Crítica: John Rambo (Rambo 4) (2008)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2008: Sylvester Stallone (John Rambo), Julie Benz (Sarah), Matthew Marsden (School Boy), Graham McTavish (Lewis), Reynaldo Gallegos (Diaz), Jake La Botz (Reese), Tim Kang (En-Joo), Maung Maung Khin (mayor Pa Tee Tint), Paul Schulze (Michael Burnett)

Director: Sylvester Stallone, Guión: Sylvester Stallone y Art Monterastelli basados en el personaje de David Morrell, Musica – Brian Tyler

Trama: John Rambo lleva una vida pacífica en la jungla de Tailandia. Pero una misión cristiana de socorro humanitario lo contacta para que los traslade río arriba hasta territorio birmano, donde se libra una cruenta guerra civil. Reticente, Rambo termina por aceptar la propuesta y lleva a los socorristas. Pero la aldea donde se encuentran desarrollando tareas humanitarias es arrasada por la milicia birmana, y terminan por ser hechos prisioneros. El pastor de la iglesia se pone en contacto con Rambo, ya que ha montado una misión de rescate a través de un grupo de mercenarios contratados, y éste deberá alcanzarlos hasta el punto donde desembarcaron los misioneros. Pero Rambo ha establecido un nexo sentimental con la bella Sarah, una de las líderes de la expedición capturada, y decide que es el momento de tomar revancha.

John Rambo (Rambo IV) John Rambo es la cuarta entrega de la saga que comenzara en 1982 con First Blood (más conocida como Rambo I). El personaje se basa en la novela homónima de David Morrell, que trataba sobre el problemático regreso de un veterano de Vietnam a su pueblo natal, donde terminaba por librar una guerra personal con el Sheriff local.

En realidad First Blood no tenía nada de extraordinario, sino que entraba dentro de una corriente revisionista de moda en el cine de Hollywood de fines de los 70, en donde los veteranos de la guerra de Vietnam eran victimas de la discriminación de su propio pueblo. Esto se ha visto tanto en tono dramático como utilizado como escenario para filmes de acción (La Guerra de Murphy). First Blood entra dentro de esta última categoría, cuando la figura de Stallone estaba en pleno apogeo.

El personaje de Rambo podría haber pasado sin pena ni gloria sino fuera porque vino Rambo II, que resultó extremadamente popular y disparó todo un subgénero de comandos librando guerra privadas, y que diera a luz una tonelada de clones que van de lo potable (Commando) hasta lo intragable (Desaparecido en Acción), y mezclas bizarras de todo tipo (Predator). El gran problema, tanto de Rambo II como de Rambo III, pasaba porque el héroe – que en un principio tenía una especie de reivindicación personal contra el sistema – terminaba por transformarse en una especie de Capitan America de los años 80 (este es un problema que afecta también a otros títulos de Stallone, y que posiblemente tenga que ver con creencias personales y elecciones comerciales, como Rocky IV).

Por naturaleza todo heroe de acción es una figura fascista desde el momento que se coloca en un nivel de superioridad donde él es el único que determina lo que es correcto y justo. Esto es un clisé del género al que uno ha terminado por acostumbrarse. Pero en el caso de Sylvester Stallone termina por bordear lo indigerible, ya que se trata de un héroe que abraza la bandera americana y que por lo tanto, él y los Estados Unidos terminan por ser los dueños de la justicia. Muchos héroes (desde Superman hasta ahora) han nacido con esta marca de fábrica y han evolucionado con el tiempo, perdiendo gran parte del capital idealista que tenían en el origen ya que sus creadores se han dado cuenta de la caducidad de los ideales perfectos. Abrazando causas más universales (pelear por la humanidad en contra de villanos por todos aceptados) han logrado escapar y sobrevivir de la rigidez que supone categorizarlos como propaganda política disfrazada, más cuando los tiempos han evolucionado y las audiencias (incluso las norteamericanas) se han vuelto más cínicas. En ese sentido Rambo es un dinosaurio que sólo pudo surgir en los ochenta, cuanto la administración Reagan generó toda una cultura ultra conservadora, propiciando el regreso hacia los supuestos “ideales americanos”.

Con la llegada del nuevo milenio toda una generación de héroes surgidos en la era Reagan volvió a resucitar, desde Indiana Jones hasta John McClane, y que posiblemente tenga que ver con la necesidad de recrear figuras heroicas para una generación americana desmoralizada después del 11 de setiembre de 2001. Ciertamente algunos héroes son más flexibles de adaptar que otros, pero el caso de Rambo era extremadamente peculiar: ¿acaso ahora debería ir a Iraq y liquidar a balazos a Osama Bin Laden?.

A esto se suma la carrera de Stallone, que estaba en franca decadencia. Al menos Schwarzenegger logró escapar a tiempo yendose por la tangente de la política, pero es difícil la supervivencia para un héroe de acción con más de 50 años (y eso que Stallone tiene ahora 61 años). Tanto es así que otras figuras secundarias (e incapaces de reciclarse como actores dramáticos o de comedia) han terminado generando productos directos a video, relativamente respetables, y donde posiblemente continuarán hasta el fin de sus días como Jean Claude Van Damme y Steven Seagal. Aquí Stallone ha decidido tomar el toro por las astas, y ha reflotado tanto a Rocky Balboa como a John Rambo con un éxito considerable. Una apuesta arriesgada que ha terminado por salirle bien.

Rambo IV se perfila como un proyecto personal de Stallone. Desde el vamos, uno no ve grandes estudios detrás de la producción, por lo cual el astro ha elegido a productoras pequeñas que le permitan libertad creativa sobre el resultado final. Envuelto en el guión y la dirección, la primera sospecha (justificada) es que parece un intento desesperado por resucitar una carrera en estado casi terminal (¿hace cuanto que Sylvester Stallone no consigue un hit de taquilla?).

Y a pesar de que no nos gusta Stallone, ni sus filmes ni su política, John Rambo se establece como una de las mejores películas de la saga. No hay demasiada sorpresa en toda la trama; otra vez el soldado renegado anda por una jungla, aniquilando a centenares de orientales de la peor manera posible. El perfil de los personajes no es el más pulido del género, pero es funcional. En vez de mandarlo a Irak, Stallone regresa a Rambo a sus raíces en el sur de Asia. Este es un Rambo maduro, más reflexivo (pero no mucho), aunque igual de letal. Aquí el cruce con la misión cristiana de ayuda sirve para un pseudo momento filosófico que quizás no funciona del todo, pero al menos le pone voluntad. Si el mundo cambia por la voluntad de ayudar o por las armas (ya sabemos la respuesta). Todo el libreto está plagado de esas contradicciones; desde que el pastor que se ve obligado a contratar mercenarios para rescatar a los socorristas, hasta el misionero que se ve obligado a matar. Mientras que con otro film, actor y director esto podría ser ridículo, aquí resulta mucho más digerible, si bien la ingenua buena voluntad de los misioneros bordea los límites de lo tolerable pero en escasas ocasiones. Si se quiere ser profundo (y eso que estamos hablando de una película de acción!) la película no busca respuestas sino plantear ese tipo de dilemas. Como se deduce de un monólogo de Rambo, la guerra está impregnada en la naturaleza de todos los hombres.

Pero John Rambo no busca ser una reflexión sobre la guerra; en todo caso añade el tema como un detalle interesante que la hace menos descerebrada que lo que es corriente en el género. Es en definitiva una película de acción hecha y derecha, y ahí es donde consigue sus bazas más fuertes. Quizás la carrera actoral de Stallone esté llegando a su fin, pero como director de acción es impecable y tiene un futuro promisorio. Las escenas de tiroteos son sorprendentes, y están rodadas con un virtuosismo que deja al espectador con la boca abierta. Stallone parece haber aprendido tanto de Sam Peckimpah como de John Woo algunas de sus mejores recetas, pero además logra crear momentos de auténtica tensión. El macabro juego de la milicia birmana, donde lanzan minas en un bañado y hacen apuestas a ver cuál de los prisioneros sobrevive corriendo a ciegas sobre éstas, es formidable. Las muertes realmente shockean, donde cuerpos y miembros vuelan por los aires en primer plano de la cámara. Esto no son los tiroteos aburridos de Chuck Norris en la jungla.

Es cierto que el costado reflexivo del film puede ser algo banal; el otro punto en contra es la ausencia de un villano que actúe de modo personal en contra del héroe. Pero en cuanto a violencia filmada con virtuosismo, y a entretenimiento basado en la masacre – lo que es propio del género – John Rambo es una apuesta sólida. Quizás la crítica americana la haya despreciado, y la recaudación obtenida (100 millones de dólares) sea modesta para ser una cinta de acción, pero el film tiene grandes méritos en cuanto a la dirección. Desde ya espero ansiosamente ver una nueva película de acción con Sylvester Stallone como director.

RAMBO

Rambo: First Blood (1982) – Rambo II (1985) – Rambo III (1988) – John Rambo (2008)