Crítica: In the Blood (2014)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

GB / Puerto Rico, 2014: Gina Carano (Ava), Cam Gigandet (Derek Grant), Danny Trejo (Big Biz), Luis Guzmán (jefe Ramón Garza), Stephen Lang (Casey), Amaury Nolasco (Silvio Lugo), Ismael Cruz Cordova (Manny)

Director: John Stockwell, Guión: James Robert Johnston, Bennett Yellin

Trama: Ava es una superviviente. Ha resistido los embates de vivir en un barrio duro, saturado de criminales, algunos de los cuales asesinaron a su padre (y de los cuales ella se cobró debida venganza). Pero semejante derrotero manchado de violencia le ha dejado profundas cicatrices, por las cuales se ha sumido en el alcohol y las drogas. En el proceso de rehabilitación ha conocido a Derek Grant, el hijo de un millonario, y pronto ambos terminan profundamente enamorados. Después de una fastuosa boda, se han ido de luna de miel a una isla del Caribe, en donde viven todo tipo de aventuras. Pero luego de una noche de juerga han decidido probar suerte en las tirolinas… intento que termina en desastre cuando el aparejo de Derek se rompe y el muchacho cae desde gran altura. El problema es que la ambulancia que lo transportaba ha desaparecido y nadie tiene información sobre el paradero de Derek, con lo cual todas las sospechas recaen sobre Ava. Y la muchacha utilizará todo el aprendizaje brindado por su dura adolescencia para rastrear a su marido y patear los traseros que sean necesarios, con tal de descubrir la verdad oculta tras la conspiración… mientras todos los oficiales de la corrupta policía local corren incansablemente tras sus pasos para poder atraparle.

In the Blood Gina Carano es una favorita de esta sección. Después de haber visto su impresionante debut en Haywire (2011), no sería venturoso decir que es la próxima estrella femenina del cine de acción. A final de cuentas es una peleadora de artes marciales mixtas, una feroz gladiadora con sólidos antecedentes en eventos deportivos televisivos. Ahora está intentando crearse una carrera en Hollywood tras el filme de Soderbergh, una tarea harto complicada en un género en donde son mas los que fracasan que los que triunfan. El problema pasa por tener una personalidad distintiva, algo que te separe de la masa y que permita incluso que el público y la crítica te adoren lo suficiente como para perdonarte tus limitaciones. A Haywire le siguió un papelito bastante digno en Rápidos y Furiosos 6, pero a la Carano recién ahora le llegó el turno de su segundo protagónico; y, en vista de la modestia del proyecto – que no cuenta con el soporte del elenco multiestelar que Soderbergh había elegido para acompañarla -, le corresponde a la musculosa muchacha llevar todo el peso del show sobre sus espaldas. La macana es que, con filmes tan mediocres como In The Blood, Gina Carano nunca va a llegar a nada. Es cierto que otros héroes de acción – Schwarzenegger, Stallone, Van Damme, Seagal, etc – han acometido su buena sarta de bodrios antes de generar algún filme medianamente memorable que definiera sus carreras, pero el libreto de In The Blood es tan atroz que quedan pocas palabras de aliento para el porvenir de la maciza gladiadora. Si bien es cierto que en Hollywood la regla es mostrarse en cuanto filme se pueda – aún en los mas horribles – hasta que alguien con poder te brinde la oportunidad de oro, por otra parte también es cierto que hay películas tan malas que han volteado carreras enteras cuando éstas estaban aún en etapa de crecimiento. Y francamente espero que ésa no sea la suerte de la Carano respecto a In The Blood, ya que creo que la morocha tiene mucho para darle al cine de acción, aún cuando le falte pulir una enorme cantidad de cosas.

A mí me resulta sorprendente cómo alguien puede escribir mal una historia de venganza. Digo: ya han hecho 500.000 filmes sobre el tema – todos muy parecidos entre sí -, y basta copiar el 90% de la estructura de cualquiera de ellos para obtener algo mínimamente potable – si no te da la cabeza para ser original, al menos hacé una buena fotocopia -. El problema aquí es que el filme arranca bastante bien, después viene la acción y, a medida que se acerca el final, empieza a volverse cada vez mas ridículo e incoherente; y el punto no es que vaya contra las expectativas iniciales planteadas por el libreto – o sea, la sospecha de que Danny Trejo, un calentorro mafioso local entusiasmado con las curvas de la Carano, ha montado toda esta conspiración para hacerse con la chica – , sino que la solución alternativa que plantea es sideralmente estúpida e insatisfactoria.

Ojalá los problemas se limitaran al climax. Las cosas no van bien desde que vemos a la Carano en pantalla. Se supone que la gladiadora es una chica común con un pasado duro, pero cuando aparece con vestido de novia o en traje de baño se ve como She-Hulk en bikini. Para colmo el script la obliga a mostrarse en musculosa y pantaloncitos todo el tiempo, pero es imposible de que pase desapercibido el hecho de que su brazo es tan grueso como la pierna de Cam Gigandet. Tampoco la historia de origen es inspirada o, mucho menos, creíble. Se supone que ella lidió con maleantes toda su vida al crecer en un barrio duro, y que inclusó mató a los asesinos de su padre… pero de allí a que fuera sometida a un feroz entrenamiento (por parte del durísimo Stephen Lang) como si fuera el proceso de formación de una super heroína, es absurdo. Pelear con matones todo el tiempo, soportar dolores intensísimos, o aprender cómo autorepararse las heridas no es lo que se dice el proceso de formación común de alguien nacido en la villa miseria. Al menos el libreto hubiera tenido la inteligencia de ponerle algún pasado mas coherente como, por ejemplo, de que hubiera sido agente de la CIA durante sus años mozos.

Pero los problemas con la Carano no se limitan a su físico exuberante e imposible de camuflar. Su performance es terrible. Al contrario de otros clásicos héroes de acción – como Stallone o Schwarzenegger -, la Carano puede actuar, ya sea riéndose como una loca, llorando como una Magdalena o poniendo cara de sicótica cuando está en modo asesino a full. El problema es que demuestra una inseguridad enorme, lo cual se nota en la pantalla. A veces está extremadamente nerviosa y se la ve histérica, y en otras ocasiones es demasiado blanda como para mostrar convicción. Las escenas con Luis Guzmán están plagadas de esa bipolaridad, pero creo que se debe a más una filmación apurada – infestada de primeras y únicas tomas, plagada de direcciones rápidas de interpretación a alguien que no tiene demasiada experiencia en la actuación – que a falta de entusiasmo por parte de la Carano. Quizás el problema es que el libreto le pide cierto rango dramático que exige una dirección mas precisa, cuando en realidad el guión debería haberse amoldado a sus limitaciones. Tal como ocurría con los filmes de Charles Bronson, la Carano debería ser monosilábica, estar en estado de violencia controlada todo el tiempo y jamás tentar suerte en roles que le exigen ser una mujer común, ya que estéticamente no lo es.

Si la trama es estúpida y la performance de Carano es dispar, al menos la chica sabe tirar golpes. Oh, sí, ésta es una mujer que realmente te puede lastimar y que puede pelear de igual a igual con un tipo. Lo que salva a In The Blood de la hoguera son las feroces golpizas que la gladiadora le propina a los maleantes de turno, las cuales son tan impresionantes como en Haywire. Como en una película hardcore, la acción es la causa por la cual uno ve estas cintas, y todo lo demás es relleno… aunque al menos podrían haberse esforzado en hacer algo menos innovador, y mas rutinario y potable.

Es dificil recomendar a In The Blood. Es un filme como para verlo gratis en el cable un sábado a la tarde con lluvia. La historia es absurda y las deficiencias de la película son abundantes, pero al menos las peleas de Gina Carano son tan feroces que resultan sobresalientes. Lástima que en todo el equipo creativo responsable de esto no hubiera ni un solo tipo con dos dedos de frente como para pulir las idioteces del libreto, lo cual desemboca en una desidia que afecta a la calidad final del producto, dejándole poco margen para ser recomendable.