Crítica: El Renacimiento de Mothra (Rebirth of Mothra) (1996)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Japon, 1996: Megumi Kobayashi (Moll), Sayaka Yamaguchi (Lora), Aki Hano (Belvera), Kazuki Futami (Taiki), Maya Fujisawa (Wakaba), Kenjirô Nashimoto (Mr. Goto), Hitomi Takahashi (Mrs. Goto)

Director: Okihiro Yoneda, Guión: Masumi Suetani

Trama: En el proceso de desforestar bosques en Hokkaido, una cuadrilla de trabajadores se topa con lo que parece ser una antigua construcción lacrada con un sello. Ya que el mismo es bonito, el jefe de la cuadrilla decide sacarlo y llevárselo de regalo a sus hijos. Pero el sello estaba desde tiempos inmemoriales y era lo que impedía que quedara en libertad la hechicera Belvera. Ahora ella ha invocado al dios demonio Desghidorah para que arrase la Tierra; y la única que puede impedirlo es Mothra, guardiana del planeta. Pero Mothra ha dado a luz recientemente y está muy débil como para hacerle frente al monstruo de tres cabezas, el cual comienza a acercarse peligrosamente a las ciudades japonesas.

Rebirth of Mothra En 1961 Mothra vió la luz y rápidamente se convirtió en un favorito del público japonés. La idolatración de la polilla gigante como nuevo héroe de la Toho posiblemente tenga que ver con la idiosincracia nipona: Godzilla nació como villano y fue tan arrolladoramente popular que el estudio tuvo que revertir su rol a defensor del Japón con el correr de los años, pero no dejaba de ser un recuerdo de la pesadilla atómica sufrida por la nación a finales de la Segunda Guerra Mundial. Por contra, Mothra es la materialización de la esencia japonesa: colorinche, delicada, poderosa y fantástica. Mothra no tiene un origen en la realidad sino que es una deidad protectora, lo que la transforma en un paladín desde el vamos. Es la representación de siglos de cultura japonesa, dedicada a defender el honor de la tierra del Sol Naciente.

En lo personal, siempre me pareció un horrendo mamotreto. Un bicho ridículo – enganchado a una caña de pescar – que algún técnico de efectos especiales revoloteaba alrededor del tipo que tenía puesto el traje de Godzilla (o del monstruo de turno). Como el animalejo es completamente estático, la única manera que tiene de pelear es disparando rayos de colores y soltando brillantina mágica. Es por eso que los combates de Mothra lideran el ranking de luchas insípidas del kaiju eiga.

En los 90 la Toho venía sufriendo palizas frente al glorioso aggiornamiento que había generado Shusuke Kaneko con la saga rival de Gamera. Como en el kaiju eiga es común que un estudio le robe ideas al otro y viceversa, la Toho decidió revivir a Mothra como una especie de guardián ecológico del planeta (igual que Gamera!), y se despachó con una trilogía orientada al público infantil. Pero a juzgar por el resultado de la primera entrega, la Toho le hizo un flaco favor a uno de sus íconos más venerados.

Todo lo que hay en Rebirth of Mothra se siente, tal cual, como las viejas aventuras de Gamera de los años 60. Esto es, kaiju eiga para niños escrito de la manera más insufrible posible. El padre – que vive devastando bosques, aunque le preocupa que el papel se desperdicie en su propia casa – se topa con un antiguo altar coronado con un sello plateado. Al tipo le importa un pito si se trata de una reliquia o no; lo saca y se lo lleva de regalo a los insoportables de sus hijos, los que viven gritando y peleando mal (pero mal, mal). Del hueco dejado por el faltante del sello surge una mini-hechicera, la que vuela sobre el lomo de un mini-dragón y se ríe como si tuviera un ataque de nervios. Todo esto es observado por las mini-gemelas de la Isla Infante, quienes a bordo de una mini-Mothra se van presto a la casa de los chicos a recuperar el sello. Todo esto da lugar a un largo y tedioso combate en medio de la casa de los niños, plagado de efectos especiales patéticos y con interés cero. La hechicera se roba el sello y lo usa para desatar a un clon de King Ghidorah (llamado aquí Desghidorah, en un alarde de originalidad). Al menos el diseño de la criatura está muy bueno, y las maquetas de las montañas están mucho mejor hechas que las patéticas impresiones opticas del resto de los bichos voladores. Lástima que Godzilla estaba de vacaciones y sólo dejó de reemplazo al mamotreto volador colorinche para enfrentar al monstruo de turno …

Quizás lo que me haya empezado a cansar del kaiju eiga tenga que ver con que la Toho no ha querido inventar nada nuevo en los últimos cuarenta años. Es como si el estudio se hubiera dedicado a depredar incansablemente su panteón de personajes, y le hubiera prohibido a su equipo de creativos que pudiera explorar alguna alternativa fresca. El combate entre Desghidorah y Mothra es aburrido, aséptico, y plagado de exagerado melodrama kaiju (“Mothra…. no te mueras!!! NO TE MUEEEERAAASSS!!!”; y así gritan los chicos todo el tiempo). Y todo esto resulta monumentalmente decepcionante.

En ocasiones como ésta uno extraña a Ishiro Honda. El tipo tenía su salero para hacer que situaciones bobas o ridículas se vieran excitantes. Aún considerando que Rebirth of Mothra es un producto infantil, no deja de ser un producto mediocre; y es un producto que desmerece el status de culto que posee la polilla gigante.