Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco
USA, 1993: Ed Harris (Sheriff Alan Pangborn), Max Von Sydow (Leland Gaunt), Bonnie Bedelia (Polly Chalmers), J.T. Walsh (Danforth ‘Buster’ Keeton III), Amanda Plummer (Nettie Cobb)
Director: Fraser Heston, Guión: W.D. Richter, basado en la novela de Stephen King
Trama: Al pueblo de Castle Rock ha llegado Leland Gaunt, anticuario de profesión. Pero en lo que parece ser el simple arribo de un forastero al pueblo, pronto se transforma en una presencia siniestra al descubrirse que todos los clientes de la tienda de antigüedades de Gaunt han estado cometiendo crímenes en los últimos tiempos. Ese es el aterrador hallazgo que realiza el sheriff Alan Pangborn al descubrir que cada uno de los culpables ha realizado tropelías solicitadas por Gaunt, condición necesaria para acceder a los invaluables objetos que se encuentran en su tienda. Pero las cosas se pondrán peor cuando Pangborn empiece a sospechar que Gaunt no es un desequilibrado que provoca el caos, sino la versión encarnada de un mal antiguo y ancestral, el cual parece relamerse con cada una de las muertes ocurridas en el pueblo a costa de su accionar… y cuyas almas pasan a formar parte de su colección personal.
Yo debo figura entre la selecta minoría que detesta a Stephen King. En todo caso, yo soy un arrepentido Kingómano: he devorado sus libros y vistos sus películas hasta principios de los 90s, en donde me dí cuenta de que el autor no tenía nada mas nuevo que ofrecer, salvo entrar en una espiral de reciclamiento salvaje, camuflando su falta de originalidad con el engrosamiento grosero de sus novelas (como si se vendieran por peso). Hubo una época en que Stephen King fue original y rompió los esquemas – creando el horror basado en los temores infantiles, utilizando el escenario de los pequeños pueblos para contrastar entidades malignas ancestrales contra el conservadurismo de la America profunda -, pero después se volvió comercial y aburrido y, cuando no, se disparó con aires de artista serio, generando espesos melodramas como Dolores Clairborne. Por cada Cujo, Carrie, Christine, La Niebla hay un Apocalipsis, Tommyknockers, Langoliers o Needful Things, historias que arrancan bien y se desencantan en bolazos poco felices, estupideces monumentales, o finales anticipables de acá a la China. La Tienda de los Deseos Malignos es una de sus novelas menos agraciadas, y la adaptación cinematográfica le va en saga, siendo tan chata como anónima.
Otro tipo va a un pueblito inventado por King y pone una tienda de antigüedades. Oh, sí, parece Salem’s Lot, sólo que Max Von Sydow no es un vampiro sino una especie de demonio aburrido con demasiado tiempo libre. Para que sepamos que es malo, maneja un diabólico Mercedes alemán, y posee en su tienda todo tipo de chiches, de esos por los cuales te has babeado toda tu vida: cosas que tuvo tu abuelo, o que siempre quisiste tener y nunca pudiste, o articulos mágicos que te hacen sentir diferente. En realidad Sydow parece una especie de Loki (no el de Hiddleston), un dios juguetón al que le gusta hacer travesuras. Acá recolecta almas de la manera mas lenta, absurda e ineficiente, mostrándole objetos apetecibles a la gente y exigiéndoles como parte de pago una tropelía. Lo que en principio parece tonto – ensuciar la ropa de alguien, romper el vidrio de una ventana, etc – pronto demuestra ser parte de un plan maestro, generando un efecto dominó en donde los vecinos sospechan uno del otro, y comienzan a odiarse entre sí hasta el punto de llegar al crimen y el asesinato. Esto requiere desarrollar minimamente a una parva de personajes apenas interesantes, los cuales terminarán siendo carne de cañón en el correr de los siguientes 20 minutos. No hay monstruos siderales, gente que corta en pedacitos a nadie, ni amenazas mutantes / diabólicas de algún tipo. A decir verdad, La Tienda de los Deseos Malignos es una de las películas mas chatas, asépticas y simplonas que ha surgido de la factoría del prolífico King.
Para compensar esto hay una troupe de buenos actores: Sydow impone su jerarquía como de costumbre, Ed Harris siempre está perfecto, Amanda Plummer hace su quincuagésimo papel de loca, etc… pero esto no basta para camuflar que la historia es insípida. Para colmo dirige el hijo de Charlton Heston, el cual hizo un puñado de películas en su vida – una mas aburrida que la otra -.
La Tienda de los Deseos Malignos es relleno para cable. Solo los puristas / fanáticos de Stephen King la verán, pero a su vez sería absurdo negar que hay obras superiores del autor (y que parten de premisas similares). Correcto y chato no es lo mismo y, mucho menos, que sean sinónimos de entretenimiento. En todo caso, siga chequeando el lista del videoclub, porque seguro que hay titulos mejores que éste en donde gastar dos horas del precioso tiempo de su vida.