Crítica: Mimic (1997)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1997: Mira Sorvino (Dra Susan Tyler), Jeremy Northam (Dr Peter Mann), Charles S. Dutton (Leonard), Alexander Goodwin (Chuy), Giancarlo Giannini (Manny), Josh Brolin (Josh), F. Murray Abraham (Dr Gates), Alix Koromzay (Remy)

Director: Guillermo Del Toro, Guión: Guillermo Del Toro & Matthew Robbins

Trama: Una epidemia está diezmando a los niños de Nueva York y la entomóloga Susan Tyler está convencida que el virus es transmitido a través de los insectos. Por eso Tyler ha creado una cucaracha genéticamente modificada – a cuya raza le llama Judas -, capaz de secretar una substancia letal para los insectos portadores de la enfermedad. Ya han pasado 3 años y no se han reportado nuevos casos de chicos enfermos, amén de que la doctora Tyler es considerada una heroína para la ciudad. Sin embargo la entomóloga ha comenzado a encontrar indicios de lo que parece ser un insecto gigante que mora en los túneles del subterráneo. Y todo parece indicar que la especie Judas – diseñada para no sobrevivir más de un verano – ha logrado reproducirse y mutar, hasta alcanza un enorme tamaño y – lo que es peor – se han adaptado para camuflarse y asemejarse físicamente a los seres humanos. Ahora Tyler y sus colaboradores deberán rastrear y destruir el nido de los Judas en las profundidades de la red de subterráneos, lo que transforma a la búsqueda en una misión prácticamente letal para todos sus integrantes.

Mimic Este es el debut hollywoodense de Guillermo Del Toro, el director mexicano que había obtenido gran suceso a nivel internacional con su filme fantástico Cronos en 1993. En sí Mimic no tiene nada de extraordinario a excepción de la premisa – un insecto gigante capaz de camuflarse como un ser humano y pasar desapercibido entre la gente -, pero Del Toro le saca más brillo de lo que en principio podía obtenerse de semejante libreto, generando algunas situaciones interesantes. Mimic arranca muy bien, genera algunas movidas notables, y después se desbarranca hacia un final demasiado genérico. Es como si los guionistas no hubieran podido mantener la originalidad de la idea, y se hubieran visto forzados a caer en lugares comunes vistos en la inmensa mayoría de filmes de monstruos, de Alien hasta la fecha.

En sí, Mimic no es más que Alien, salpicado con gotas de Them, la Humanidad en Peligro. Hay otro bicho letal acosando en corredores oscuros, sólo que su comportamiento puede ser explicado en términos científicos. Si uno quiere, ésta no es mas que otra fábula sobre un científico loco, sólo que aquí Mira Sorvino no recibe el castigo que merece por haber violado las leyes de la naturaleza – en todo caso su pecado es políticamente correcto, ya que contribuyó a salvar la vida de decenas de miles de niños neoyorkinos -, aunque merecía ser devorada por el bicho, simplemente porque ésa es la tradición cinematográfica. Tampoco la resolución trata de la ciencia venciendo a la naturaleza con sus propias reglas sino que se trata de otro climax genérico con miles de coincidencias – ups!, justo el canal maestro de gas de la ciudad pasa por donde la criatura tiene el nido! -, que hace acordar demasiado al raid que se veía obligada a hacer Sigourney Weaver en el final de Aliens.

Pero dejando de lado los lugares comunes, Mimic se deja ver. Es prolija y Del Toro dirige un par de escenas con gran tensión. Al menos tiene la valentía de liquidar a un par de niños en pantalla, cosa que hace con gran estilo y no como ese engendro mal parido por los hermanos Strause que resultó ser Alien vs Predator: Requiem. Quizás las cosas que puede hacer el bicho suenen demasiado increíbles – que se camufle es una cosa; que ande entre la gente es otra -, y quizás el stock de personajes del que se nutre la historia sea mucho más interesante que las infames y expeditivas muertes que les tocan en suerte, pero en general Mimic es potable. No es la mejor del grupo, pero tampoco un engendro.

Sin recorrer lugares nuevos, Del Toro ha creado algo rutinario y competente. Sin dudas el director estaba atado por los compromisos generados por su debut. El mexicano recién obtendría oportunidad de lucirse con Blade II y Hellboy, y alcanzaría la cuspide de su talento con El Laberinto del Fauno. Pero aquí era un artista a sueldo, que obtiene lo mejor que puede con una historia demasiado genérica.