Crítica: El Ultimo Gran Héroe (1993)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1993: Arnold Schwarzenegger (Jack Slater / él mismo), Austin O’Brien (Danny Madigan), Charles Dance (Benedict), Robert Prosky (Nick), Frank McRae (teniente Dekker), Tom Noonan (el Destripador), Anthony Quinn (Tony Vivaldi), Mercedes Ruehl (Irene Madigan), F. Murray Abraham (John Practice), Bridgette Wilson (Whitney Slater / Meredith Chance), Sir Ian McKellen (la Muerte)

Director: John McTiernan, Guión: David Arnott & Shane Black, basados en una historia de Adam Leff & Zak Penn

Trama: Danny Madigan es un fanático a ultranza del cine de acción, en especial de la serie de filmes sobre el intrépido policía Jack Slater – que ha protagonizado la mega estrella Arnold Schwarzenegger -. Un día el proyeccionista del cine decide darle un ticket mágico – capaz de cumplirle los sueños a quien lo posee – y, a pesar de su descreimiento, Danny decide retenerlo. Pero lo cierto es que la magia del ticket es real y, en medio de la película, Danny resulta teletransportado al mundo en donde habita Jack Slater. Muy pronto el muchacho intenta convencer al héroe que nada de lo que sucede en la trama es real, y que todo es predecible siguiendo los clichés del cine de acción de Hollywood; pero las cosas se salen de control cuando Benedict – el nefasto asesino a sueldo de la película en donde Danny ha caído – se apodera del ticket y logra saltar a nuestro mundo. Ahora Danny y Jack Slater se encuentran tras la pistas del sicario, el cual desea utilizar el ticket mágico para reclutar a los asesinos más famosos del cine y crear un ejército para apoderarse del mundo; pero el tiempo se acaba y las cosas se complican demasiado, ya que en el mundo real el esfuerzo, las heridas y los golpes agobian a Slater, dejándole al límite de sus fuerzas.

El Ultimo Gran Heroe El Ultimo Gran Héroe es un filme que resulta tan brillante como dispar. Tiene las manos llenas de genialidades, pero la historia en sí no resulta ser tan satisfactoria como debiera. Es muy probable que se trate de un problema de estructura – el acto I transcurre en un universo fantástico en donde todo es posible, pero el acto II pasa en el mundo real y todo resulta mucho más anodino, algo similar a lo que pasaba en Matrix y sus secuelas -, y quizás el filme hubiera resultado mucho mejor si la dupla de script doctors David Arnott & Shane Black hubieran respetado el espíritu del libreto original de Zak Penn & Adam Leff. Sí, ésta es la primera historia de ése Zak Penn, el mismo que se despachó con Incidente en el Lago Ness o esa películita llamada Los Vengadores.

En sí, El Ultimo Gran Héroe no deja de ser un típico capítulo de La Dimensión Desconocida expandido al formato de largometraje. Incluso la idea no es nueva, ya que Woody Allen había probado algo parecido con La Rosa Púrpura del Cairo en 1985 – con otro héroe cinematográfico saliendo de la pantalla -, y hay un episodio de Amazonas en la Luna (1987) en donde un espectador se cae literalmente dentro de la programación de su televisor, comenzando a aparecer en cada serie y película que proyectan. Mientras que el recurso del salto entre dimensiones – mundo real vs mundo del cine – no es original, lo cierto es que aquí sirve de excusa para satirizar todos los clichés habidos y por haber del cine de acción – que en la era ultraconservadora del gobierno de Ronald Reagan experimentaba un furor inusitado, y labraría la carrera de ídolos tales como el mismo Schwarzenegger, Stallone o Bruce Willis, amén de una tonelada de figuras menores devenidas hoy en gerontes, los cuales aparecen en cameos en The Expendables y sus secuelas -. En cierto sentido El Ultimo Gran Héroe marca el sendero para títulos como Scream, películas escritas en clave de metaficción en donde los protagonistas se reconocen a sí mismos como personajes de una historia, conocen los clichés y demás reglas del universo en que viven, y utilizan dichos mecanismos para modificar (contra las expectativas creadas) el trazado de la misma trama.

En su momento El Ultimo Gran Héroe tuvo una recepción bastante fría – recaudó 137 millones contra los 85 de su presupuesto de producción, un resultado mas que tibio considerando que hasta ese entonces todos los filmes de Arnold Schwarzenegger eran auténticos tanques de taquilla -, lo que terminó marcándola como una especie de película maldita por parte de la prensa. Pero cuando uno empìeza a analizar los factores que influyeron en semejante resultado, termina por descubrir que la suerte del filme estaba echada desde antes que la crítica y el público vieran siquiera un fotograma: los directivos del estudio manejaron mal la promoción del filme, lo rodaron en un sistema experimental de audio (7.1) que estaba instalado en un puñado de salas, e hicieron demasiado tarde una proyección de prueba, la cual devino en una reacción bastante negativa por parte del público asistente. Lo que siguió fue previsible: llamaron a todo el elenco y filmaron nuevas escenas de apuro,… pero todo ese proceso los dejó con un tiempo justísimo para la post producción y terminó por abortar las sesiones de pre-estreno para la prensa (el filme seguía en proceso de edición hasta una semana antes de su proyección inaugural!)… con lo cual la irritable critica especializada yanqui salió a pegarle sin asco a la cinta, aún cuando no hubieran visto siquiera dos minutos de la película. Y, como colmo de males, El Ultimo Gran Héroe debió enfrentarse en su estreno a Jurassic Park, la cual terminaría por devorarse el box office durante las siguientes semanas, convirtiéndose en una de las peliculas más taquilleras de la historia (hasta ese momento).

Pero, entre toda esas toneladas de mala leche, uno puede percibir cierto tufillo a ensañamiento por parte de la prensa. Ciertamente hubo errores garrafales en el marketing y en el manejo de de producción (deberían haber retrasado el estreno, lisa y llanamente), pero da la impresión de que la prensa estaba esperando un momento de debilidad en la carrera de Schwarzenegger para comenzar a pasarle facturas al austríaco (o quizás interpretaron que el filme era un monumento al ego de la estrella). Las revistas comenzaron a publicar declaraciones poco felices o sacadas de contexto, como que Arnold estaba descontento con el filme y que jamás volvería a rodar otra película de acción, o de que la cinta era inentendible, y comenzaron a echarle flit a la audiencia antes de El Ultimo Gran Héroe desembarcara siquiera en su primera sala de proyección. Como uno no vive en USA no sabría decir si Arnie es una figura tan controvertida como, por ejemplo, Tom Cruise, que son odiados por la mayoría pero tolerados en la industria debido a su excelente performance en las taquillas. Lo cierto es que El Ultimo Gran Héroe les dió una fantástica oportunidad a todos para vengarse del austríaco, y esto terminaría por marcar el declive de su carrera, amén de mellar severamente su confianza en sí mismo como actor: ninguna de sus performances posteriores tendría la misma seguridad y soltura que sus títulos previos, y esto resulta particularmente notable cuando estamos hablando de un tipo que apenas sabe mover dos músculos faciales frente a cámara.

Mientras el mundo se dedicaba a descuartizar El Ultimo Gran Héroe, el tiempo terminaría por darle la oportunidad para ser revisionada desde un punto de vista menos apasionado. En sí, la idea de fondo es deliciosa: imaginen que de pronto se abre un portal fantástico y ustedes traspasan la pantalla, pasando a vivir grandes aventuras con el héroe cinematográfico de su infancia – y en este caso es el mismo Arnold Schwarzenegger, el que sin dudas es el héroe de acción más grande que haya existido (la larga lista de clásicos que ostenta bajo su cinturón es indiscutible); pero ustedes podría reemplazarlo por Roger Moore o Douglas Fairbanks, o el que deseen -. Mientras que a muchos esto les debe haber parecido una millonaria adulación al ego del austríaco, por otro lado no es más que la oportunidad para que la estrella se presente de manera desacartonada frente a su público – primero como personaje y después como parodia de si mismo, cuando aparece como un pavote interesado en meter bocadillos publicitarios sobre su cadena de restaurantes mientras su esposa en la vida real lo sermonea feo -. El problema es que la efectividad del filme varía demasiado cuando la acción se traslada al mundo real – en el libreto original toda la historia pasaba en el mundo del cine, algo así como si fuera una versión saturada de balaceras y persecuciones de El Mago de Oz (incluso hay una referencia explícita en un par de escenas), en donde el protagonista recién regresaba a su universo de origen en los cinco minutos finales -, la cual dura excesivos 40 minutos y está recargada de inconsistencias e ideas que quedan por la mitad. En el mundo real Jack Slater sigue haciendo proezas (aunque menores) como saltar de las cornisas de los rascacielos o disparar de manera endiablada al blanco del ojo del villano, amén de que el malvado (un delicioso Charles Dance que se roba cada escena en la que aparece) jamás concreta el formidable potencial que le brinda el artefacto mágico como para reclutar a un ejército de monstruos y asesinos surgidos de las películas más famosas de la historia. El reclutamiento del Destripador – un villano menor de la ficticia saga de Jack Slater – sabe a poco, como si la producción no hubiera tenido la plata para conseguir los derechos sobre otros personajes cinematográficos (tipos de la talla de Hannibal Lecter, Freddy Kruger, Jason de Martes 13, etc., los cuales son mencionados en un momento por el mismo Charles Dance) y así poder liberarlos sobre el final… o quizás sea que la imaginación de los libretistas ya había llegado a su límite y prefirieron decantarse por la opción más fácil y económica.

El filme está plagado de momentos deliciosos, como la delirante seccional de policía en donde co-habitan – con absoluta normalidad – gatos animados parlantes, versiones digitales de Humphrey Bogart y el robot T-1000 de Terminator 2 (entre una parva bastante nutrida de personajes), o las salidas de Austin O´Brien en donde anticipa los clichés de cada momento típico de la película. Y aún en el dispar Acto II hay perlitas, como cuando Charles Dance descubre que el mundo real es mas cruel e indiferente que el de las películas – la secuencia en donde liquida a un tipo para probar que a nadie le importa un pito un asesinato en plena calle y a la vista de todos, es sencillamente desopilante -. Pero quizás el problema de fondo sea que El Ultimo Gran Héroe es, en esencia, un filme demasiado nerd para su género, y que requiere cierta complicidad y conocimiento previo por parte del espectador – lo cual no debería ser un gran problema, ya que todos consumimos películas de acción con bastante asiduidad,… aunque, para el grueso de yanquis pochocleros y descerebrados, este requisito debió parecerles lo mismo que exigirles una licenciatura de Harvard -. Quien no entendió que esto es una trama fantástica pensará que es un filme de acción demasiado exagerado y ridículo; y, para el cinéfilo, los defectos de construcción – el pasaje al mundo real, que ralentiza el filme y trampea sus propias reglas – quedan rápidamente en evidencia. Pero aún con todos sus problemas de concepción El Ultimo Gran Héroe termina siendo una experiencia placentera, principalmente porque conoce a la perfección las reglas del cine y se encarga de satirizarlas con una enorme inteligencia; lástima que esos momentos están esparcidos en una trama que no mantiene el nivel de creatividad como debiera.