Crítica: El Territorio de la Bestia (Rogue) (2007)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Recomendación del EditorAustralia, 2007: Michael Vartan (Pete McKell), Radha Mitchell (Kate Ryan), Sam Worthington (Neil Kelly), John Jarratt (Russell), Caroline Brazier (Mary Ellen), Heather Mitchell (Elizabeth), Stephen Curry (Simon), Celia Ireland (Gwen), Robert Taylor (Everett)

Director: Greg McLean, Guión: Greg McLean

Trama: Varios turistas abordan la lancha turística de Kate Ryan, la cual les lleva de recorrida por los ríos que surcan los cañones del norte de Australia. Pero en mitad del viaje, Kate divisa una bengala en el cielo y asume que se trata de una llamada de socorro. Pero al llegar al lugar, son golpeados por un cocodrilo enorme y su barco se hunde rápidamente. Ahora el grupo de turistas y Kate se encuentran varados en un islote en medio del río, y asediados por el gigantesco animal. Y las cosas se ponen peor a medida que pasan los minutos, ya que la marea sube rápidamente.

El Territorio de la Bestia (Rogue) De las industrias cinematográficas no tradicionales, Australia es una de las más sólidas. Y en especial en el apartado de cine fantástico. Desde La Ultima Ola, La Profecía hasta Mad Max y Destructor (Razorback), los títulos que han podido verse en Occidente son más que destacables. Y en una de sus últimas entregas tenemos la oportunidad de ver lo más reciente del director Greg McLean, el mismo director que consiguiera una notable repercusión con Wolf Creek (2005).

Aquí McLean se suma al subgénero de animales asesinos (o venganza de la naturaleza, como le dicen los americanos) que comenzara con la versión original de Willard a principios de los 70 y que alcanzaría su cumbre con el ultraclásico Tiburón (1975) de Steven Spielberg – cabe acotar que el pequeño clásico Razorback (la del jabalí gigante) es de otro australiano, Russell Mulcahy, en la época en que filmaba cosas decentes antes de desbarrancarse con las secuelas de Highlander -. McLean demuestra que ha aprendido todas las lecciones dictadas por Spielberg y se nota. El animal no aparece sino hasta el segundo tercio del filme, y cuando lo hace es espeluznante; pero como buen director inteligente, dosifica cada acto de presencia sin engolosinarse y manteniendo un suspenso formidable.

En sí la anécdota es chica, pero el escenario está excelentemente escogido. Turistas que se meten en la jungla australiana y quedan varados, animal asesino al acecho, y un factor determinante – la suba de la marea – que hace que las cosas deban resolverse con urgencia. No hay esas terribles escenas inútiles que intentan hacer a los personajes tridimensionales; bastan unos trazos – el fotógrafo nerd, el matrimonio veterano con su hija adolescente, el turista yanqui, etc – para ubicar quién es quién. A los cinco minutos nos encontramos a bordo del bote, y de allí en más todo lo que sigue es aventura.

El enorme mérito de McLean es mantener la historia en lo básico, sin adornos ni distracciones. No hay leyendas ni otras explicaciones posibles, salvo que se trata de un animal comportándose como tal y cazando en su territorio; tampoco hay esos teasers – cinco minutos iniciales en donde el animal de turno mata a alguien – que ya caen en los lugares comunes. Los lugareños explican con naturalidad las conductas del cocodrilo, ya que viven rodeados de ellos. Tampoco hay demasiados clichés, o si los hay no se ven patéticos: la mujer paralizada por el miedo, el desesperado que quiere huir a toda costa e incluso hasta el matón pedante tienen sus momentos de inteligencia y humanidad. Lo otro destacable de McLean, es que no lo hace asco a los tabúes: sin importar ubicación en la marquesina, aquí cualquier actor puede ser pasto del cocodrilo. Dicho y hecho.

El Territorio de la Bestia no cubrirá nuevos rumbos, pero está filmada con mano diestra. Aún cuando el cocodrilo no está en escena, la sucesión de planos medianamente rápidos (entre cinco y diez segundos entre cortes) levantan la tensión y uno queda a la espera de que algo realmente malo suceda… y todo vuelve a la normalidad cuando de pronto ¡zas!. Entre ese manejo de la edición y el de la banda sonora – no hay esa musiquita de presagio de ataque tan típica, sino que la música es cortada de golpe por la dentellada del cocodrilo -, McLean se las ingenia para generar unos buenos saltos en la platea. Quizás lo único que se le pueda reprochar a McLean sea la elección de Michael Vartan como protagonista, ya que cuando la acción requiere que muestre euforia y desquicio resulta bastante inexpresivo. Pero por el resto – gran dirección, buenas performances, libreto inteligente, FX impecables y una fabulosa fotografía – El Territorio de la Bestia es una película de terror altamente recomendable.