Crítica: Pasajeros (2016)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2016: Chris Pratt (Jim Preston), Jennifer Lawrence (Aurora Lane), Michael Sheen (Arthur), Laurence Fishburne (Chief Gus Mancuso)

Director: Morten Tyldum, Guión: Jon Spaihts

Trama: La gigantesca nave espacial Avalon se encuentra en un viaje de 120 años para llegar a la colonia Homestead II. 360 miembros de la tripulación y mas de 5.000 pasajeros viven en estado de hibernación hasta que la nave alcance su destino. Pero al pasar por una lluvia de meteoritos los circuitos de la Avalon se dañan y despiertan antes de tiempo a Jim Preston, uno de los pasajeros. Al recuperarse del sueño criogénico, Preston descubre – para su horror – que aún quedan 90 años de viaje, y no existe manera alguna de regresar al estado de hibernación. Con el consuelo de Arthur – un barman robot con quien conversa todas las noches -, Preston intenta vivir a lo grande lo que le quede de vida a bordo de la nave… pero la necesidad humana de companía y amor es imprescindible y pronto termina por ponerlo a bordo del suicidio. Pero la intentona falla y, al recuperarse, sus ojos se encuentran con los de una hermosa muchacha cuya belleza lo cautiva. Revisando los archivos de la nave descubre que la chica se llama Aurora Lane, es escritora y posee una personalidad cautivante. El tema es que Preston ha llegado al punto limite y la idea de despertar anticipadamente a Aurora lo cautiva cada vez mas… aunque sabe que le estaría arruinando la vida al impedirle llegar a Homestead II, condenándola a vivir con él por el resto de sus vidas. ¿Es preferible la muerte a tomar semejante decisión?. Y de ser así – y ocultarle la verdad a Aurora, aduciendo que fue una falla del sistema lo que la sacó del sueño criogénico -, ¿podrá soportar el peso de semejante mentira durante el resto de sus días, mas cuando su plan sea enamorar a Aurora y conquistarla?.

Critica: Passengers

    Pasajeros (2016) Hay grandes esfuerzos que se quedan por el camino; formidables ideas que, una vez puestas en marcha, no saben cómo definirse de manera satisfactoria en los minutos finales. Tomemos el ejemplo de Pasajeros: excelsos intérpretes, formidables sets, notables efectos especiales, una premisa que promete y una conclusión floja. El problema es que a mitad de camino el filme se queda sin nafta y – en vez de hundir el cuchillo a fondo en la desesperada decisión que ha tomado Chris Pratt para asegurar su supervivencia y su salud mental – decide salirse por la tangente, cayendo en una serie de clichés y deus ex machina que resultan cuestionables. No sólo son rutinarios sino que aniquilan el balance que los protagonistas precisaban. El resultado final es la tipica guarangada hollywoodense que va contra la lógica de las cosas y termina fastidiando las expectativas del espectador, convirtiendo a Pasajeros en un espectáculo olvidable.

La premisa es formidable: si estuvieras solo en el espacio – fruto de un error de la computadora te han despertado de tu estado de hibernación 90 años antes de tiempo – y te vieras condenado a la soledad el resto de tu vida… ¿tomarías la cuestionable decisión de despertar a alguien mas para compartir tu condena?. A mi juicio todos los escenarios posibles surgidos de semejante decisión terminan mal: una pareja brinda estabilidad emocional, física y sexual pero – rayos – el ser humano es forzosamente un ser social, y la falta de interacción con otros individuos (ademas de tu pareja) debería culminar en la locura. Por otra parte, la mujer que has despertado no estará muy feliz de que lo has hecho, arruinándole los planes que ha trazado para su vida y condenándola a una existencia de ostracismo con un individuo con quien quizás no tenga química. Chris Pratt y Jennifer Lawrence son náufragos de lujo – viven a bordo de un Titanic espacial que amenaza con hundirse en cualquier momento -, pero no dejan de ser dos tipos varados en un lugar desierto. Los videojuegos, el deporte, la charla matinal con el barman robot (Michael Sheen), el ver todas las peliculas del universo y disfrutar de un gigantesco spa en medio del espacio no termina de conformar una vida sana y potable. El ser humano no puede vivir siempre de vacaciones ni tampoco puede vivir aislado; la sensación de soledad de una nave tan gigantesca como desierta debe abrumar y terminar por aniquilar todas las barreras mentales que te pongas. Es una gigantesca jaula de hámster en donde la rutina y la falta de libertad (para irte a donde quieras, para ver y sentir otro clima, otros paisajes, otras sensaciones) te terminan por vencer.

Y mientras que ver a Chris Pratt lidiando con la soledad y, mas tarde, hackeando el sistema de hibernación para revivir a Jennifer Lawrence es muy interesante, por el otro lado te da la sensación que todo esto está siendo estirado demasiado. El director Morten Tyldum te entretiene con los sets, los efectos especiales y la catarata de guiños kubrickianos – desde las exclusas de salida al espacio que usan los astronautas (propias de 2001) hasta el bar de la nave (atendido por un robot, no un fantasma) que se ve idéntico al del hotel Outlook de El Resplandor – pero el punto es que el tema da, a lo sumo, para un capítulo de La Dimensión Desconocida, no para una hora y media de charla y gente haciendo footing por los pasillos de la nave. La soledad culmina en un romance, el romance se quiebra cuando la Lawrence descubre la verdad, y lo que sigue es el desesperado intento del libreto para agitar las cosas ya que no sabe muy bien cómo seguir. Si Pasajeros fuera una película independiente, debería culminar con una batalla campal entre Pratt y Lawrence, la muerte de Pratt, y Lawrence vagando por la eternidad demente y solitaria. Dado el humor negro que Rod Serling exhibía en su memorable serie, el chiste estaría en que Lawrence ocuparía el lugar de Pratt como el desesperado sobreviviente condenado a una vida de soledad en esa gigantesca cárcel espacial (y quizás despertando a otro pasajero para que la acompañe).

Pero no. Hollywood no puede darse el lujo de seguir reglas lógicas ni de exponer a dos superestrellas como desquiciados dementes en un set que vale decenas de millones de dólares. (alerta spoilers) Entonces, lo que termina forzando es la rehabilitación de Pratt mediante un último acto de heroismo. Para ello llegamos con un Lawrence Fishburne caido del cielo que aclara las cosas, otorga los permisos que el dúo precisaba para acceder a partes vitales de la nave, y la necesidad de arreglar el centro de cómputos que ha sido bombardeado por meteoritos y que se encuentra a punto de desequilibrar la nave hasta el punto de hacerla estallar. Y, para que la Lawrence no se vea obligada a hacer un ménage a trois con Morpheus, el guión decide liquidarlo. Es todo tan forzado y antinatural que termina siendo chocante. Pratt no muere, la Lawrence lo perdona, no tenemos ni idea de si tuvieron hijos o si se mataron entre sí (¿y qué pasó cuando uno se murió y el otro le sobrevivió? ¿se pegó un tiro?), y sólo obtenemos un patetico voiceover de cinco minutos diciéndonos que fueron felices para siempre. Chim, púm, este estofado ha sido cocinado (fin spoilers).

Pasajeros es pasable, pero premetía mucho mas. Hay momentos largos y estáticos que tienden a dormirte, pero en general el filme está bien. El gran pecado es, en todo caso, no animarse a explorar la premisa de fondo como para ver qué pasaba con la Lawrence y si terminaba perdonando a Pratt o volviéndose su enemiga. Es otro caso de cobardía artística – o falta de ideas -, la cual toma un concepto interesante y lo poda a mitad de camino para transformarlo en algo mas conocido, rutinario y anodino, lo cual termina opacando los logros y las intenciones de lo qe prometía ser un gran filme.