Crítica: Miami Vice (Corrupcion en Miami) (2006)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2006: Colin Farrell (Detective James ‘Sonny’ Crockett), Jamie Foxx (Detective Ricardo ‘Rico’ Tubbs), Li Gong (Isabella), Naomie Harris (Detective Trudy Joplin), Ciarán Hinds (Agente Fujima), Justin Theroux (Detective Larry Zito), Luis Tosar (Arcángel de Jesús Montoya), Barry Shabaka Henley (Teniente Martin Castillo), John Ortiz (José Yero)

Director: Michael Mann, Guión: Michael Mann sobre personajes creados por Anthony Yerkovich, Musica – Klaus Badelt

Trama: Agentes federales caen abatidos en una emboscada. Los agentes de la policía de Miami Dade Crockett y Tubbs son requeridos por el FBI, ya que se sospecha que hay un soplón en la agencia, y deberán intentar infiltrarse en la operatoria del narcotraficante José Yero. Pero Yero resulta ser un intermediario del verdadero líder del cartel, operado por Arcangel de Jesús Montoya. Actuando como transportistas, Crockett y Tubbs ingresarán la droga a Norteamérica para ganarse el la gracia de los narcotraficantes. Pero pronto la fachada de los detectives quedará en una situación delicada, especialmente cuando Crockett se involucre sentimentalmente con la mujer de Montoya.

Miami Vice Miami Vice fue una serie de TV que dominó las pantallas entre 1984 y 1989. El show resultaba ser una mezcla entre los tradicionales shows de compañeros policías (buddies shows, al estilo Starsky & Hutch) con la onda MTV, con lo cual primaba el estilo sobre la substancia. Esto de ningún modo indica que la serie fuera mala, pero la trama básica resultaba ser sorprendentemente breve en comparación con largas secuencias estilizadas, musicalizadas con hits del momento. El otro rasgo característico de Miami Vice era el lujo; nunca se había visto a agentes encubiertos desenvolverse en un ambiente de tanto dinero, manejando Ferraris o descomunales lanchas, o haciendo gala de un impresionante poder adquisitivo. Si uno piensa seriamente en muchas de sus características, resulta bastante irreal, y puede definirse en todo caso como una estilización del género policial. No existe en sí; a lo sumo es una fantasía filmada; si busca shows más realistas, vea The Shield.

Pero a pesar de dicha incoherencia, era una serie muy buena. Si bien las tramas eran cortas, eran lo suficientemente atractivas y estaban dotadas de suspenso. Además, el carisma de Don Johnson – ídolo en su momento – dominaba el show, y los personajes secundarios eran sólidos. Como suele pasar con bastantes shows exitosos, al protagonista se le ocurrió en un momento que la serie era una atadura para su incipiente carrera; y tal como pasó con David Duchovny con The X Files (o con Diana Rigg en The Avengers), Johnson partió de la serie, provocando su cancelación, en busca de una carrera cinematográfica que jamás prosperó.

Veinte años después llega la versión para cine de la mano de Michael Mann. Mann es un director muy diestro; es imposible encontrar un film malo en su carrera. Mann fué el productor de la serie, y en más de un sentido, el verdadero control creativo de la misma. Después del show, Mann arrancó con El Ultimo Mohicano, siguió con Heat, Colateral, y aspiró al Oscar por Alí y El Informante. La versión 2006 de Miami Vice es su reencuentro con los personajes que lo llevaron a la fama.

Pero Miami Vice termina resultando otro travesti cinematográfico como Misión Imposible, aunque no tan sacrílego respecto a sus orígenes. Los detectives podrían haberse llamado con otro nombre, y la trama no se vería afectada. Cuando uno ve una remake, espera que se cumplan algunos ritos: desde el cameo de los intérpretes oríginales, respetar la música de la serie, retomar la historia donde terminó el show hasta expandir el mundo que la serie había presentado. Miami Vice 2006 no cumple demasiado de esto: los personajes secundarios de soporte son simplemente relleno, el teniente Castillo – que tenía un gran peso en la serie cuando lo interpretaba Edward James Olmos – pasa desapercibido aquí, no sabemos más de Crockett o Tubbs, e incluso la estética es totalmente diferente. El barbudo Colin Farrell no tiene nada que ver con el lampiño Don Johnson, ni Jamie Foxx tiene demasiada relación con el locuaz Philip Michael Thomas. Manejan una Ferrari, es cierto; son agentes de drogas, es verdad; muchas de sus escenas son estilizadas y con música. Pero allí se terminan las coincidencias. Ciertamente ambientar Miami Vice en los 80 hubiera resultado ridículo, y llamar a actores de calibre a imitar a Johnson y Michael Thomas hubiera caído en el riesgo de la comparación, pero podrían haberse encontrado otras vías. Porque el producto resultante termina siendo algo ligeramente basado en Miami Vice que utiliza la marca como recurso de marketing.

Lo cual nos lleva a la verdadera substancia del film, que resulta ser buen material, a pesar que su chapa decepcione a los fans de la serie, que seguramente esperaban otra cosa. Mann mantiene las cosas en movimiento y con suspenso, fundamentalmente creando una atmósfera volátil. Los recursos argumentales son similares a los de la serie – un engaño para ganarse la confianza del líder del cartel; algunas bravuconadas para obtener el respeto -, pero hay una diferencia esencial, y es la sensación de peligro. A diferencia del show, uno no está seguro si Crockett y Tubbs podrán salir vivos de la encrucijada en la que se meten. Ciertamente hay algo de acción en el film, pero la gran mayoría es suspenso, en especial por lo imprevisible de las reacciones de los narcotraficantes. No hay villanos memorables – Yero y Montoya carecen de personalidad -, pero despiden una sensación de amenaza suficiente como para mantener las cosas en vilo. Uno considera en qué piensan estos policías al involucrarse en semejantes juegos; y si bien el personaje de Tubbs – como en la serie – es radiado, cuando las luces se posan sobre Crockett lo que descubrimos es cierta adicción a la adrenalina. Cuando se involucra con Isabella, la mujer del líder del cartel, no sabemos si es una jugada brillante o el simple sabor del peligro.

Miami Vice es un thriller sólido; uno que no hará historia, pero que es mejor que una inmensa mayoría que pulula en las salas de cine y los videoclubes. Mann imprime algo menos de estilo y un poco más de substancia que el show original, lo que da dos horas de buen cine y nada más que eso.