Crítica: Quién Engañó a Roger Rabbit? (1988)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1988: Bob Hoskins (Eddie Valiant), Christopher Lloyd (Juez Doom), Joanna Cassidy (Dolores), Alan Tilvern (R.K. Maroon), Stubby Kaye (Marvin Acme)

Director: Robert Zemeckis, Guión: Jeffrey Price & Peter S. Seaman, basados en la novela Quién Censuró a Roger Rabbit? de Gary K. Wolf

Trama: Hollywood, 1947. Este es un mundo alternativo en donde los dibujos animados son seres reales y coexisten con los humanos. Precisamente Roger Rabbit – la caricatura estrella de los estudios Maroon – está pasando por una serie de problemas personales, los cuales están afectando su trabajo. Convencido de que se trata de algo relacionado con su mujer, el dueño del estudio decide contratar a un detective de cuarta, Eddie Valiant, para que investigue las causas. Valiant descubre que Jessica Rabbit está relacionada con el poderoso empresario Marvin Acme – cuyas fábricas dominan una enorme parte de la ciudad -, y logra tomar fotografías de dichos encuentros. Al ver las instantáneas Roger enloquece y desaparece sin dejar rastro, tras lo cual Valiant cobra sus honorarios y da por terminado el caso. Sin embargo las cosas se salen de control cuando, al día siguiente, Acme aparece asesinado y Roger sigue desaparecido. Y aunque Valiant ya no tiene nada que ver con todo el asunto, pronto descubre que todo se trata de una conspiración para hacerse con el testamento de Acme – en donde define el destino final de los terrenos ocupados por su fábrica, los cuales incluyen al gigantesco barrio donde viven los dibujos animados -, en donde los oscuros operadores de turno han querido inculpar del homicidio al desprestigiado conejo. A regañadientes y luchando con su prejuicio contra los dibujos animados – uno de los cuales ha sido responsable de la muerte de su hermano -, Valiant deberá volver a la acción y tendrá que probar la inocencia de Roger Rabbit, amén de hallar el paradero del testamento de Acme,… un papel que vale su peso en oro y por el cual ha corrido demasiada sangre.

Quien Engaño a Roger Rabbit? Las ideas evolucionan en Hollywood y, a veces, terminan engendrando proyectos muy diferentes a su versión original. Tal es el caso de Quién Censuró a Roger Rabbit?, una novela de 1981 escrita por Gary k. Wolf, y la cual era radicalmente distinta al clásico rodado por Robert Zemeckis y que ahora nos ocupa. La trama transcurría en la época actual y, aunque era un policial con personajes de fantasía, en vez de dibujos animados aparecían personajes de historieta – tipo Dick Tracy o Snoopy, los cuales carecían de voz sino que se comunicaban a través de “globitos” como las tiras comicas -. De hecho las tiras comicas no eran más que “fotonovelas” en donde estos personajes de la vida real eran retratados en acción, y sus aventuras eran empaquetadas y vendidas en los kioscos. En semejante universo un detective privado es contratado para investigar la muerte de Roger Rabbit, estrella de una historieta cómica y el cual había logrado descubrir una sucia conspiración en Hollywood. Las sospechas sobre la responsabilidad del crimen recaían entre su voluptuosa esposa y su antiguo compañero de reparto – Baby Herman -, anticipando una historia de tono mucho más adulto y satírico que el de la aventura animada armada por Disney y Steven Spielberg.

Por supuesto el libro sufrió un cambio enorme, y terminó convirtiéndose en una especie de Chinatown con dibujos animados. En sí, Quién Engañó a Roger Rabbit? viene a ser el primo lejano de Sin City: son aventuras cinematográficas que se regodean con lo novedoso de su formato – uno imita a un dibujo animado, el otro a una tira de historieta -, y reciclan elementos clásicos (y hasta desgastados) del policial negro. Si uno se olvida de la parafernalia visual, verá que la historia de Quién Engañó a Roger Rabbit? no difiere demasiado de un típico potboiler escrito por Raymond Chandler, en donde lo que importan son las vueltas de tuerca del relato pero no tanto la coherencia total del mismo. A final de cuentas si el plan era liquidar a Acme, ¿para qué fotografiarlo / intentar chantajearlo antes?. Es una excusa débil para meter a un detective privado en la trama, amén de que otras líneas argumentales – la muerte del hermano del detective y su odio por los dibujos animados (lo cual tiene un tufillo a El Halcón Maltés de Dashiell Hammett); el regreso del villano para que el héroe pueda cobrar su revancha; su cura instantánea del alcoholismo – están tratadas con una liviandad inaudita, u obran como coincidencias forzadas por el libreto. Reducida a un grado minimalista la historia es insatisfactoria y plagada de Deus Ex Machina; lo que ocurre que todo esto queda sepultado entre la tonelada de gags visuales y referencias culturales, amén de que todo el despliegue técnico es de por sí impresionante. Considerando que se trata de una fusión masiva entre personas y dibujos animados armada en la era pre CGI, esto debe haber resultado una tarea de sincronización tan gigantesca como acalambrante – hasta ese entonces había experimentos de escasa duración como los bailes de Gene Kelly con Tom y Jerry, o con los guardias árabes de Invitación a la Danza (1956) -, la cual está efectuada de manera casi impecable. Sólo cuando los dibujos animados deben portar objetos reales (como las armas de las comadrejas), o cuando Roger intenta beberse un vaso de whisky, se nota la falta de coincidencia entre animaciones y la utilería utilizada en el set.

Con Quién Engañó a Roger Rabbit? tengo dos problemas importantes: el primero es que la trama policial no me satisface, y el segundo es que el villano es demasiado tétrico. Hay momentos en donde el juez Doom de Christopher Lloyd utiliza un delicioso humor negro (como cuando limpia el pizarrón del bar con la manga libre del discapacitado), pero el resto del tiempo resulta demasiado espeluznante como para que la historia resulte digerible a un público infantil – tanto el final como la secuencia de la “disolución” del zapato animado me parecen excesivamente chocantes -. Por otra parte el filme está lleno de referencias sexuales – desde el miembro de Baby Herman hasta los jueguitos de manos de Jessica Rabbit -, algunas de las cuales no están camufladas con la calidad como debiera.

Y es que Quién Engañó a Roger Rabbit? es más un experimento en donde uno disfruta el paseo en vez del resultado final. El conejo protagonista es extremadamente denso pero después demuestra un costado querible, y el grueso del relato se guía por los clichés de la novela negra. En donde Quién Engañó a Roger Rabbit? triunfa por sobre Sin City, es que toma el policial negro y lo integra de manera más innovadora con un elemento fantástico – la existencia de los dibujos animados como seres vivientes y reales -, con lo cual el tufo a reciclado se siente menos y parece más fresco (el otro filme que hace algo similar es Angel Heart (1987) de Alan Parker, que mezcla detectives privados con una trama demoníaca). Las caricaturas desbordan de gags y, en su mayoría, son graciosos; abundan los cameos – primera y única vez en donde personajes de la Disney cohabitan con los de la Warner Brothers -, y hay cierta energía en el aire propia de los cartoons de la Looney Tunes… aunque a veces el exceso atenta contra la eficiencia de los sketches. En ese sentido Joe Dante es un director más en la onda de los Tunes que Zemeckis y su colaborador Richard Williams, quienes aquí pecan de imitadores pasables pero no efectúan innovaciones rescatables en cuanto a la mecánica creada por Chuck Jones, Tex Avery y tantos otros. Es el problema que pasa cuando la Disney quiere imitar a la Warner y no le sale.

Quién Engañó a Roger Rabbit? es una película disfrutable, pero es un experimento raro de clasificar. Seguramente lo disfrutarán los fans de los Looney Tunes, los cuales tuvieron su infancia en los años 60 y 70; pero resulta difícilmente digerible para alguien menor a los 12 años de edad y perteneciente a una generación muy posterior. Los espectáculos Pixar son los únicos shows que poseen niveles de lectura y entretenimiento para todas las edades, mientras que aquí es un carrusel de homenajes pensado para ser apreciado por cuarentones nostálgicos. El filme entretiene y tiene una gran cantidad de méritos, pero no deja de ser un despliegue de talentos hilvanados por una historia demasiado gastada y plagada de clichés. En todo caso lo que queda es la energía puesta por los animadores, quienes logran eclipsar por momentos las fallas de consistencia que presenta un libreto demasiado propenso a los lugares comunes.