Crítica: Milenium (Millennium) (1989)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1989: Kris Kristofferson (Bill Smith), Cheryl Ladd (Louise Baltimore), Daniel J. Travanti (Arnold Mayer), Robert Joy (Sherman), Leonard Chow (Beijing)

Director: Michael Anderson, Guión: John Varley, basado en su propio cuento Air Raid

Trama: Dos aviones de pasajeros se estrellan, y el especialista Bill Smith es asignado a investigar las causas del accidente. En el transcurso de la investigación Smith se topa con la bella Louis Baltimore, con quien termina pasando la noche. En una de sus recorridas por el hangar donde yacen los restos de uno de los aviones, Smith encuentra un extraño aparato electrónico que termina por dejarlo aturdido. Y allí distingue a Louise, quien recupera el dispositivo y salta dentro de un portal dimensional. Smith pronto terminará por descubrir que Louise es una viajera del tiempo, que proviene de un futuro muy lejano en donde la humanidad se está muriendo, y que se encuentra repoblando su mundo abduciendo personas de los aviones que están predestinados a estrellarse en la época actual.

Millennium La idea de llevar el cuento de John Varley Air Raid a la pantalla es un proyecto que estuvo rodando por los estudios durante años. En un principio Douglas Trumbull – el especialista en efectos especiales de 2001, Odisea del Espacio y director de Naves Misteriosas y Proyecto Brainstorm – quiso materializarlo, con Paul Newman y Jane Fonda al frente del cast; pero después el proyecto pasó por diferentes manos y finalmente cayeron en las del director Michael Anderson. Anderson es un director terrible – ha dirigido famosos bofes desde La Vuelta al Mundo en 80 Días hasta Fuga en el Siglo XXIII y la miniserie Crónicas Marcianas -, pero al menos aquí está algo controlado y por lo menos obtiene un producto pasable.

El mayor problema con Michael Anderson es que es un director que no se toma muy en serio los proyectos de ciencia ficción y fantasía con los cuales trabaja. Cuando sus filmes no son soporíferos, están plagados de escenas ridículas o enormes saltos de credibilidad. Es sorprendente cómo un tipo así sigue trabajando, aunque lo cierto es que en su filmografía hay títulos muy conocidos – lo que no implica que sean necesariamente buenos -. Aquí Anderson está mucho más restringido y termina por generar una factura aceptable, pero igual la historia termina dejando algo que desear.

No conozco el cuento sobre el que Millennium se basa, pero asumo que debía ser algo parecido a un capítulo de La Dimensión Desconocida (o mejor aún, de Los Expedientes Secretos X), con un relato basado enteramente en la época actual y la sorpresa final de que los investigadores descubrían tanto a la viajera del tiempo como a las causas de los accidentes aéreos. El problema es que, al adaptar un cuento al formato de un largometraje, la historia hay que estirarla y rellenarla, y eso no siempre termina saliendo bien. Todo el suspenso posible de la historia termina aniquilado desde el momento en que la futurista Cheryl Ladd salta al portal temporal a tan sólo media hora de empezada la película. Ya develado el enigma, lo que queda es intentar disfrazar la historia de alguna manera como para generar una segunda revelación que sirva de clímax del filme. Y lo que sigue a continuación no es demasiado coherente.

Tal como en la reciente El Sonido del Trueno, el guión se despacha con el artilugio de las “oleadas temporales”. Alguien viaja al pasado, lo altera, y al regresar al futuro empieza a sufrir terremotos ya que la línea de la historia se viene reacomodando como una especie de tsunami virtual que afecta todas las etapas de la historia del mundo. Pero no deja de sonar a Deus Ex Machina cuyas reglas no son muy claras, y donde sólo sirve como excusa para provocar numerosas explosiones para un grand finale. La trama, a partir de entonces, empieza a tener huecos enormes (Cheryl Ladd regresa al pasado para corregirlo… y no corrige nada; el dispositivo adormecedor termina por matar a un personaje que no debía morir; y el clímax carece de sentido, ya que los supervivientes son enviados a quien sabe qué época y en dónde), y nadie se toma la molestia de explicar las reglas de juego en un par de minutos. Además, el guión tampoco se preocupa en explicar qué le pasó a este mundo futuro – estéril y contaminado – ni cómo funcionan los planes de reubicación de los pasajeros rescatados.

Milenium se deja ver si uno no intenta racionalizar el tema de las paradojas temporales. Si lo hace, no tienen sentido o están mal explicadas. Anderson se mantiene bastante restringido, aunque ello no impide que se despache con un robot ridículo lleno de chistes malos que aconseja a Cheryl Ladd a cada momento. La blonda está más bonita que nunca, pero su performance no es muy buena – y eso no ayuda al relato -, y al menos Kris Kristofferson compensa un poco con su aplomo habitual.