Crítica: Siniestro (2012)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2012: Ethan Hawke (Ellison Oswalt), Juliet Rylance (Tracy Oswalt), James Ransone (Oficial Tal y Tal), Fred Dalton Thompson (Sheriff), Michael Hall D’Addario (Trevor Oswalt)

Director: Scott Derrickson, Guión: C. Robert Cargill & Scott Derrickson

Trama: Ellison Oswalt se ha mudado con su familia a una casona ubicada en un pequeño pueblo en Pennsylvania. Lo que su esposa e hijos desconocen – porque Oswalt se los oculta – es que en dicha casa aniquilaron a una familia entera hace cuestión de unos meses, un crimen sin resolver que Oswalt planea investigar para su próximo best seller. Pero al llegar el escritor descubre una caja llena de películas caseras en formato 8 mm, las cuales han registrado en celuloide una serie de espantosas ejecuciones que han estado sucediendo desde hace cincuenta años – incluyendo la de la presente casa, y en todas las cuales siempre aparece la misma figura enmascarada -. Convencido de que se trata de algún tipo de asesino serial impulsado por motivos rituales –y con el factor común de que siempre ha desaparecido (sin dejar rastros) el mas pequeño de la familia masacrada -, Oswalt se lanza a investigar… sólo para descubrir que la figura amenazante resulta ser Buughul, una antigua deidad babilónica cuyo mayor placer era devorar la carne de los niños que le ofrecían en sacrificio. Y si bien la teoría parece un disparate, pronto las cosas darán un giro tremendo cuando Oswalt descubra que Buughul es real y que el ente parece haberse obsesionado con él… sumiendo al escritor y su familia en la más oscura de las pesadillas.

Buughul rapta a una de sus victimas en Siniestro Buughul rapta a una de sus victimas en Siniestro

Siniestro En más de un sentido Siniestro parece uan típica película de Wes Craven: historia fallida, lógica que sale volando por la ventana, pero buen clima y un puñado de escenas efectivas que te hacen flaquear las piernas. Viene de la mano de Scott Derrickson, responsable de El Exorcismo de Emily Rose, la vilipendiada (aunque a mi juicio, mas que recomendable) remake de El Día que Paralizaron la Tierra y la inminente incursion de la Marvel en el terreno de lo sobrenatural con la versión para la pantalla grande de Doctor Strange. Honestamente, yo sé que hay tipos con muchísimo mas talento que Derrickson para el horror – basta mencionar a James Wan -, pero el norteamericano no es nada malo en lo suyo. Lo que hace aquí es reflotar con mucha altura un argumento fallido, lo cual lo hace con talento, buena fotografía y la siempre sólida performance de Ethan Hawke. En mano de cualquier otro director el resultado final hubiera sido un bodrio intragable.

El mayor problema de Siniestro es que le interesa crear escenas de shock de manera constante, sin preocuparse demasiado si la historia de fondo tiene algo de coherencia. Al estar producida por el pope Jason Blum – que después de Actividad Paranormal y secuelas ha creado un mini imperio del bajo presupuesto basado en cintas de terror que incluyen found footage -, tenemos algo de rodaje en primera persona. Al menos el por qué está justificado – el asesino goza de rodar las matanzas y quiere que tipos como Ethan Hawke encuentren la documentación de dichas hazañas – y la integración con la cinta es lógica. El personaje principal no deja de ser un cretino narcisista que busca recuperar la gloria perdida a cualquier costa – imaginen llevar a vivir a su propia familia a la casa en donde masacraron a cuatro personas (!) – y cuyos métodos bordean lo amoral; pero, en la piel de Hawke, el actor se da maña para volverlo bastante mas vulnerable y humano. En donde el filme apuesta sus mejores bazas es en el descenso de Hawke a los infiernos: cada sesión nocturna de cine – en donde el escritor calza un rollo de 8 mm en el proyector y se espanta con cada una de las matanzas cometidas por la figura enmascarada – es una excusa para soltar al demonio y someter a Hawke a una sesión de shocks, algunos de los cuales son realmente efectivos – en particular me gustaron dos: una en donde la foto fija que aparece en un monitor cobra vida, y la otra en donde la filmación hogareña deriva a una carrera de cortadoras de pasto… en donde las cabezas de las victimas se encuentran en la trayectoria directa de devastación del aparato (!) -. Lástima que la película es PG13, razón por la cual nunca se ven tripas y a lo sumo lo que obtenemos son un par de sobres de ketchup explotando en primer plano.

Ciertamente Siniestro es sólida y efectiva; lástima que la criatura de turno es más una invención del libreto – un McGuffin – para justificar las escenas de horror, que un ente real impulsado por motivos válidos. El cómo apareció ese demonio, por qué gusta de filmar todo en video, cómo hace para manipular objetos reales o qué diantres hace con los pibes es una cosa que queda en la nebulosa. El problema del cine de horror moderno es que es incapaz de crear una mitología convincente del monstruo de turno que haya creado, todo lo cual termina zanjándose en el terreno de la trivialidad: una cosa es aceptar que a los vampiros se los mata con cruces, estacas y agua bendita, y otra es decir que a Freddy Krueger se lo puede combatir no teniéndole miedo – ya que el asesino se alimenta de tu temor -. Absurdos parecidos a esos aparecen aquí, y las explicaciones se pierden por el camino. Honestamente hay veces en que prefiero que no las hayan – antes que el libretista se mande con un bolazo atómico que tire a la cuneta una buena película -, pero aquí era necesario algún tipo de explicación adicional para que todo no suene arbitrario. El por qué comenzaron a matar gente a mediados de los sesenta o cuál es la relación específica de los domicilios con la suerte de sus desafortunados locatarios (eso sin contar con el vicio voyeurista de grabar todo en celuloide).

Siniestro es recomendable porque funciona como pasatiempo; no da para franquicia ni para hacerle demasiadas preguntas. Mas vale déjese llevar por las artes de Ethan Hawke y Scott Derrickson, las cuales alcanzan de manera mínima para dar a luz un buen espectáculo de terror sin insultar demasiado nuestra dignidad y nuestra inteligencia.