Crítica: Payasos Asesinos del Espacio Exterior (1988)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1988: Grant Cramer (Mike Tobacco), Suzanne Snyder (Debbie Stone), John Allen Nelson (Alguacil Dave Hansen), John Vernon (Sheriff Curtis Mooney)

Director: Stephen Chiodo, Guión: Charles Chiodo, Edward Chiodo & Stephen Chiodo

Trama: El pueblito de Crescent Cove, California. Mike Tobacco es un adolescente que pasa una noche de juerga en companía de su novia Debbie y sus amigos. De pronto la noche de campamento es interrumpida por la llegada de un meteorito, el cual impacta contra las colinas que rodean al pueblo. Mike y Debbie van a investigar, pero en el lugar del impacto sólo encuentran una gigantesca carpa de circo. Internándose en ella descubre una horda de payasos monstruosos, los cuales intentan capturarlos para devorárselos. Los chicos logran escapar y van al pueblo a avisarle al sheriff, pero nadie cree su versión. Decididos a montar su propia ofensiva acuden al alguacil Dave Hansen – ex novio de Debbie -, el cual les da crédito a su historia. Y no pasa mucho tiempo antes que los payasos infernales diezmen al pueblo, quedando Mike, Debbie y Dave como última frontera de defensa contra el invasor extraterrestre. ¿Podrán nuestros ineptos héroes vencer a los alienigenas antes que éstos terminen por devorar al pueblo entero?.

Parece que Bonzo tuvo un mal día en esta escena de Payasos Asesinos del Espacio Exterior (1988) Parece que Bozo tuvo un mal día en esta escena de Payasos Asesinos del Espacio Exterior (1988)

Killer Klowns From Outer Space Hay filmes idiotas que resultan adorables y Payasos Asesinos del Espacio Exterior es uno de ellos. La idea de fondo no tiene ni pies ni cabeza – alienígenas con forma de payasos monstruosos, los cuales viajan en una nave espacial igualita a una carpa de circo -, pero la ejecución tiene una gracia infinita. Es un filme barato y mediocre pero se regodea en su propia ineptitud, y está plagado de momentos deliciosos. No busquen lógica porque no la hay; son simplemente una sucesión de gags sobre payasos siniestros, los cuales tienen su cuota de momentos inspirados.

El filme es el dream project de los hermanos Chiodo, unos especialistas en efectos especiales que han trabajado en Critters, Elf, el Duende y Team America: World Police. En los 80s juntaron un dinero, armaron un script lisérgico y rodaron este filme que rápidamente se transformó en un título de culto. Los Chiodo homenajearon afectuosamente los filmes de invasores espaciales de los años 50 y 60 – comenzando por The Blob, a la cual calcan toda la secuencia de inicio – y reemplazaron la amenaza de turno con unos payasos monstruosos plagados de dientes y trucos mortales. El por qué los aliens se parecen a payasos y viajan en naves espaciales idénticas a carpas de circo no tiene sentido; es simplemente la excusa para despacharse con una tonelada de gags sobre payasos asesinos que devoran niños, crean perros asesinos con globos y utilizan flores de utilería para lanzarle ácido (en vez de agua) a la cara de los desafortunados desprevenidos que se cruzan en el camino.

El único mérito del filme es ver a los payasos en acción – el éxito depende de si usted compra lo delirante de la premisa -, ya que el resto es un espanto. Los personajes idiotas abundan – comenzando por el intragable Grant Cramer (que abre los ojos como un desquiciado y parece sintonizar a George Burns todo el tiempo), siguiendo por el platinado alguacil del pueblo, y culminando con un par de heladeros idiotas que ayuda al trío principal a derrotar a los bichos, los cuales se la pasan disparando chistes malos todo el tiempo sin importarles lo apremiante que sea la situación -, y la única gracia actoral le pertenece al veterano John Vernon, el cual da una sobreactuación de campeonato. El tipo es una especie de version pueblerina de Sledge Hammer, y mastica amenazas e insultos todo el tiempo, lo cual hace Vernon con una gracia infinita. Lo suyo es un caso ejemplar de dignidad actoral.

Killer Klowns From Outer Space es una película ideal para un viernes a la noche, rodeado de amigos pasados de manies y birras. Estúpida, exagerada, delirante pero siempre entretenida, es un clásico ejemplo de título de culto en donde lo que importa no es la coherencia de la historia sino la gracia con que ha sido ejecutada.