Crítica: El Murciélago Dorado (Fantasmagórico) (Ogon Batto) (1966)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Japon, 1966: Sonny Chiba (Dr. Yamatone), Osamu Kobayashi (Ôgon Batto), Wataru Yamagawa (Akira Kazahaya), Chako van Leeuwen (Naomi Akiyama), Emily Takami (Emily Paird), Andrew Hughes (Dr. Pearl), Koji Sekiyama (Nazo)

Director: Hajime Sato, Guión: Susumu Takaku, basado en el personaje creado por Takeo Nagamatsu y Ichiro Suzuki

Trama: El joven Akira descubre que el planeta Icarus se encuentra en trayectoria de colisión contra la Tierra. Pero antes de que pueda notificar la noticia, es secuestrado por un grupo de agentes del gobierno, quienes lo llevan hasta las instalaciones secretas del Dr. Yamatone en los Alpes japoneses. Allí Yamatone le dice que Akira debe ayudarlos a encontrar un diamante especial – el que le daría la potencia necesaria al rayo construído por el Dr. Pearl e imprescindible para destruir a Icarus -. Al recibir una llamada de auxilio procedente de uno de los equipos de Yamatone, Akira, el doctor y el resto los miembros salen a investigarla. La señal los lleva a una extraña isla en medio del océano, en donde encuentran muertos a los integrantes del grupo de exploración. Pero se cruzan con Nazo, un criminal alienígena que está decidido a destruir la Tierra – él provocó el desvío de Icarus de su órbita – e intenta detener los planes de construcción del rayo destructor. Tras el asedio de los ataques de las fuerzas de Nazo, el equipo termina refugiándose en unas antiguas ruinas, sólo para descubrir un antiguo sarcófago que data de hace 10.000 años. Al retirar el enorme diamante que tiene el cuerpo, la joven Emily revive accidentalmente a un antiquísimo guerrero atlante llamado Ogon Batto. Batto es un ser superpoderoso que promete ayudarlos, y es el único capaz de derrotar a Nazo antes de que éste logre destruir al planeta.

Ogon Batto (El Murcielago Dorado) Ogon Batto es el primer superhéroe japonés, y data de 1930. El origen del personaje no es muy claro; algunos indican que apareció en novelas antes de ser trasladado al manga, y otros dicen que surgió primero en los kamishibai, una especie de espectáculo teatral intinerante en donde se proyectaban imágenes y la historia era contada por un narrador. El personaje resultó ser muy popular, sobreviviendo incluso a la Segunda Guerra Mundial, y en los sesentas tendría un gran revival. La Toei produciría esta versión en vivo, tras lo cual vendría la serie animada de 52 capítulos que se emitirían entre 1967 y 1968. Algunos historiadores indican de que la posible influencia creativa pudo haber sido un personaje similar desarrollado en uno de sus cuentos por Robert E. Howard – el creador de Conan -. Pero muchos de los documentos que podrían haber servido para respaldar la mayor parte de dichas teorías desaparecieron durante el conflicto bélico.

Es difícil describir la calidad de esta versión con actores. En sí la trama es un delirio y la ejecución es pobrísima, pero es tan gloriosamente ridícula que uno no puede evitar reírse a mandíbula partida durante todo el tiempo. Es una película tan mala que termina siendo buena. Comenzando por el superhéroe del título, que parece vestido como un mago de Las Vegas y tiene una máscara inexpresiva a la cual le faltan dos dientes; siguiendo por el villano de la trama, que es una bolsa de consorcio con dos nuditos en las puntas – para simular las orejas – y cuyos ojos son dos pares de ópticas de moto. Si de por sí Nazo no fuera suficientemente ridículo, tiene una pinza enorme como mano, y en la otra tiene un guante de latex tres talles más grandes. Debe figurar como el villano cinematográfico más patético de la historia.

Toda la historia tiene un entusiasmo juvenil que sólo los japoneses pueden inventar. Lógica cero, héroes incompetentes, villanos inútiles (que se lanzan de manera suicida contra los rayos que disparan los buenos – el famoso efecto de los Stormtrooper de La Guerra de las Galaxias -), cambio de locaciones todo el tiempo, efectos especiales bizarros. Al menos Ogon Batto hace las cosas como corresponde, ya que es indestructible y aparece cuando las papas queman. En el medio hay delirios de todo tipo, como el sarcófago egipcio encontrado en los restos de la Atlántida – por que los egipcios en realidad eran descendientes de los atlantes, ¿no lo sabían? -, navecitas patéticas copiadas de los Thunderbirds, trajes plateados, personajes clonados por los villanos para infiltrarse en el cuartel de los buenos, y niveles siderales de sobractuación. En cada aparición Ogon Batto se ríe con una carcajada diabólica, como si se hubiera fumado algo muy copado. Con su cetro – sí, porque el tipo tiene un bastón muy cool – dispara rayos y vuela. Porque los atlantes volaban, ¿o tampoco desconocía ese dato?.

Es imposible aburrirse con El Murciélago Dorado. Hajime Sato le pone tanta energía y ritmo que no decae casi nunca, exceptuando al último tercio del filme en donde Ogon Batto está ausente la mayor parte del tiempo – y uno lo extraña! -. Por el resto, es rutina propia de las series Ultra de Eiji Tsuburaya, sólo que el personaje fue creado treinta años antes: hay otro equipo secreto de ultratecnología que debe combatir una amenaza espacial y que termina siendo salvado sobre la hora por un superhéroe alienígena. Aquí es la joven Emily la que posee un broche dorado con forma de murciélago y que utiliza para invocar a Ogon Batto.

Les recomiendo de todo corazón El Murciélago Dorado. Es una figurita difícil de conseguir pero vale la pena. Es un show camp absolutamente sin desperdicio.