Crítica: El Viaje Fantástico de Sinbad (The Golden Voyage of Sinbad) (1974)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorUSA, 1974: John Philip Law (Sinbad), Tom Baker (Koura), Douglas Wilmer (gran visir), Caroline Munro (Marigiana), Martin Shaw (Rachid), Kurt Christian (Haroun), Takis Emmanuel (Achmed)

Director: Gordon Hessler, Guión: Brian Clemens

Trama: Una extraña criatura sobrevuela el barco de Sinbad, y la tripulación lo espanta lanzándole flechas; pero en la huída, el animal ha dejado caer un amuleto de oro. Cuando Sinbad se encuentra con el Gran Visir de Marabia, éste le dice que el amuleto es una de las partes que componen un fantástico talismán, el cual le dará a su poseedor ilimitadas riquezas y poder si logra reconstruírlo. Pero el Visir también le cuenta que el oscuro príncipe Koura se encuentra tras el rastro de la joya, planeando utilizarla para apoderarse de su nación. Ahora Sinbad y el Visir deberán llegar al continente perdido de Lemuria – dondes se encuentran los restos del amuleto -, antes que Khoura reconstruya el talismán y utilice su poder con diabólicos fines.

El Viaje Fantastico de Simbad Cuando Ray Harryhausen comenzó a desarrollar proyectos independientes, encontró una formidable veta en el género de la fantasía. El Séptimo Viaje de Sinbad y Jason y los Argonautas fueron dos de las obras que le dieron mayor prestigio. En la década del setenta Harryhausen revisitaría el mundo de Sinbad en dos ocasiones: la que nos ocupa, y la mediocre Sinbad y el Ojo del Tigre (1977).

No soy muy afecto de la mitología de Las Mil y Una Noches, posiblemente porque tras The 7th Voyage of Sinbad (1958) – que era una aventura de matineé relativamente pasable -, surgieron toneladas de clones mediocres provenientes en su mayoría de Italia, y el género terminaría por ser bastardeado. Es como el Peplum: un género barato de producir, que a lo sumo lleva algún gasto en una breve secuencia de efectos especiales como para que ingrese dentro del terreno de la fantasía. Pero debo reconocer que, de todas las aventuras orientales de fantasía vistas hasta ahora, El Viaje Fantástico de Sinbad es la más sólida – y posiblemente la mejor -.

El problema con buena parte de la obra de Ray Harryhausen es que los desarrollos dramáticos son tan toscos como las performances actorales, con lo cual las historias son solo relleno y excusas para que el animador demuestre sus talentos en el stop motion. Pero aquí esos aspectos superan la media habitual, sumando a esto algunas de las mejores secuencias de la carrera de Harryhausen. El director Gordon Hessler, que venía de la escuela de la American International Pictures con La Caja Oblonga, Scream and Scream Again, y Cry of the Banshee, es notablemente competente a la hora de dirigir la aventura. Cuando hay acción, tiene suspenso y es excitante; y cuando la trama avanza en la exposición, nunca se hace demasiado larga hasta que cambia de tono y escenario.

Una de las cosas más fascinantes de El Viaje Fantástico de Sinbad es la de tener un villano falible. Usualmente esto resultaría ridículo – como los malvados de los filmes infantiles -, pero acá está realizado con tanta altura que termina por humanizar al personaje y hacerlo interesante. El mérito corresponde al libretista Brian Clemens – creador y guionista de series de culto como Los Vengadores, su secuela y Los Profesionales -, que pone todo el empeño en demoler clichés. Aquí Khoura envejece tras cada hechizo, sufre como un condenado cuando toma posesión de sus criaturas infernales, y no siempre las cosas le salen como es debido. Pero todo esto está desarrollado de modo creíble, y le permite escapar de los cánones habituales de este tipo de papeles – tipos vestidos de negro, omnipotentes y rièndose como estúpidos -. A esto se suma la performance de Tom Baker – quien más tarde sería uno de los tantos Doctor Who -, que hace una estupenda imitación de Christopher Lee (curiosamente Lee era uno de los finalistas del papel). En contraposición está John Phillip Law, que le dá el carisma y la presencia física que Sinbad precisa (en vez de las anodinas performances de Kerwin Mathews y Patrick Wayne en las otras dos entregas de Harryhausen sobre el mismo personaje).

El libreto tiene parlamentos inteligentes, lo cual no es habitual para el género; e incluso el humor – que a veces es algo tonto, como los díalogos del comic relief Takis Emmanuel – terminan por resultar graciosos, ya que el filme tiene tan buena onda que contagia al espectador. Y la cereza del postre son las animaciones de Harryhausen, que aquí son geniales. Salvo por un par de escenas en donde la superposición de los modelos con el celuloide resulta obvia, el resto es impecable. La fabulosa secuencia en donde el mascarón del barco – una estatua de madera de más de tres metros de altura – se arranca de la proa y empieza a lidiar con los marineros es notable; pero la más memorable sin dudas es el duelo de espadas entre Simbad y una estatua revivida de la diosa Kali. Simplemente es uno de los momentos top de la obra de Harryhausen.

El Viaje Fantastico de Sinbad es pura diversión. Aventura en el mejor sentido, con el plus de buenas performances y un libreto inteligente cargado de sorpresas y diálogos interesantes. Entretenimiento sólido de alto nivel, como eran las películas de matineé de antes.

RAY HARRYHAUSEN

Debido a su trabajo pionero con los efectos especiales, a Ray Harryhausen se lo considera parte creativa necesaria de todos los filmes donde ha participado. Aquí hemos reseñado las siguientes obras: The Beast From 20.000 Fathoms (1953) – It Came from Beneath the Sea (1955) – La Tierra vs los Platillos Voladores (1956) – 20 Million Miles to Earth (1957) –  El Septimo Viaje de Sinbad (1958) – Mysterious Island (1961) – Jason y los Argonautas (1963) – Los Primeros Hombres en la Luna (1964) – El Valle de Gwangi (1969) –  El Viaje Fantastico de Sinbad (1974) – Sinbad y el Ojo del Tigre (1977) – Furia de Titanes (1981)