Crítica: El Libro de Eli (2010)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2010: Denzel Washington (Eli), Gary Oldman (Carnegie), Mila Kunis (Solara), Ray Stevenson (Redridge), Jennifer Beals (Claudia), Tom Waits (Engineer), Evan Jones (Martz), Frances de la Tour (Martha), Michael Gambon (George), Malcolm McDowell (Lombardi)

Director: The Hughes Brothers, Guión: Gary Whitta

Trama: El mundo en un futuro post apocalíptico. Eli es un caminante que atraviesa los restos de los Estados Unidos en su peregrinaje hacia el oeste. Pero llega a un pueblo dominado por el cruel Carnegie, cuyos matones empiezan a intimidarlo. Tras eliminarlos sin mayor esfuerzo, Eli atrae la atención de Carnegie, quien piensa reclutarlo como líder de su escolta personal. Pero mayor será la sorpresa de Carnegie cuando se entere que Eli porta una Biblia – el último ejemplar existente en la Tierra -. El terrateniente desea el libro sagrado como parte de un plan de expansión y reconstrucción de la civilización bajo sus fines personales; pero Eli considera que tiene una misión sagrada y es la de llevar la Biblia hasta el extremo oeste del país, donde aún no ha llegado la barbarie. Ambos hombres terminarán enfrentados en una pelea a muerte por la posesión del libro.

El Libro de Eli Con la proximidad del final del calendario maya, parecieran haberse puesto de moda las películas apocalípticas. Desde espectáculos pochocleros como 2012 hasta producciones mucho más dramáticas como The Road. Después de semejantes títulos, El Libro de Eli parece una entrada tardía y desfasada en el aggiornamiento del género. Toda la historia parece reciclada de un filme setentista, con el agravante de un pretensioso mensaje religioso que termina por ridiculizarla y sepultarla bajo su peso. El resultado final termina dejando mucho que desear.

Al mando están los hermanos Hughes, de los cuales lo único que conozco es Desde el Infierno (2001) y la cual no era precisamente una película memorable. Ahora se aliaron con Denzel Washington en lo que parece ser una movida personal del actor, produciendo la presente versión para la pantalla grande de un libro que le debió haber tocado sus fibras más intimas. Pero viendo el producto terminado, parece obvio que Washington ha pasado a engrosar la larga lista de actores encaprichados en producir terribles proyectos personales, figurando junto a Bruce Willis (Hudson Hawk), John Travolta (Campo de Batalla: La Tierra) y Sean Connery (The Medicine Man) – entre tantos otros -, los que terminaron generando espectaculares bodrios, fracasos de taquilla y, en el peor de los casos, hundiendo sus propias carreras.

La primera mitad es extremadamente rutinaria. En general la mayoría del cine postapocalíptico termina cayendo en una variante u otra del Western, pero aquí resulta más que evidente. Hay títulos que van desde Mad Max hasta El Ultimo Guerrero que hablan del pistolero solitario que va haciendo justicia a su paso en un mundo sin ley. Acá no sólo ocurre eso, sino que ni siquiera disfrazan el reciclado de ideas, poniendo a Gary Oldman en el papel del malvado terrateniente – que es clásico en los filmes del Oeste -. Oldman domina las fuentes de agua, el pueblo entero, y tiene un banda de ineptos secuaces, candidatos a ser carne de cañón bajo el filo del machete de Denzel Washington. Eso es algo qye ya vimos cientos de veces.

Al menos el filme podría haberse contentado con seguir la rutina y hubiera terminado resultando un espectáculo pasable. Pero cuando salta a la luz la premisa central – Oldman y Washington tironean por la posesión de una Biblia, ya que consideran que es el instrumento divino necesario para controlar y apaciguar a la población, y comenzar el proceso de reconstrucción de la civilización -, el filme se clava de nariz y no termina de remontar vuelo nunca. No sólo es un rol exagerado que se le da al libro sagrado – como si su mera existencia y el recitado de sus escritos fueran suficientes para aplacar la anarquía existente en semejante contexto -, sino que el libreto empieza a tirar situaciones como si Washington fuera una especie de elegido en plena misión sagrada. El tipo liquida a centenares y se escapa a las balas; incluso cuando está desarmado, le vacían un cargador encima y sigue vivo. ¿Acaso Dios protege a los que asesinan en su nombre?.

Las cosas se ponen aún mucho peor después que Washington se cruza con Michael Gambon, quien hace de un ermitaño que vive con su esposa en medio del desierto. No sólo el gran actor británico dura cinco minutos en pantalla (¿para eso lo contrataron?), sino que todo lo que sigue ya bordea lo ridículo. Hay personas que no mueren cuando deberían; hay personajes que no saben leer ni escribir pero saben manejar un auto – aún cuando en el futuro no existan los coches desde hace treinta años -; y el climax se hace demasiado largo e insatisfactorio. Tampoco ayuda la performance de Mila Kunis, que en vez de ser una bruta estropeada por la mala calidad de vida de la época, se termine viendo como una teenager adinerada de Beverly Hills con anteojos Ray Ban caminando por el desierto al lado de Washington.

Hay una intención sincera de crear una aventura post apocalíptica con un mensaje religioso de esperanza; pero del dicho al hecho, El Libro de Eli deja mucho que desear. No sirve como película de acción ni como filme de sci fi pensante. Es un híbrido que bordea lo ridículo en varias ocasiones, y no deja contento a nadie.