Crítica: Supersonic Man (1979)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

España, 1979: Antonio Cantafora (Paul), Cameron Mitchell (Dr. Gulik), Richard Yesteran (Kronos / Supersonic), Diana Polakov (Patricia Morgan), José María Caffarel (profesor Morgan), Frank Braña (Peterson)

Director: Juan Piquer Simón, Guión: Juan Piquer Simón y Sebastián Moi

Trama: El alienígena Kronos es enviado a la Tierra, ya que su raza ha percibido la generación de una latente amenaza para toda la galaxia. El causante resulta ser el Dr. Gulik, un egocéntrico villano que ha robado cuantiosas cantidades de material radiactivo y tiene en su poder al profesor Morgan, a quien presiona para que invente un rayo mortal. Pero Morgan se resiste ante los avances de Gulik, y a éste se le ocurre que la única manera de obtener la colaboración del científico sería secuestrando a su hija Patricia. Pero Kronos – ahora disfrazado como el terrícola Paul – custodia a Patricia y la salva de numerosos atentados. Gulik presencia las apariciones de Kronos – a quien la gente ha nombrado como Supersonic Man -, y lo considera una amenaza para sus planes. Ahora el siniestro doctor le tenderá una trampa mortal a Supersonic Man, so pena de matar a Patricia y aniquilar las principales ciudades del mundo.

Supersonic Man ¡Supersonic Man!… I wannabeeeeeeeeee!

(entonar en falsete al son de un ritmo ochentoso mientras un superhéroe gallego sobrevuela los cielos)

Fines de los setenta y Superman de Richard Donner es la sensación del momento. Pronto vendría una sucesión de terribles clones, principalmente de la cinematografía exploitation europea. El punto más bajo de la escala es sin lugar a dudas The Puma Man (1980); y un peldaño un poco más arriba (unos dos centímetros aproximadamente) está Supersonic Man, otro engendro pero esta vez de origen español y ligeramente más competente.

Supersonic Man es un filme que hubiese querido que me agradara. Hay mayor despliegue de producción que The Puma Man, Cameron Mitchell tiene algunos parlamentos potables, los FX son medianamente competentes, y el ritmo no es demasiado malo. Es un obvio clon de Superman, con villano a la Lex Luthor en su siniestra madriguera subterránea (poner voz de Dr. Evil y decir al unísono: Niah,niah!), héroe alienígena con doble personalidad (que acá la encarnan dos actores distintos!), y nueva amenaza mortal a todo el planeta. Pero aún con todos sus plagios, le pone ganas y entretiene de a ratos sin dañar mucho la neurona.

El problema pasa por Juan Piquer Simón, que es el peor enemigo de sí mismo. Con un presupuesto generoso para lo que uno podría pensar de una producción española de ciencia ficción, el director termina por insertar una serie de personajes bizarros que terminan por irritar. Piquer Simon comenzó a crear su propio nicho en el cine fantástico español a partir de Viaje al Centro de la Tierra (1976), el film que nos ocupa, y otras producciones posteriores como Misterio en la isla de los monstruos y Slugs, Muerte Viscosa, con elencos norteamericanos de serie B; pero no deja de ser un director mediocre y un pésimo guionista. Si el filme se tomara medianamente en serio a sí mismo podría haber resultado en un clon pasable de Superman; pero Piquer Simón introduce una serie de comics reliefs que sólo provocan acidez estomacal. Tampoco la historia está tan mal, si bien no es demasiado original, pero el cineasta empieza a despacharse con escenas ridículas en mayor cantidad a medida que avanza la película. Un robot que parece un tacho de basura gigante (salido de un filme de los años 50), escenas en donde nuestro héroe vuela en una dirección que no es la coherente con la proyección de fondo (como si volara de costado!); los duelos de Supersonic Man con los secuaces de Gulik, en donde les convierte las pistolas en bananas; persecución de autos que comienzan en Almería y terminan en Nueva York (!!!); el salvamento de la hija del científico, cuyo auto está fuera de control y a punto de estrellarse contra una topadora… que es levantada por el superhéroe. El problema es que la topadora es un dibujito pintado sobre una plancha de cartón, que ni siquiera es tridimensional (como si levantara una chapa de tergopol de dos centímetros de espesor).

Lo que ocurre es que pareciera que, en algún momento del rodaje, a Piquer Simón se le antojó que toda la historia era ridícula y empezó a meter chistes que son aún más malos que la mediocre trama. Lo que termina por generar una ensalada de todas clases y colores, con escenas actuadas con un tono soberanamente serio por Cameron Mitchell – que incluso me animaría a decir que improvisó buena parte de sus diálogos, ya que tiene algunos parlamentos sabrosos que sobrepasan la mediocridad general del guión -, y secuencias descomunalmente ridículas. Incluso el final es absurdo, con el villano siendo derrotado por su propia incompetencia. Lo cual es una lástima, porque hay algunos momentos buenos del filme que podrían haberlo redimido.

Debemos confesar que aquí somos defensores de causas perdidas, y solemos ser fans incluso de los filmes más espantosos jamás filmados. Objetivamente, Supersonic Man no es taaan mala como para que resulte graciosa (aunque tiene sus momentos de ridiculez), y no llega a ser aceptable simplemente por su incompetencia. Subjetivamente, era una oportunidad desperdiciada de hacer un clon ok de Superman con un presupuesto aceptable; no hubiera sido algo que rompiera moldes, pero al menos podría haber resultado en un entretenimiento ok de matineé de los sábados a la tarde. Pero así como está, no es ni chicha ni limonada.