Crítica: El Puente de los Espías (2015)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

calificación 3/5: buena USA / Alemania / India, 2015: Intérpretes: Tom Hanks (James B. Donovan), Mark Rylance (Rudolf Abel), Amy Ryan (Mary Donovan), Alan Alda (Thomas Watters Jr.)

Director: Steven Speilberg – Guión: Matt Charman, Ethan Coen & Joel Coen

Trama: 1957. En plena escalada de la Guerra Fría un espía soviético ha sido descubierto en suelo americano. Se trata de Rudolf Abel, un inglés casado con una alemana del este, el cual ha sido atrapado por el FBI. Al ser llevado a juicio el acusado precisa un defensor, y esa responsabilidad recae en James B. Donovan, un abogado de seguros de Nueva York que termina siendo empujado a aceptar el caso. Pronto los prejuicios se desploman sobre Donovan – acusándolo de ser un defensor de comunistas y un traidor a la Patria – y las amenazas se ciernen sobre su familia. Donovan es ante todo un individuo honesto y decidido y, al descubrir desprolijidades en el caso, procede a apelar todas las instancias, aún cuando ello le gana el repudio de sus socios del bufete y del resto de la comunidad legal. Actuando con persistencia Donovan logra convencer al juez que sentencie a Abel a 30 años de prisión, argumentando que en un futuro puede ser útil ante un eventual intercambio de espías. Ahora han pasado tres años y el mundo se estremece con la captura del piloto norteamericano Francis Gary Powers por parte de los soviéticos – su avión espía ha sido derribado sobre territorio ruso y las esperanzas de liberarlo se esfuman con cada día que pasa -. Como a la CIA le urge recuperar a Powers cuanto antes, le propone a Donovan que vaya en misión extraoficial a Berlín Oriental y negocie el intercambio del piloto por Abel; pero el tenaz abogado de seguros se ha enterado que hay otro norteamericano preso – un estudiante universitario – y propone rescatar a los dos a cambio del espía ruso. ¿Podrá Donovan salirse con la suya?. ¿O toda la operación se vendrá abajo por culpa de la tozudez del abogado?.

Un tipo honesto se mete de lleno en una ensalada del espionaje durante los días mas duros de la Guerra Fría en El Puente de los Espías (2015)

El Puente de los EspiasA veces un pedigree de la hostia no hace una gran película, y eso es lo que ocurre con El Puente de los Espías. Está Spielberg, está Hanks, están los hermanos Cohen… pero a la película le falta algo y es dificil determinar qué es. Puede ser que se trate de una anécdota sobreproducida, la cual encontraría su ámbito natural en un telefilme; o quizás sea su naturaleza episódica, algo que atenta contra su efectividad. Sólido y memorable son dos cosas diferentes, y si Bridge of Spies ha obtenido una parva de nominaciones al Oscar, es porque a los norteamericanos les gusta ensalzar proezas históricas (como ocurría con Argo, que era linda y chiquita pero nunca una gran película) por encima de la calidad real del filme.

El Puente de los Espías está dividido en dos actos: un drama de corte y un filme de espionaje propiamente dicho. El drama tribunalicio llega cuando a Tom Hanks lo eligen a dedo y le dan la orden de defender a un espía ruso descubierto con las manos en la masa. No pasa mucho tiempo antes de que Hanks se entere de la enorme cantidad de prejuicios y obstáculos con los cuales debe lidiar: todos piensan que el juicio es un trámite burocrático, que él mismo es un traidor a la patria por defender al espía, y – el tema de fondo – que no es posible un juicio justo cuando la flema patriótica está enardecida y la gente sólo quiere que linchen al acusado. Las apelaciones son resistidas, la revisión de pruebas es escatimada, y a Hanks lo empujan de un lado para otro. Curiosamente el villano que debe defender es el único que está de su lado: un tipo tranquilo e inteligente (gran performance de Mark Rylance) el cual es un apasionado de la pintura y el arte en general, y que pronto se solidariza con el sufrido abogado. El nexo entre ambos no tarda en crecer; para Hanks, Rylance / Abel no es mas que un patriota cumpliendo su deber y siendo fiel a sus ideales, un tipo completamente honorable que merece respeto. En vista del poco margen de maniobra que le dejan, a lo único que atina Hanks es a salvar al tipo de la silla eléctrica, sugiriendo una condena larga y “guardándolo” para el caso en que se precise un botín de intercambio con los soviéticos. La manera en que convence al foribundo juez del caso para que tome semejante decisión da lugar a una excelente escena hecha con sutileza y altura.

Segundo acto: pasamos al derribamiento del avión espía U2 – piloteado por Francis Gary Powers – en 1960. Al menos la secuencia del derribo demuestra que Spielberg no ha perdido la maestría para las secuencias de acción, lástima que todo el resto es demasiado estático. El piloto no logra suicidarse, es capturado y torturado, y los americanos apuran el trámite – siempre extra oficial – para recuperarlo, intercambiándolo por el espía sovietico que tienen retenido. Vuelve Hanks a escena, pero esta vez para protagonizar una de Graham Greene con gente enfundada en sobretodo, murmurando en zaguanes mal iluminados y esquivando los reflectores del muro de Berlin. Ciertamente es la mejor parte del filme – el personaje de Hanks posee el mando y tiene algunas ocurrencias brillantes, especialmente cuando decide sumar al estofado de los espías la liberación de un civil que quedó en medio del caos del levantamiento del muro -, aunque tampoco es nada del otro mundo.

Nadie puede cuestionar que El Puente de los Espías es una buena película – es muy raro que Spielberg genere un engendro a estas alturas -, pero carece de chispa. Yo creo que hubiera sido mas interesante ver una historia basada en los eventos posteriores – en donde dice que el personaje de Hanks, años mas tarde, fue a negociar la liberación de casi 1000 prisioneros norteamericanos apresados en Cuba tras la fallida invasión de Bahia de los Cochinos – que esta lenta y dialogada trama ambientada en Berlin. La chispa de los Cohen parece extinguida, y la anécdota parece demasiado gastada como para provocar impacto. Es posible que Spielberg esté filmando por ejercicio – para no perder estado, para volver a reunirse con Hanks – pero este es un proyecto que carece de filo y no sé si el problema está en la historia real o en el guión que la dramatiza. Spielberg ha demostrado su talento en el rubro del espionaje (Munich) pero acá se lo ve rutinario, lo cual es un desperdicio considerando los impresionantes dones que posee.