Crítica: La Serpiente y el Arcoiris (1988)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorUSA, 1988: Bill Pullman (Dennis Alan), Cathy Tyson (Marielle Duschamps), Zakes Mokae (Dargent Peytraud), Brent Jennings (Luis ‘Mozart’ Muldaur), Paul Winfield (Lucien Celine), Conrad Roberts (Christophe Duran), Michael Gough (Eric Steinbauer)

Director: Wes Craven, Guión: Richard Maxwell & A.R. Simoun, basados en el libro de no ficcion “La Serpiente y el Arcoiris: El Fabuloso Viaje de un Científico de Harvard Hacia los Sociedades Secretas del Vudú Haitiano, Zombies y Magia” de Wade Davis

Trama: 1985. El antropólogo Dennis Alan es contratado por una corporación médica para que viaje a Haiti y obtenga la fórmula secreta del Coup Padre, la mezcla de fármacos que se utiliza en los rituales vudú para crear zombies – individuos que permanecen en estado catatónico durante horas y a veces años -. Alan llega a la isla y se reúne con la doctora local Marielle Duschamps; pero son los tiempos más violentos de Haití, con revueltas callejeras y los Tontons Macoutes – el cuerpo de élite del dictador Duvalier – reprimiendo sin piedad. Al poco tiempo de estar en Haití Alan comienza a ser presionado por el líder de los Macoutes, el capitán Peytraud, quien sospecha que se trata de un agente de inteligencia norteamericano enviado para desestabilizar el gobierno. Y el propio Peytraud – quien a su vez es un poderoso hechicero vudú – comenzará a realizar trabajos de magia negra para torturar a Alan y obtener la verdad. Ahora las vidas del antropólogo y la doctora comenzarán a correr grave peligro, especialmente cuando Peytraud se entere que Alan ha conseguido el Coup Padre, uno de los secretos más sagrados de la religión vudú.

La Serpiente y el Arcoiris En el fondo todo es cuestión de gustos personales. A mi juicio el único maestro del terror con todas las letras es George A. Romero quien, con escasas excepciones, ha desarrollado una larga lista de películas inteligentes del género. El resto son directores bastante capaces que han tenido sus momentos, pero son más los errores que los aciertos en su filmografía. Entre esos íconos venerados está Wes Craven. Craven tendrá cosas populares como Pesadilla en lo Profundo de la Noche, Las Colinas Tienen Ojos o La Ultima Casa a la Izquierda; pero creo que lo mejor de la obra del director se reduce a dos títulos: Scream y el filme que ahora nos ocupa.

En sí La Serpiente y el Arcoiris no se basa en una novela de terror sino en la crónica de un viaje. El autor Wade Davis era especialista en etnobotánica, una rara rama científica que se dedica a investigar las mezclas medicinales utilizadas por las distintas religiones y etnias alrededor del mundo. Lo que describe en su libro eran las experiencias reales que vivió en 1985, mientras investigaba el proceso de la zombificación en Haití a la vez que el régimen de Baby Doc Duvalier estaba a punto de caer. Davis terminaría por descubrir los secretos del Coup Padre – el polvo utilizado para crear zombies -, formado por una mezcla de venenos como Tetrodotoxina y Datura, además de mucha magia. El Coup Padre inducía un estado catatónico con parálisis nerviosa y muscular, y descenso de los ritmos vitales durante al menos doce horas, con lo cual la víctima se presumía muerta y terminaba siendo enterrada en vida. Los hechiceros vudú, a su vez, utilizaban otros métodos farmacológicos para obtener el control de sus víctimas “revividas” – los mencionados zombies -, induciéndolos a estados hipnóticos en donde carecían de voluntad.

Por suerte el libreto respeta una enorme mayoría de los conceptos de Davis, agregándole otros detalles para convertirlo más en una aventura con toques sobrenaturales que en un filme de horror. Aquí hay un villano realmente desagradable, mucho misticismo y la sensación generalizada de que el protagonista se está metiendo en la boca del lobo. En la vida real Davis no fue capturado ni torturado, pero el libreto lo empalma con gusto a la historia principal – la búsqueda del secreto del Coup Padre – y no desentona en absoluto.

Lo fascinante de La Serpiente y el Arcoiris es que todo lo que aparece en pantalla da la impresión de ser verdadero. El espectador se sumerge en un mundo oscuro, desconocido y asombroso. El filme tira tanta data que termina por sobrevivir incluso a las pifias de estilo de Craven – el director se despacha con un par de escenas mal armadas y efectistas; pero hay otros momentos que son escalofriantes, que van desde la tortura de Bill Pullman a manos de los Tontons Macoutes hasta su entierro, zombificado y con una araña venenosa en su ataúd -. Este es un libreto tan a prueba de balas que a cualquier director, aún al más burro, le hubiera resultado imposible arruinar. No obstante Craven y los guionistas terminan por salirse de madre en el último acto, tirando una tonelada de golpes de efecto y FX asquerosamente hollywoodenses, y que no se condicen con el tono del 90% anterior del relato.

Aún con los errores de Craven y su terrible Grand Finale, La Serpiente y el Arcoiris tiene tantos méritos que sobrevive impune a los desmanes de sus creativos. Es una historia fresca, inquietante y absorbente, y sin dudas un pequeño clásico que merece un mayor reconocimiento que el realmente obtenido.