Crítica: Paul (2011)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA / Japon / GB, 2011: Simon Pegg (Graeme Willy), Nick Frost (Clive Gollings), Seth Rogen (voz de Paul), Kristen Wiig (Ruth Buggs), Jason Bateman (agente Zoil), Bill Hader (Haggard), Joe Lo Truglio (O’Reilly)

Director: Greg Mottola, Guión: Nick Frost & Simon Pegg

Trama: Graeme y Clive son dos nerds británicos que asisten a la convención de ciencia ficción Comic Con en las Vegas. Entusiasmados con lo que ven, deciden armar un recorrido por los puntos más importantes de Estados Unidos en materia de OVNIs, yendo desde el Area 51 hasta Roswell. Pero en la ruta se topan con una camioneta accidentada y su sorpresa será mayúscula cuando descubran a un alienígena que habla inglés y comienza a contarles chistes sucios. El extraterrestre – que dice llamarse Paul – les cuenta cómo vivió recluido en el Area 51 desde finales de los años 40 (cuando su nave se estrelló en Roswell) hasta hoy que pudo escapar, y su necesidad de ir a un punto alejado para que sus congéneres vengan a buscarlo. Pero el FBI y los Hombres de Negro se encuentran tras el rastro de Paul, y ahora el insólito trío deberá enfrentarse con mil y un obstáculos antes de poder llegar a su destino.

Paul Paul es un hijo dilecto de la dupla de comediantes británicos Simon Pegg y Nick Frost, los que son amigos en la vida real, han hecho juntos numerosas temporadas de sitcoms británicas, y vienen trabajando en cine desde su impresionante debut en Shaun of the Dead. Como está visto que esta gente es ultra fanática de la ciencia ficción (dentro y fuera de la pantalla), decidieron escribir una comedia sobre sus gustos personales. El resultado final es Paul, una comedia que tiene gracia y angel… el suficiente como para prendar a Steven Spielberg y que éste decidiera prestarse a hacer un cameo en el filme.

Por supuesto, esta es una comedia nerd. Las referencias a filmes de ciencia ficción abundan, desde ET hasta toda la saga de Alien (incluyendo un sorpresivo cameo y la inserción de parlamentos completos de dichos filmes, hecho con mucha elegancia). Aquí hay dos fans de vacaciones, que deciden hacer turismo alienígena: ir a todos los lugares en donde hubo avistamientos, visitar el Area 51, Roswell, etc. En el camino se les suma un alienígena mal hablado y sucio (con la voz de Seth Rogen), que sólo les trae problemas y les pide que lo ayuden a huir. La película se transforma así en una road movie, en donde el trío se conoce sobre la marcha y protagoniza situaciones cómicas mientras huye de hordas de implacables hombres de negro.

La comedia funciona muy bien debido a que la gracia está repartida entre todos los personajes, y éstos caen en manos de excelentes comediantes. Es cierto que el centro pasa por Paul, y que el alienígena sigue siendo Seth Rogen a pesar que sea un CGI de piel verde que mide un metro cincuenta, pero la personalidad de Rogen – fiestero, drogón, malhablado – curiosamente funciona en esta ocasión. Usualmente Rogen tiende a saturar al poco tiempo de estar en pantalla, pero aquí demuestra tener cierto ángel que lo hace querible.

Una de las cosas que mejor funciona en el filme es un subtexto religioso que aparece de la nada y termina teniendo conotaciones realmente interesantes. El trío se ve obligado a secuestrar a una fanática religiosa (Kristen Wiig), la que se transformó en testigo accidental de la presencia del alien. Pero entre la chica y el extraterrestre comienza un debate sobre la existencia de Dios, evolución darwiniana y milagros cristianos, todo lo cual termina yéndose al tacho cuando el alien le cura a la chica su ojo enfermo y completamente irrecuperable. En detalles como esos es donde Paul demuestra una inteligencia completamente inusual para una comedia de estas características, y los libretistas Pegg y Frist reafirman que saben de sobra sobre el tema.

Paul es un deleite sin desperdicio. Las situaciones cómicas son realmente cómicas, los personajes son queribles, y las referencias cinéfilas abundan por los cuatro costados. Simplemente la recomiendo acaloradamente y sin abundar en detalles, ya que eso mataría el efecto sorpresa de sus escenas.