Crítica: Juggernaut (1974)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

GB, 1974: Richard Harris (comandante Anthony Fallon), Omar Sharif (capitán Alex Brunel), David Hemmings (Charlie Braddock), Anthony Hopkins (agente John McLeod), Shirley Knight (Barbara Bannister), Ian Holm (Nicholas Porter)

Director: Richard Lester, Guión: Richard Alan Simmons

Trama: El Britannic es un enorme transatlántico de bandera inglesa, el cual transporta 1.200 almas en su travesía a través del Atlántico – entre Londres y Nueva York -. Pero ahora un maníaco se ha comunicado con el jefe de la línea marítima, y le ha informado que ha instalado siete bombas a bordo del barco, estratégicamente instaladas como para detonar y hundirlo sin miramientos en menos de 24 horas. Ante la extorsión de un pago de medio millón de Libras el gobierno ha enviado un equipo antibombas al transatlántico, el cual es liderado por el recio comandante Anthony Fallon. El problema es que las bombas son auténticas obras maestras de la ingeniería, plagadas de trampas y falsos detonadores, y basta con que exploten 3 de ellas para producir una catástrofe. Y mientras el tiempo corre y los nervios de Fallon se destrozan, las bombas siguen su rumbo hacia el armagedón, el cual se desatará en alta mar a menos de que ocurra un milagro.

El Hombre de la Cuarta Dimension (The 4D Man) Juggernaut es una intentona del cine británico en treparse a la ola del cine cacástrofe (sí, está bien escrito), el cual reinaba las taquillas a principios de los años 70. En general el cine catástrofe es uno que odio con bastantes ganas, simplemente porque el papá del género – Irwin Allen – lo engendró de manera idiota y mediocre, matando la tensión con abundante melodrama de relleno (y el cual no le interesa a nadie). Esta interpretación británica del cine catástrofe es mas lineal y despojada, mas centrada en los hechos y – tal como en sus pares norteamericanos de la época – salpicada de nombres famosos. El problema es que todo el asunto es tan minimalista – ver durante una hora a unos tipos arrodillados junto a unos barriles – que tiende a hacer agua… y no precisamente porque hablemos de un transatlántico a punto de hundirse en medio del mar.

Ciertamente la flor y nata del cine inglés está reunido aquí, algunos en versiones ridículamente jovencisimas. Está Ian Holm, flaco y con pelo oscuro, el cual se luce como el director de la línea – que rebosa de honestidad e ideales frente a la amoralidad de los funcionarios del gobierno británico -; Anthony Hopkins, haciendo de policía y sobreactuando a baja altura; el siempre aborrecible Freddie Jones; Shirley Knight, antes de perder la pelea con la balanza y cuando era una apetecible MILF; Omar Sharif como Omar Sharif – viendo donde está el cheque para irse a jugar otra partida de Bridge -; David Hemmings, visiblemente agotado después de años de partuza; ese rey de la comedia ridícula que fue Roy Knnear – el cual tiene su cuota compartida de momentos inspirados y secuencias incómodas, ya que le toca hacer de encargado de diversión y eventos sociales justo en un barco saturado de bombas a punto de explotar -; y hasta Roshan Seth, ese hindú que ha estado en miles de producciones de época como Ghandi o Indiana Jones y el Templo de la Perdición. Y, por supuesto, la frutilla del postre es Richard Harris, el cual se comporta como un loco todo el tiempo que está en pantalla. Mas que un héroe, su personaje parece un deprimido nihilista que se la pasa filosofando sobre la muerte y tirándole pálidas a los demás, cuando no, entra en modo sobreactor a full (posiblemente porque Harris estuviera picoteado por el whisky y se le diera por improvisar en el set). Mientras que el resto de los papeles funciona con mayor o menor éxito, la presencia de Harris es tan chocante como el rechinar del filo de unas uñas sobre la superficie de un pizarrón. ¿Como cinchar por un tipo tan misántropo y detestable?.

Al menos el habitualmente mediocre Richard Lester (Superman II) se da maña para crear algo de suspenso, en especial a la hora del desarme de las bombas… pero la cosa es bastante flácida y estática, en especial al momento de la resolución. Mientras que en el cine catástrofe norteamericano hay infinidad de actores viejos con melodramas mediocres de relleno, aquí hay una parva de gente famosa metiendo algún que otro bocado sobre la situación de las bombas (como Clifton James – el sheriff Pepper de 007 Vive y Deja Morir! -, o Shirley Knight, quien hace de amante del capitán), lo cual se transforma en un montón de cameos sin utilidad que bien podrían haber quedado en el piso del cuarto de edición. Por lo menos la pesquisa policial está ok, y sirven para mostrar algo de dinamismo en un filme infestado de gente hablándole a la cámara.

Juggernaut no es un gran filme; a lo sumo es un pasable entretenimiento de matineé, tan prolijo que a veces aburre. Quizás precisaba menos personajes y mas escenas jugadas, un detalle que le jugó en contra en la hora del estreno – ya que no fue a verla nadie -, y un estigma que hoy en día le persigue, demostrando que la correctitud y la lógica suelen atentar contra la efectividad de un pasatiempo válido.