Crítica: El Manitú (Regreso desde la 5ta Dimensión) (1978)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1978: Tony Curtis (Harry Erskine), Michael Ansara (John Singing Rock), Susan Strasberg (Karen Tandy), Jon Cedar (Dr Jack Hughes), Stella Stevens (Amelia Crusoe), Burgess Meredith (Dr Ernest Snow)

Director: William Girdler, Guión: William Girdler, Jon Cedar & Thomas Pope, basados en la novela homonima de Graham Masterson

Trama: Hace tres días que Karen Tandy se ha detectado un bulto en el cuello, y decide ir al hospital. Pero las radiografías demuestran de que el tumor posee piel y huesos. Karen acude a su ex amante Harry Erskine en busca de consuelo. Pero Harry comienza a investigar, y descubre que el feto que Karen aloja en su cuello podría ser la reencarnación de un antiguo hechicero indio llamado Misquamacus. En la busqueda desesperada de soluciones, Harry logra ubicar al hechicero John Singing Rock, y juntos intentarán detener el renacimiento de Misquamacus, pero el mismo resulta ser la versión indígena del mismo demonio.

El Manitu En los 70, Graham Masterson decidió despacharse con una serie de novelas (concretamente cinco) basadas en una idea que se le había ocurrido acerca de la reencarnación de un antiguo hechicero indio. La saga de El Manitú llamó la atención del director exploitation William Girdler, quien obtuvo los derechos y realizó la adaptación para la pantalla grande.

William Girdler es una especie de clon de tercera mano de Roger Corman, aunque con bastante menos talento. En la misma década en que apareció The Manitou, Girdler se había especializado en un pequeño subgénero de horror, que es el de la naturaleza vs el hombre (animals run amok), con El Dia de los Animales (1977) y la que sería su obra más conocida, Grizzly (1976). A decir verdad, lo que hacía Girdler era producir copias calcadas de éxitos de taquilla, con ínfimos presupuestos y sin la menor intención de disimular su procedencia. Grizzly, por ejemplo, era un clon de Tiburón, solo que con un oso gigantesco y ambientada en los bosques. Y con El Manitú, intenta hacer una mezcla de procedencias, que van desde El Bebe de Rosemary pasando a It´s Alive y El Exorcista.

A El Manitú se la suele denostar como una de las películas más idiotas de terror que existe, lo cual no es cierto. En todo caso lo que hay aquí es muy buen material contra el cual atenta William Girdler como cineasta y guionista, pero que aún así termina por prosperar a pesar de los gruesos errores creativos. Ciertamente el primer tercio es intrigante, pero la pésima elección de Tony Curtis como protagonista y la inclusión de alguna escena descolgada (como la anciana poseída en el departamento de Curtis, que parece un vomito masivo de clisés de El Exorcista y que carecen de compatibilidad con el resto de la historia) terminan por dejar a la calidad del segmento en simplemente mediocre. Es un capítulo que tiene errores de criterio – Curtis no se toma el papel en serio, hay algunos momentos de comedia descolgados -. Donde El Manitú funciona muy bien es en el segundo tercio; la presencia de Michael Ansara aporta una cuota enorme de dignidad que supera ampliamente a la calidad del film. Gracias a Ansara El Manitú resulta en un entretenimiento potable, pero Girdler se empeña en arruinar las cosas en el final, despachándose con uno de los climax más absurdos y ridículos jamás vistos.

La idea de la reencarnación de la versión indígena del demonio es fascinante. Las ideas del original de Graham Masterson sobreviven a los errores artísticos de Girdler, con lo cual la convierten en una película digna de una remake por parte de un director más agraciado. Hay varias escenas que funcionan realmente bien – la sesión espiritista, el nacimiento de Misquamacus -, y otras abominables. Es cierto que el final es coherente con la teoría real del Manitú – que es un espíritu o una esencia divina que está subyacente en todas las cosas, incluso en las máquinas (¿alguien dijo La Fuerza?) -, pero tal como el film lo inserta en el final es monumentalmente ridículo. Hubiera sido mejor apelar a que Karen era poseída por algún dios bueno como para combatir al hechicero, antes que sacar recursos de la galera. Y el combate final es un festival de disparates y FX de mala calidad, completamente imbécil.

William Girdler no sobreviviría a El Manitú; tendría un accidente aéreo que acabaría con su vida antes del estreno. El film tuvo éxito, si bien la crítica le pegó duro y mal. Y a pesar de sus abominaciones artísticas, es una película que se da maña para crear un par de escenas memorables.