Crítica: La Sonámbula (1998)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Argentina / España, 1998: Eusebio Poncela (Ariel Kluge), Sofía Viruboff (Eva Rey), Lorenzo Quinteros (Dr. Gazzar), Patricio Contreras (Santos), Gastón Pauls (Gorrión), Norman Briski (el Duque), Alejandro Urdapilleta (Aldo)

Director: Fernando Spiner, Guión: Fernando Spiner, Ricardo Piglia y Fabián Bielinsky

Trama: Buenos Aires, 2010. La explosión de una planta de gas experimental ha provocado que gran parte de la población haya perdido la memoria. El regimen dictatorial, a través del Ministerio de Control Social, lleva a cabo terapias para readiestrar a las personas. Pero una extraña joven ha aparecido y es llevada a los laboratorios del Dr. Gazzar. Con sus scanners mentales, Gazzar descubre que Eva posee una enorme cantidad de recuerdos escondidos en el subconsciente – mucho más que cualquier sobreviviente del incidente del gas – y que parece conocer a Gauna, el líder revolucionario que intenta derrocar la dictadura. Gazzar convence a sus jefes de que liberen a Eva y pone al doble agente Ariel Kluge tras su pista, confiado en que la chica los guiará hasta Gauna. Pero las cosas no saldrán como lo planeado.

La Sonambula La Sonámbula es otra de esas escasas incursiones del cine argentino en el terreno de lo fantástico. Está dirigida por Fernando Spiner, quien venía de hacer televisión y que tiene la particularidad de contar con dos películas de sci fi en su haber, algo totalmente inusual para la cinematografía criolla. El otro opus fantástico de Spiner sería Adiós, Querida Luna (2004).

Si bien Spiner logra sortear un montón de problemas habituales del cine argentino, a su vez agrega algunos propios. Por suerte los diálogos no suenan rimbombantes, los efectos especiales son bastante decentes – hay una enorme cantidad de ellos, empezando por la Buenos Aires del futuro, devastada y plagada de autopistas -, e incluso los argentinismos están integrados de manera impecable. El problema es que La Sonámbula empieza de manera espectacular, en el medio comienza a empantanarse y en el clímax se termina por desplomar. Aún cuando el final podría considerarse aceptable, a uno le da la impresión de que los guionistas llevaron la historia hasta un punto que no supieron como cerrarla prolijamente.

La historia arranca realmente muy bien. Spiner y sus guionistas parecen canalizar perfectamente a Phillip K. Dick, y la trama hubiera hecho las delicias del excéntrico novelista. La idea de que toda la población ha quedado amnésica – accidentalmente o ex profeso, como uno podría presumir con semejante dictadura instalada en el poder – es un delirio dickiano impecable. Escenas como la de Eusebio Poncela hablando con quién debería ser su familia – según los documentos que ha encontrado el estado – son formidables. Perdida la memoria, se pierde la identidad y la química entre los individuos. La gente se reúne bajo el mismo techo, simplemente porque todo indica que estaban casados, pero no son más que un grupo de extraños conviviendo.

Además todo el setup parece creado a partir de influencias de Blade Runner y El Vengador del Futuro (dos adaptaciones de Dick). La ciudad en ruinas y neo punk; los individuos identificados con códigos de barras; el scaneo de mentes y recuerdos; una elegida que parece conocer la ubicación del jefe revolucionario, el cual puede liberar a este mundo (parece la historia de la búsqueda de Schwarzenegger con Quato en Total Recall). Incluso el implante de rastreo que lleva Eusebio Poncela está tomado de esa película.

Los problemas empiezan cuando Spiner se sale de los carriles de Dick. El ritmo empieza a enlentecerse y las secuencias intermedias parecen un relleno demasiado estirado. Faltaba un guión más conciso y una mejor edición. La dupla central demora demasiado en salir de Buenos Aires, y la travesía hasta ubicar a Gauna parece eterna (y eso que el filme sólo dura 107 minutos). Cerca del final del segundo acto aparecen unas tardías ráfagas de acción, que eran necesarias mucho antes para inyectarle algo de vida al relato.

Pero la gran contra de La Sonámbula es su final. (alerta spoilers) Es un filme que no ha establecido claramente sus reglas y que en los últimos minutos parece una catarata de Deus Ex Machina, lo cual es una lástima ya que el relato venía bien. Desde el momento en que Eva grita y desintegra el rancho, uno no sabe a qué atenerse. Con la desaparición de Patricio Contreras y Lorenzo Quinteros el filme pierde momentum y comienza a quedar ruedas para arriba. Y cuando llega la supuesta resolución – todo ha sido un sueño y Eusebio Poncela ha logrado salir de él para caer en el mundo real -, suena a trampa del libreto. A uno le da la impresión de que el verdadero problema es que los creativos consideraron a la trama de ciencia ficción como un género menor, y que decidieron desdeñar toda la historia futurista en pos de un seudo giro intelectual – como que esos argumentos sólo resultan creíbles en los sueños -. Pero lo cierto es que la trama de sci fi era mucho más apasionante que la simple resolución mundana de que todo fue producto de la imaginación de Sofía Viruboff, amén de que el clímax está mal construído tal como figura en el filme. Para tener idea de un final verdaderamente sorprendente al cual uno llega mediante pistas previas hábilmente camufladas, vean Los Sospechosos de Siempre. Aquí Spiner debería haber dado muchas más señales de que ese Buenos Aires futuro era una alegoría de la vida real de Eva, y no el simple hecho de descubrir a Gaston Pauls paseando en bicicleta por el pueblo o de que Lorenzo Quinteros es el esposo de Sofia Viruboff. Hubiera sido mucho más satisfactorio concebir a Eva como una especie de semidios apocalíptico a lo Akira – por ejemplo un individuo superpoderoso que está en estado inconsciente y que provoca el estado de amnesia generalizado; Eva como la corporización de esa persona; Gauna como el marido que sabe la verdad y quiere despertar a la entidad para despabilar a toda la población – que el climax que figura en la película. Resultaba imprescindible que la revolución triunfara, y que toda la historia futurista tuviera un cierre, en vez de abandonarla sin más. Los últimos cinco minutos de la cinta son realmente frustrantes. (fin de spoilers)

La Sonámbula es una experiencia interesante pero despareja. Spiner pifia el centro al arco en los últimos cinco minutos del partido, y la pelota termina fuera de la cancha. Es una lástima, ya que hay una enorme cantidad de ideas que valían realmente la pena.

CINE FANTASTICO ARGENTINO

Otros títulos del cine fantástico argentino: El Hombre Bestia (o las Aventuras del Capitán Richard) (1934); Obras Maestras del Terror (1960), Extraña Invasión (1965), Sangre de Virgenes (1967), Invasión (1969), Snuff (1976), Moebius (1996), La Sonámbula (1998), Déjala Correr (2001), Plaga Zombie: Zona Mutante (2001), Adios Querida Luna (2004), Tiempo de Valientes (2005), Zenitram (2010), Fase 7 (2011), Mamá (2013), Kryptonita (2015)