Crítica: Salomón Kane (Solomon Kane) (2009)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorGB / Francia / Republica Checa, 2009: James Purefoy (Solomon Kane), Rachel Hurd-Wood (Meredith Crowthorn), Pete Postlethwaite (William Crowthorn), Sam Roukin (Marcus Kane)

Director: Michael J. Bassett, Guión: Michael J. Bassett, basado en los cuentos de Robert E. Howard

Trama: Corre el año 1600, cargado de misticismo y brujería. Solomon Kane es un feroz corsario que sirve bajo la bandera de la corona inglesa y saquea sin piedad a los enemigos del imperio. Pero en uno de los ataques se topa con un sirviente del Diablo, el cual viene a reclamar su alma debido a la cantidad de matanzas que ha cometido en su vida. Solomon logra escapar y se refugia en un monasterio en Inglaterra, decidido a purificar su alma. Pero, tras un año de estadía, su presencia incomoda a los residentes y éstos deciden pedirle que se vaya. Solomon es ahora un hombre pacífico y un ferviente creyente cristiano. Tras unirse a la caravana liderada por William Crowthorn y su familia, Kane evalúa seriamente establecerse en América y comenzar una nueva vida. Pero una horda de criaturas demoníacas ataca la caravana, asesinando a Crowthorn y raptando a la hija adolescente de éste. Ahora Kane le ha jurado al moribundo Crowthorn recuperar a la muchacha, aún a costa de su propia vida; pero en el camino de rescate, Solomon terminará por descubrir una verdad inquietante acerca de su propio pasado y que está vinculada a las criaturas que asolan la comarca.

Solomon Kane Solomon Kane es una de las primeras creaciones de Robert E. Howard, el autor de Conan. Howard era un estudiante secundario que comenzó a despachar cuentos para revistas pulp de la época como Argosy y Weird Tales. Como sus trabajos eran regulares y populares entre los lectores de dichas publicaciones, Howard no tardaría en convertirse en escritor profesional, lo que ocurriría a la temprana edad de 18 años. Para tener una idea del talento de Howard, el escritor había creado a Solomon Kane a los 22 años, Kull el Conquistador (el personaje de Howard que fundaría el género de la Fantasía Heroica) a los 23, y Conan a los 26. Lamentablemente la situación económica y emocional de Howard se volverían muy inestables con el paso del tiempo, y el escritor se volaría los sesos al cumplir los 30 años.

En sí Solomon Kane no difiere demasiado de Conan y otros personajes de Howard. Es un guerrero solitario y brutal que combate criaturas sobrenaturales, con la única diferencia que ahora está seteado en la edad media. El dato de que la aventura tiene lugar en el año 1600 y en Inglaterra es simplemente anecdótico; con la excepción de justificar la existencia de mosquetes, iglesias católicas y banderas inglesas, el resto podría calzar perfectamente en plena Tierra Media o en cualquier otro mundo de fantasía. La mayoría de los combates son a pura espada, los demonios acosan desde las sombras, y los castillos se ven más tétricos que nunca. Aún cuando Solomon Kane sea una producción modesta, la ambientación está muy bien hecha y transporta al espectador a una era en donde la existencia de la magia resulta creíble.

Pero la gracia del filme pasa en realidad por la potencia del personaje central, que es una especie de Aragorn con mala actitud, decidido a patear traseros de cualquier criatura viviente – humana o sobrenatural – que se le cruce por su camino. Este es un tipo brutal, con un corazón negro sediento de sangre, que inspira terror a sus enemigos – en un momento le dice a uno de sus secuaces: ¿de qué te asustas? ¡Aquí el único demonio soy yo! -. Tras verse cara a cara con un súbdito del Diablo (que viene a reclamarle su oscura alma) y lograr escapar, Kane se refugia en un monasterio y se convierte en un hombre temeroso de Dios. Pero cuando las circunstancias lo ameritan, la bestia asesina que lleva adentro renace y provoca estragos entre sus enemigos.

Quizás el aspecto más fascinante de Solomon Kane tenga que ver con su lucha interna entre el bien y el mal, en donde la naturaleza violenta del personaje termina por triunfar, sólo que ahora se ha encaminado por una buena causa. Este es un sicópata de nacimiento, que ama la violencia y sabe que ése es su mundo. Por ello es que Solomon Kane participa del mismo perfil que el personaje de Clint Eastwood en Los Imperdonables: otro asesino reformado en apariencia, que ha exterminado todo tipo de ser viviente que se le haya cruzado en el camino, y al cual su pasado lo condena a ejercer su único talento de la manera más brutal posible. A lo largo de los dos primeros tercios de Solomon Kane hay puñados de reflexiones fascinantes sobre la inexorabilidad del destino y la naturaleza del mal. En un momento Kane suplica ante las hordas de poseídos que no maten a un muchacho y, ante la sorda escucha de su pedido, termina maldiciendo a Dios por negarle la posibilidad de redención y condenarlo a ser un asesino… tras lo cual, comienza a desguazar esbirros del demonio con sus dos espadas como si fueran sandías maduras.

Durante esos dos primeros tercios Solomon Kane transpira carácter. Oh sí, sin dudas es una de las mejores aventuras de fantasía de la era post El Señor de los Anillos, pero acá los méritos no pasan por lo espectacular de la historia ni por lo excéntrico de los efectos especiales, sino porque el personaje central tiene una dualidad contradictoria fascinante. A esto se suma la excelente performance de James Purefoy – un tipo que viene haciendo secundarios desde hace años, sin nada memorable a nivel internacional -, la que debería valerle merecidamente el estrellato. Cosa curiosa del destino, Solomon Kane fue estrenada en Europa en el 2009 y ya salió en video, mientras que los norteamericanos aún no la han visto en sus salas de cine (hay un estreno demorado para este 2010). Pero ni bien lo haga, Purefoy debería pasar a ser uno de los más solicitados de Hollywood. Su actuación es perfecta, intensa y radiante de carisma – uno realmente se emociona cuando Kane entra en una racha justiciera, o cuando las cosas le salen mal -.

Ciertamente la energía de Purefoy permite obviar algunos detalles que tienen que ver con la modestia de la producción (como escenarios y efectos especiales); pero lo único que no puede esconder es el tercer acto, en donde Solomon Kane presenta algunos problemas narrativos y pareciera que le falta una pulida. Comenzando por el cameo extendido de Max Von Sydow, en donde un intérprete tan solvente como el actor sueco recita sus líneas con una falta de convicción sorprendente (y eso que le toca en suerte uno de los momentos más emotivos de la pelicula); y a esto le sigue un clímax resuelto de manera expeditiva y con algunos deux ex machina relativamente molestos. Es como si el presupuesto y la paciencia se hubieran agotado, y el director Michael J. Bassett hubiera apurado el tranco, omitiendo crear el clima épico de la confrontación final y procurando cerrar la historia de manera rápida y económica. De todos modos el final deja la puerta abierta para futuras secuelas (ya se habla de una trilogía si la película tiene éxito en USA), las cuales espero ansiosamente que haya y que cuenten con un presupuesto más holgado como para pulir los detalles que aquí terminan por quedar en evidencia.

Solomon Kane es un gran filme. Es emotivo, vibrante, está bien actuado y bien dirigido. Que no lo engañe la sosa imagen de colono inglés del poster; ésta es una aventura al mejor estilo de El Señor de los Anillos, sólo que en una época y región más reales. Hay detalles aquí y allá – una música muy parecida a Batman Comienza, actitudes tomadas de Los Imperdonables, acción coreografiada como El Señor de los Anillos, un personaje central vestido a la usanza de V de Venganza y que maneja los cuchillos con igual destreza, sangrientas revanchas personales contra hechiceros de la región al estilo de Conan, etc – que a veces nos hace recordar a los originales en los que se inspira… hasta que James Purefoy abre la boca y nos encandila con su carismático sicópata que asesina a favor del bien.