Crítica: La Semilla de Tamarindo (1974)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

calificación 4/5: muy buena Recomendación del EditorUSA / GB, 1974: Julie Andrews (Judith Farrow), Omar Sharif (Feodor Sverdlov), Anthony Quayle (Jack Loder), Dan O’Herlihy (Fergus Stephenson), Sylvia Syms (Margaret Stephenson), Oskar Homolka (General Golitsyn), Bryan Marshall (George MacLeod)

Director: Blake Edwards- Guión: Blake Edwards, basado en la novela homónima de Evelyn Anthony

Trama: El agregado militar de la embajada rusa en París, Feodor Sverdlov, se encuentra disfrutando de unos días de vacaciones en las islas Barbados cuando se topa con la bella inglesa Judith Farrow. Lo que al principio es casual termina por transformarse en una relacion romántica, la cual es seguida con atención por los servicios secretos soviético y británico. A Sverdlov no le resulta indiferente el hecho de que Farrow trabaje como secretaria en el ministerio del Interior inglés, y aunque sus intenciones son absolutamente honestas, le comunica a sus superiores que se encuentra en plena tarea de reclutamiento de la chica para la causa comunista – lo que le sirve de excusa para llevarla a lugares turísticos sin levantar sospechas -. Pero hay vientos de cambio en Moscú, y Sverdlov ha caído en desgracia. El mismo se entera de casualidad de su suerte y decide solicitar asilo político al jefe del servicio secreto inglés, utilizando a la chica como intermediaria. Pero, para que la operación tenga éxito, deberá entregar el nombre del principal espía soviético infiltrado en el Mi6. El tema es que tanto éste como las fuerzas de seguridad soviéticas han descubierto sus planes de defección y harán lo imposible para matarlo antes que deserte. Ahora Sverdlov y Farrow deberán emprender una huída desesperada, sin la posibilidad de confiar en nadie ya que todos pueden ser dobles agentes al servicio de los soviéticos.

La Semilla de Tamarindo (1974)En los 70 la carrera de Blake Edwards venía en pronunciado declive. El inicio de todo había sido la comedia épica La Carrera del Siglo (1965), que había sido un fracaso comercial descomunal a pesar de que el filme sería redescubierto años más tarde como un clásico. El director perdió el apoyo de los grandes estudios y ni siquiera la buena crítica de La Fiesta Inolvidable (otro peliculón de 1968) lograría repuntar los depresivos ánimos de Edwards. Habría que esperar a El Regreso de la Pantera Rosa (1975) para que el cineasta resucitara su carrera.

Pero antes de reunirse una vez más con Peter Sellers, Blake Edwards se despachó con esta comedia romántica con gotas de espionaje que hoy se encuentra injustamente olvidada. El gran problema con el cine de espias es que, luego de la caída del muro de Berlín (y la desaparición de la Unión Soviética), todo el mundo se apresuró a cajonear el género como si se trataran de peliculas del cine mudo. Lo cual es una lástima, ya que es un rubro plagado de joyas y excentricidades que aún hoy nos llaman la atención.

Si uno se atiene al romance, La Semilla de Tamarindo sencillamente no funciona. Entre Omar Sharif y Julie Andrews hay una química forzada que funciona de a ratos (¿será porque el marido de ella era el director?), pero también es cierto que el guión de Blake Edwards es terriblemente acartonado. Para Edwards el ruso funciona en un plano estrictamente intelectual, lo que lo lleva a largas y aburridas discusiones ideológicas. Por otra parte, el personaje de Julie Andrews parece inerte emocionalmente, ya que recién sale de una relación con un hombre casado. Pero, si uno se atiene a los detalles, si yo fuera Andrews no vería nada deslumbrante en Sharif, o si yo fuera Sharif no me molestaría en llevarle la carga durante semanas a alguien que ni siquiera se deja dar un beso. Toda la secuencia inicial en Barbados se hace eterna y podía haberse reducido en el cuarto de edición.

El romance funciona mucho mejor cuando la intriga se pone en marcha y los personajes hablan menos. Allí es cuando Sharif se muestra paternal y protector, y Andrews logra hacer algo más que ponerse rígida. En realidad, La Semilla de Tamarindo marcha sobre ruedas cuando aparecen secundarios que son mucho más jugosos que los protagonistas. Tenemos al retorcido jefe del Servicio Secreto (Anthony Quayle), quien se maneja con su propio código de honorabilidad; el severo mandamás del ministerio (Dan O´Herlihy, luego de Fail Safe y años antes de ser el CEO de la corporación OMNI en Robocop), que posee demasiadas facetas oscuras y son aprovechadas sin piedad por su manipuladora esposa (Sylvia Syms); y el siniestro jefe de la diplomacia soviética (Oskar Homolka, en su último papel en el cine), un tipo capaz de darte la mano mientras te clava un puñal con la otra. Entre estos personajes secundarios comienza una red de rumores, casualidades y descubrimientos, que van subiendo la apuesta del suspenso en gran forma. Llega un momento en que uno duda seriamente de que Omar Sharif logre salirse con su cometido, ya que tiene todas las probabilidades en su contra.

Una nota curiosa es que Edwards, considerando que se estaba metiendo en el territorio del espionaje, decidió reclutar a los habitués de la saga 007, John Barry (música) y Maurice Binder (títulos de presentación), para darle estilo al filme. Precisamente los títulos iniciales de La Semilla de Tamarindo son bondianos de pura cepa, y John Barry provee un par de temas instrumentales excelentes y pegadizos. Además figura Bryan Marshall, quien participó en un papel menor en La Espía que me Amó.

La Semilla de Tamarindo es una muy buena película. Mejora a medida que avanza la proyección, las performances son muy buenas y la intriga está armada de gran forma. El único problema es el aspecto romántico, que está mal desarrollado y se ve forzado.

4 CONNERYS: Romance, intrigas y espionaje. El romance no está tan bien construido como debiera, pero el resto del filme es impecable. Los secundarios son formidables y son aún más interesantes que los protagonistas. Muy recomendable.