Crítica: Reefer Madness, el Musical (2005)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2005: Christian Campbell (Jimmy Harper), Kristen Bell (Mary Lane), Alan Cumming (orador), Ana Gasteyer (Mae Coleman), Steven Weber (Jack Stone / George Washington), John Kassir (Ralph Wiley / Tío Sam), Amy Spanger (Sally DeBanis / Estatua de la Libertad), Neve Campbell (Miss Poppy), Robert Torti (Jesucristo)

Director: Andy Fickman, Guión: Kevin Murphy sobre el musical de Murphy y Dan Studney basado en el film homónimo de 1936, Musica – David Manning

Trama: USA, años treinta. Un orador se presenta en una escuela norteamericana, citando a padres y maestros. Es un representante del gobierno federal que viene a exponer el terrible flagelo de la marihuana, la droga letal que amenaza a los ingenuos adolescentes. Para concientizar sobre el tema, proyecta un documental basado en la verdadera historia de Jimmy Harper, un inocente joven que ha caído presa de la hierba demoníaca a manos de despiadados traficantes. Y el orador narra, sin cesar, el declive de perversión y crímen en que cae el muchacho hasta quedar al borde del ajusticiamiento por un homicidio que no cometió.

Reefer Madness, el Musical Reefer Madness (1936) es uno de los filmes malos más populares de la historia. Es un serio rival al trono que ocupa Plan 9 del Espacio Exterior, juntamente con otras películas delirantemente bizarras como Robot Monster o The Beast of Yucca Flats. Mientras que en general el terreno del cine fantástico y de ciencia ficción ha dado lugar a obras malísimas por cuestiones de libreto, presupuesto y dirección, la fama de Reefer Madness se basa en que se trata de un panfleto anti droga tan espantosamente pergeñado que es imposible no reírse de él. Es obvio que el director es un burro y que los guionistas jamás vieron a un hombre fumarse un porro, así que han inventado algunas de las escenas más bizarras de la historia del cine. Por ello el film fue desenterrado en los 70 y se convirtió en una comedia (involuntaria) muy popular entre los círculos adolescentes y universitarios.

Con su popularidad en aumento, a Kevin Murphy y Dan Studney se les ocurrió desarrollar la misma historia pero en clave de musical mientras eran estudiantes universitarios en el año 1997. La opera rock debutó en 1998, y comenzó a ir de gira hasta llegar a Broadway en el 2001, pero no duró demasiado en cartel en la gran avenida neoyorkina de los teatros. Sin ser un mayor hit, logró llamar la atención del público y la crítica, por lo cual la cadena de TV Showtime decidió producir un film basado en la obra que fue puesto en el aire en el 2005 con la conducción de Andy Fickman – director original de la versión sobre tablas -.

El film original de 1936 tenía una gracia involuntaria basada en su propia impericia. Es curioso ver el rumbo que deciden tomar los autores ahora, volcándolo como una sátira musical, pero debiendo sortear ciertos escollos dramáticos que el libreto de 1936 planteaba (por ejemplo, las diversas muertes que se suceden en el guión). Los dos primeros tercios del musical siguen con extrema fidelidad a la película original, pero el clímax está sensiblemente cambiado, de modo de producir un único pico dramático – la muerte de Mary Lane -, y alterando notablemente la suerte de los personajes. Es también el segmento más flojo del film / musical, ya que Murphy y Studney se desvían tanto que, cuando improvisan a su suerte, pierden bastante de su gracia. Para compensar estos cambios, los autores realizan modificaciones de estilo a la parte inicial de la historia, haciéndola aún más exagerada (si es que eso era posible), mezclando desmanes de todo tipo con intervenciones de Satán y Jesucristo, algunas de cuyas escenas rozan lo kitsch. En esos momentos pareciera que Murphy y Studney estuvieran sintonizando The Rocky Horror Picture Show en todo su bizarro esplendor.

El comienzo es algo tibio. A medida que uno va conociendo a los intérpretes, ve a actores de calidad en papeles restringidos. Pero cuando Jimmy Harper llega al departamento de los traficantes es cuando el film se desata por completo y brinda sus mejores momentos. Muchísimas escenas están calcadas del original casi sin alteraciones, como el ridiculo romance a lo Romeo y Julieta de Jimmy y Mary, el descontrol de Sally y Ralph tocando el piano, o la secuencia de la muerte de Mary en el departamento de los criminales. Las canciones están ok pero no son memorables, y donde el film se luce es en el apartado de las coreografías. Los bailes son realmente excelentes, y las interpretaciones vocales son muy buenas, aún con la gran diversidad de calidad y origen de sus intérpretes (la mayoría, comediantes de origen como la Saturday Night Live Ana Gasteyer, Steve Weber o Alan Cummings) que no poseen una formación sólida en obras musicales. Las sorpresas vienen por el lado de Kristen Bell (Veronica Mars!, que roba todas sus escenas tanto en el modo ingenuo como cuando prueba el canabis y se desata a full en tono perverso), Amy Spanger o el experimentado Christian Campbell, hermano de Neve – quien hace un cameo en el film -.

Es una película que logra conquistar gracias al esfuerzo de los intérpretes, ya que las melodías y las letras no son del otro mundo. Sobre la mitad del film la historia se pone aún más bizarra y cobra gracia; pero secuencias como la intervención de Jesús en un show celestial mientras Jimmy roba los fondos de la Iglesia para comprar más porros resultan bastante discutibles. Uno no tiene problemas de que Jesucristo aparezca en parodias – lo hemos visto en Dogma de Kevin Smith -, pero aquí el gusto de la letra es bastante dudoso. Del mismo modo, cuando los autores empiezan a improvisar y se despachan convirtiéndo a Ralph en caníbal, dejando que Sally deje la cuna con el bebe arriba de una hornalla prendida (que es uno de los momentos desopilantes de la película), o viendo a Mae corriendo ensangrentada por toda la ciudad, el humor negro del libreto roza el mal gusto. Por suerte el guión logra echarse atrás y demora la próxima andanada, recuperándose con buenas escenas intermedias.

Como adaptación del film de 1936, Reefer Madness: The Movie Musical es realmente muy buena. Capta a la perfección el espíritu de disparate del original. A veces se pasa algo de rosca, pero no demasiado. Comparándola con otro musical del mismo estilo bizarro, es superior a The Rocky Horror Picture Show (y apunta al mismo público). No será memorable pero tiene su gracia.

REEFER MADNESS

Reefer Madness (1936) es una clásica bad movie escrita como panfleto contra la droga. Reefer Madness: The Movie Musical (2005) es la opera rock en tono satírico basada en la misma.