Crítica: Munster Go Home (La Herencia de los Munster) (1966)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1966: Fred Gwynne (Herman Munster), Yvonne de Carlo (Lily Munster), Al Lewis (Grandpa Munster), Debbie Watson (Marilyn), Butch Patrick (Eddie Munster), Terry-Thomas (Freddie Munster), Robert Pine (Roger Moresby)

Director: Earl Bellamy, Guión: Joe Connelly, Bob Mosher & George Tibbles

Trama: El tío de Herman Munster ha fallecido, y le ha legado tanto su castillo como su titulo nobiliario. Esto obliga a la familia a trasladarse a Inglaterra, topándose con el resto de su parentela británica, quienes pronto se muestran resentidos con el dictamen del testamento y empiezan a elaborar planes para eliminar a los Munster. Sus siniestros esquemas abarcan desde asustarlos hasta morir, hasta generar sabotajes y atentados, ninguno de los cuales surte efecto. Y las cosas se pondrán peor cuando los Munsters descubran que sus parientes han montado una imprenta clandestina en el sótano del castillo, la cual imprime dinero falso día y noche. Desbaratada su operación ilegal, los enfurecidos rufianes apurarán sus planes y contratarán a un sicario… el cual intentará matar a Herman Munster durante el transcurso de la carrera de autos que se realiza en el condado, y en la cual participa como corredor. ¿Podrá el monstruoso gigante sobrevivir a tanta maldad? ¿O su ingenuidad terminará por tener un Dios aparte, el cual lo guíe y proteja durante el desarrollo de la carrera?.

La Herencia de los Munster En general puedo no estar de acuerdo con un fenómeno, pero sí entender las causas de su éxito. Pero el caso de Los Munsters es uno que escapa por completo a mi comprensión. Comenzaron como una flagrante copia de Los Locos Addamsreciclando buena parte de los monstruos del panteón de la Universal – , y obtuvieron un nivel de popularidad que los mantuvo en el aire por mas de cinco décadas: hicieron telefilmes reunión, una nueva serie en 1988, y hasta un fantástico reboot en el 2012 (Mockingbird Lane), el cual no fue visto por nadie y falló en su propósito de relanzar la serie en un formato moderno y para un público mucho mas adulto. Pero el espíritu de la tira siempre fue tremendamente insulso e infantil, careciendo de la chispa, carisma y picardía que tenían Los Locos Addams. El cómo un producto estúpido sobrevive en el tiempo y se transforma en objeto de culto, es algo que excede a mi persona. Quizás tenga que ver con la añoranza infantil – el recuerdo de verlo en TV cuando uno era un pibe -, pero esa chispa debería apagarse con el paso de un par de generaciones. No es Star Trek; es un show para niños,… y uno bastante bobo.

Como la serie pasaba su momento de gran esplendor a mediados de los sesenta, los estudios decidieron seguir ordeñando la vaca con una versión para la pantalla grande (algo parecido a lo que ocurrió con el Batman de Adam West). A la legua se nota que es una producción armada a las apuradas y filmada con dos mangos, sea por el exceso de stock footage y escenarios de relleno (vistos hasta la saciedad en episodios de El Agente de CIPOL, Batman, Misión Imposible y un larguísimo etcétera), y sea por el poco cuidado que le han puesto al libreto. Todo es tremendamente previsible – el cobro de la herencia, los parientes resentidos que quieren cobrar venganza, el romance con el chico de turno (Robert Pine! siglos antes de ser el jefe de CHIPs y regalarnos al engendro de su hijo Chris), el cual termina convirtiéndose en el héroe de la jornada, etc -; y si bien la falta de originalidad no es el peor pecado (reutilizar una estructura conocida debería dejarte mas tiempo para crear relleno entretenido y efectivo), el problema es que todo el libreto transpira pereza creativa. Los chistes tontos inundan las escenas, y ni siquiera son efectivos para un audiencia cuya edad no llegue a dos dígitos. Incluso hay un par de gags que suenan fuera de lugar, los que se debaten entre un libreto escrito a las apuradas y una mala traducción del doblaje al español. Demás está decir que el grueso del filme se vive como un largo, insulso y soporifero pasatiempo.

Queda en evidencia que el cast vive en su mundo y se relame con lo que está haciendo. Yo he disfrutado muchísimo de otras performances de Fred Gwynne (en Cementerio de Animales, Mi Primo Vinny y otras comedias ochentosas) pero acá peca de insufrible. Herman es un nene grande que se la pasa diciendo obviedades y haciendo morisquetas a cada rato. Yvonne de Carlo seguirá preguntándose cómo su carrera de sex symbol se fue al retrete y terminó apareciendo en esto; y el resto del cast es un grupo bastante anónimo y desabrido. Ni siquiera el espléndido Terry Thomas logra sobrevivir a la idiotes generalizada.

Podré pecar de hereje pero La Herencia de los Munster es una de las cosas mas estúpidas que he visto, y dudo que me dignaría en volver a ver algo de esta saga. Comparados con la picardía y el fino humor negro de Los Locos Addams, Los Munster pierden por goleada. Quizás hemos perdido la ingenuidad, o quizás era un producto de su tiempo; como sea, es un producto que ha envejecido mal y al cual se le notan los costurones por todos lados… un detalle que termina ofuscando a propios y extraños – fans y neófitos – de todas las generaciones.

  LOS MUNSTERS

La Herencia de los Munster (1966) – Mockingbird Lane (2012)