Crítica: Me Llaman Trinity (1971)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

Italia, 1971: Terence Hill (Trinity), Bud Spencer (Bambino), Farley Granger (mayor Harriman), Elena Pedemonte (Judith), Steffen Zacharias (Jonathan)

Director: E.B. Clucher (Enzo Barboni) , Guión: Enzo Barboni

Trama: Trinity es un legendario pistolero conocido por su rapidez con las armas, por lo cual se ha ganado el apodo de “la mano derecha de Dios”. En su peregrinaje por el oeste norteamericano, termina por arribar a un pueblito en donde el poderoso terrateniente local – el mayor Harriman – se encuentra presionando a un grupo de inmigrantes evangelistas para que abandone sus tierras y así apoderarse de ellas. Pero su mayor sorpresa es toparse con su hermano Bambino – un cuatrero buscado por la ley -, quien ha terminado por oficiar como sheriff local tras dispararle accidentalmente al oficial que venía a ocupar el cargo. Bambino se encuentra a la espera del resto de su banda para largarse de allí y dar un golpe en el rancho del mayor Harriman, robándole su gran cuadrilla de caballos; pero a medida que pasa el tiempo, los dos pistoleros terminarán por ponerse del lado de los inmigrantes y acabarán en una guerra privada con Harriman.

Me Llaman Trinity Los años setenta marcarían el declive del spaghetti western, y pronto el género empezaría a buscar nuevas variantes para poder renovarse, lo cual estiraría su vida útil unos años más. En esa búsqueda de alternativas surgirían los western en tono de comedia, del cual el exponente más importante sería Me Llaman Trinity en 1971. El filme tendría un suceso enorme y lanzaría al estrellato a sus dos protagonistas, los que trabajarían juntos durante 12 películas. La mayoría de ellas terminarían por ser rebautizadas e incluir el nombre de Trinity o Bambino en el título – aunque no fueran secuelas oficiales de este filme -, simplemente como recurso publicitario y demostrando la enorme popularidad que Hill y Spencer habían obtenido con este hit de 1971.

Esta es la primera aparición conjunta de Mario Girotti (Terence Hill) y Carlo Pedersoli (Bud Spencer). Ambos habían comenzado como extras, y venían con una carrera ascendente en la filmografía italiana. Bud Spencer – que con el tiempo se transformaría en un hombre renacentista, trabajando como director, escritor, productor, incursionando en la política, recibiéndose de abogado, patentando inventos y teniendo una exitosa carrera como nadador olímpico – ya había llamado la atención en el western internacional El Ejército de Cinco Hombres en 1969 (en donde compartía cartel con Peter Graves y Tetsuro Tamba). Por su parte Terence Hill ya había participado en roles de importancia en El Gatopardo (1963) y Dios Perdona … Yo No (1967). Y entre tanto el cerebro de todo esto, Enzo Barboni (o E.B. Clutcher) era un director de fotografía que venía probando suerte para remontar un proyecto western propio. En 1970 había logrado concretar Ciakmull – L’uomo della vendetta; y con el visto bueno de los productores, presentó el libreto de Me Llaman Trinity, la que terminaría por rodar al año siguiente.

Pero a decir verdad, Me Llaman Trinity es bastante menos graciosa de lo que uno recuerda. Posiblemente sea porque la fórmula aún estaba en pañales, pero la mayor parte del tiempo funciona como un western standard y serio. No hay tantas peleas, y cuando ocurren, son bastante breves. Incluso una de las más extendidas, con Terence Hill aporreando pistoleros en un viejo almacén, carece bastante de los tradicionales “juegos de manos” que se convertirían en la marca de fábrica de toda la serie. Hay otros elementos que sí están, como los gags sobre las comidas o el desparramo masivo que hace Bambino con toneladas de pistoleros; pero incluso en un momento sorprendente Bud Spencer termina por batirse a duelo con unos matones del mayor Harriman – lo cual usualmente sería una escena jugada por Terence Hill en los filmes posteriores; a Spencer siempre le tocaban en suerte las peleas a puñetazo limpio -. Pero cuando no hay acción, el filme se ralentiza demasiado, e incluso las escenas con el grupo de inmigrantes evangelistas se extienden hasta la eternidad.

La dupla central demuestra tener una excelente química; el problema es el resto de los secundarios, que son muy blandos. Farley Granger es un villano completamente anónimo, y posiblemente por su seudo status de única estrella norteamericana en el cast, termina por salvarse del castigo merecido al momento del climax.

Aún con sus problemas – duración excesiva, necesidad de una edición más ajustada para mantener el ritmo, escasos momentos de comedia -, Me Llaman Trinity es un entretenimiento potable. No es tan graciosa como uno presume, pero tiene todos los elementos incipientes que harían exitosa la fórmula durante años.