Crítica: Shark Night 3D (2011)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2011: Sara Paxton (Sara Powski), Dustin Milligan (Nick), Chris Carmack (Dennis Scrim), Joel David Moore (Gordon), Sinqua Walls (Malik), Donal Logue (Sheriff Greg Sabin), Joshua Leonard (Red)

Director: David R. Ellis, Guión: Will Hayes & Jesse Studenberg

Trama: Un grupo de estudiantes universitarios decide pasar el fin de semana largo en la casona que Sara Powski mantiene en un lago en las afueras de Louisiana. Pero al llegar son atacados por un tiburón, el cual devora a uno de ellos y le arranca un brazo a otro. Desesperados y aislados – no poseen radio y los celulares no tienen señal – deciden intentar regresar al pueblo mas cercano pero el tiburón vuelve a atacarlos y destruye la lancha que conducen. Ahora la única esperanza de escapar consiste en aceptar la ayuda que le ofrecen un par de montañeses que merodean la zona en su barco pesquero, y de los cuales uno de ellos fuera novio de Sara. Pero todo parece indicar que nada es como parece, y que los montañeses tienen escondidas siniestras intenciones bajo la manga.

Shark Night 3D Al parecer la remake de Piraña 3D (2010) entusiasmó a algún productor de Hollywood, el que pensó que los peces carnívoros volverían a ponerse de moda, y decidió despacharse con una de tiburones… en un lago. Ok, la premisa es ridícula e incluso hay alguna que otra película horrible dando vueltas por ahí con la misma historia (me viene a la mente una del canal SyFy, cuando no!). Pero acá las cosas están tomadas no muy en serio y, sumando a eso un buen ritmo narrativo, Shark Night 3D resulta ser más potable de lo que aparenta. No esperen ver a una nueva Tiburón; hagan de cuenta de que se trata del hermano menor (y mas light) de Piraña 3D.

El encargado del proyecto es David R. Ellis, un tipo que tiene un par de secuelas de la saga Destino Final en el lomo, y cuyo antecedente más valioso es Serpientes en el Avión (2006). Uno podría decir que Shark Night 3D sigue la misma vena que el film con Samuel L. Jackson – ¿”Tiburones en el Laguito”?? -, en donde la amenaza de turno es tan ridícula que resulta imposible tomársela en serio. Aparentemente esto no es lo que entendió la crítica pedorr… norteamericana, la cual la apedreó en modo automático cuando el estudio se negó a hacer exhibiciones pre-estreno para la prensa. Tóquenle una nalga al periodismo yanqui y sentirán toda la furia de su poder corporativo.

No esperen ver horror, porque no lo hay. Hay algo de humor, que es más sugerido que explícito, y sí esperen ver muertes extravagantes. Un grupo de chicos va a un lago – el cual se ve sospechosamente similar a un cayo de la Florida -, y son atacados de la nada por un escualo. Al deportista del grupo el bicho le arranca un brazo, con lo cual hay que llevarlo de urgencia a la civilización. Como toda esta gente vive en una burbuja, nadie se avivó de llevarse una radio de onda corta, así que todos buscan inútilmente señal de celular en medio de un mar de islas (y yo, que me quejaba del servicio de Claro). Cuando intentan llevarse al chico al hospital más cercano, el tiburón los ataca, les hace percha la hermosa lancha que conducen, y quedan varados en la isla. Acá ocurren dos cosas que dan a entender de que la película no va en serio: 1) aparece una dupla de montañeses (no se me ocurre poner otro término mejor, eso que no existe ni una colina en las islas; ¿sería, acaso, “brutos procedentes del sector rural norteamericano”?), quienes son sospechosamente más amistosos de lo que parece; 2) el deportista – al que le arrancaron el brazo y que perdió la mitad del caudal de sangre de su cuerpo – decide salir de la cama y meterse en el lago, dispuesto a liquidar al tiburón con un cuchillo Tramontina ya que el escualo le ha devorado a su novia y futura esposa. Lo que sigue es una sucesión de disparates cada vez mayores, muertes imposibles, y una explicación totalmente fumada de por qué pasa lo que está pasando. Oh sí, el villano quiere ganar una millonada vendiendo documentales realistas al Discovery Channel, y por ello pobló el lago con tiburones adaptados a agua dulce y que tienen empotradas videocámaras en su ombligo. ¡Sacre Bleu!.

Si uno la acepta como la pavada que es, Shark Night 3D es entretenida. El libreto es inteligente, despachándose con un montón de estereotipos – el deportista abusivo que explota al nerd para que le salve los exámenes; la chica rica y pedante; la dupla de montañeses racistas; etc, etc – que, a los dos minutos, cambian de actitud y pasan a ser buenos tipos con un gran corazón. Las muertes son muy creativas – en una de ellas un tiburón salta del mar como si fuera un salmón y se devora al vuelo a un tipo que va a en moto acuática; en otra una chica es despedazada por un cardúmen de tiburones enanos, muy a lo Piraña 3D -, aunque uno termina por echarle en cara que no fueran más cómicas y atroces como ocurría con el filme de Alexandre Aja. Y en general uno pasa 90 minutos entretenidos, aún cuando el producto no termine siendo lo que la caja del video club nos vende – una cinta sangrienta de horror -. Como sea, Shark Night 3D es un espectáculo válido, siquiera como para ver como aperitivo antes de cargarle al reproductor el DVD de Pirañas 3D como plato fuerte de la noche.