tirados por el suelo en un cuarto?). En ese sentido, más vale dejar el switch en off del cerebro y dedicarse a ver a Suspiria como lo que es: un filme de terror en el sentido cinematográficamente pornográfico, donde uno soporta diez minutos de mala exposición para poder ver la novedad del destripe que tiene reservada Argento bajo la manga.

En datos para la trivia está Aida Valli, quien era la ex de Orson Welles en El Tercer Hombre; y aparece un jovencísimo Udo Kier – con pinta de galán y menos amanerado – en un papel que dura menos de cinco minutos en pantalla. Jessica Harper es la misma del clásico Fantasma en el Paraíso de Brian de Palma.