Crítica: Reefer Madness (Tell Your Children!) (1936)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1936: Dorothy Short (Mary Lane), Kenneth Craig (Bill Harper), Lillian Miles (Blanche), Dave O’Brien (Ralph Wiley), Thelma White (Mae Colman), Carleton Young (Jack Perry), Warren McCollum (Jimmy Lane), Patricia Royale (Agnes), Joseph Forte (Dr. Alfred Carroll), Harry Harvey Jr.(Junior Harper)

Director: Louis J. Gasnier, Guión: Lawrence Meade y Arthur Hoerlk, Musica – Abe Meyer

Trama: El Dr. Alfred Carroll se encuentra disertando frente a una reunión de padres acerca de los peligros de la marihuana. Para fundamentar sus ideas, expone el reciente caso de Bill Harper y Jimmy Lane, dos estudiantes modelo que fueron tentados por los traficantes Jack Perry y Ralph Wiley. Pero las desgracias comienzan a sucederse, gracias a los devastadores efectos de la hierba. Jimmy acompaña a Jack a buscar más marihuana, pero termina drogándose y atropella a un transeunte con su auto. Mientras, Bill comienza a bajar sus notas y se enreda con la amante de Jack. Preocupada por su novio, la joven Mary Lane va a buscarlo al departamento de los criminales, pero Ralph Wiley la droga e intenta violarla. Bill aparece súbitamente, totalmente intoxicado, y pelean. Jack interviene y accidentalmente se dispara su arma, matando a Mary. Jack hace creer a Bill, que ha caido desmayado, que él mató a Mary. Pronto Bill es apresado y llevado a juicio, y cuando la condena a la horca parece segura, una disputa en el departamento de los criminales – que culmina con un intoxicado Ralph matando a Jack – termina por develar la verdad. Pero la vida de todos los involucrados ha quedado arruinada, gracias a la droga.

Reefer Madness La moralina conservadora de los años 30 así como el código Hays crearían un férreo control de ética sobre los libretos de Hollywood que regiría por cerca de cuarenta años. Pero hecha la ley, hecha la trampa, y muchos productores se lanzaron a producir filmes “moralizantes” que en realidad terminaban mostrando (o sugiriendo) todo aquello que estaba prohibido por los códigos de ética, para el degenerado deleite de las audiencias corrompidas.

Algo de esto pasa con Reefer Madness. En un principio es un film de propaganda contra la droga (especialmente contra la marihuana), y estaba producido por una iglesia – algo que era bastante común en esa época; si no, vean cómo Ed Wood Jr. consiguió fondos para Plan 9 del Espacio Exterior -. Pero el film fue adquirido por el productor Dwain Esper, que le agregó algunos inserts y lo re-vendió con decenas de nombres diferentes, como si se trataran de películas distintas – Tell Your Children, Doped Youth, Dope Addict, etc -. La finalidad de Esper era puramente exploitation, como otros filmes que produciría – Marihuana, Maniac, Sex Madness, etc -.

El film pasaría sin pena ni gloria hasta los 70, donde fue redescubierto y exhibido en los campus norteamericanos, donde terminó por convertirse rápidamente en un film de culto. Y no es dificil saber el por qué; Reefer Madness (La Locura del Porro) es un film descomunalmente malo que termina por ser una fabulosa comedia inintencional. El humor camp que rodea a los bajísimos valores de producción y dirección lo han hecho eterno candidato al primer lugar de los peores filmes de todos los tiempos, puesto que siempre pierde a manos de Plan 9.

Pero aún como clásica bad movie, es realmente despareja. El comienzo, donde el Dr. Alfred Carroll (en una estoica actuación de Joseph Forte, un actor que parece morder las palabras!) vomita todo su discurso moralizante , es bastante aburrido. Todo parece indicar que uno esta frente a esos filmes clase B o Z, de tono seudo documental, actuaciones duras y discursos altisonantes. Allí vemos a la juventud modelo, compuesta por un grupo de palurdos que parecen tener 30 años o más, y que hacen un montón de idioteces para mostrar su inocencia – la escena donde Jimmy le recita a Mary fragmentos de Romeo y Julieta es descomunalmente patética -.

Pero, ¡oh, cielos!, esta juventud americana modelo pronto se verá acosada por el flagelo de la hierba demoníaca. Tan puros, inocentes y virginales, rápidamente serán corrompidos por la marihuana, ofrecida por adultos inmorales e inescrupulosos!. Allí es donde Reefer Madness realmente despega y consigue su status de culto, en las memorables secuencias de las fumatas, realizadas con el peor tino posible. Es obvio que ni los guionistas ni el director nunca vieron a nadie drogarse con la marihuana, ni siquiera escucharon de cómo era el proceso – además, los pésimos criminales del film regalan porros todo el tiempo; ¿cómo logran tener una mafia rentable?. A menos que sean subsidiados por los comunistas y su propósito fuera destruir la juventud americana, simiente del estado líder de la justicia e igualdad en el mundo -. Según el film, comienza por una risa histérica, luego alucinaciones, sensación de que el tiempo se detiene, una exhuberante fiebre sexual, y culmina en actos violentos. Desde el momento que los muchachos pisan el antro, y el pianista se droga, haciendo su mejor imitación de Cosmo Kramer en Seinfeld, la audiencia se despatarra de risa en la platea.

A esto siguen las escenas en el departamento de los criminales Jack y Ralph. Jack vive comiendo todo el tiempo mientras que la juventud descarriada baila como idiota en su living, se ríe de cualquier pavada, se besuquean lascivamente en los rincones y se babea por cualquier cosa – existe una versión lanzada en DVD, retocada digitalmente, donde las escenas estçan coloreadas de modo sicodélico con los chicos exhalando humo verde cuando se fuman un porro, algo que debe ser digno de ver -. Del mismo modo, Ralph – Dave O´Brien, que sobreactúa a niveles siderales – vive pasado de rosca, se ríe como un idiota y le pide a gritos a Blanche que toque el piano cada vez más rápido mientras la cámara toma primerísimos planos de sus ojeras ultramaquilladas. Cada escena de dopamiento masivo es fabulosamente delirante.

El problema es que, cuando los tipos no se falopean ni sobreactúan, la historia sigue con su derrotero estoico y tremendista. Ya cuando a Bill lo enjuician, el film baja su gracia. Por suerte Ralph tiene un par de escenas más de delirio, pero el resto es muy torpe siquiera para resultar gracioso. Como todos los cuentos moralizantes, los villanos se redimen con la muerte o son duramente castigados por la justicia.

Es un film muy entretenido cuando los chicos están dados vuelta. El resto es horrible y aburrido. La versión coloreada en DVD debe ser formidable, y habría que conseguir la remake en versión musical que se produjo en Broadway (y que se filmó para TV en el 2005).

REEFER MADNESS

Reefer Madness (1936) es una clásica bad movie escrita como panfleto contra la droga. Reefer Madness: The Movie Musical (2005) es la opera rock en tono satírico basada en la misma.