Crítica: Los Jinetes (The Horsemen) (2009)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 2009: Dennis Quaid (Aidan Breslin), Ziyi Zhang (Kristen), Lou Taylor Pucci (Alex Breslin), Clifton Collins Jr. (Stingray), Barry Shabaka Henley (Tuck), Patrick Fugit (Corey), Peter Stormare (David Spitz)

Director: Jonas Åkerlund, Guión: Dave Callaham

Trama: El detective Aidan Breslin debe investigar un caso en donde se han encontrado varios restos dentales de diversas víctimas, pero no sus cuerpos. En el lugar hay cuatro inscripciones que rezan “Ven y mírame”, escritas sobre los cuatro puntos cardinales de la escena del crimen. Al poco tiempo empiezan a aparecer cuerpos de personas torturadas, suspendidas de aparejos con ganchos incrustados en su cuerpo, y con las mismas inscripciones en las locaciones de sus asesinatos. Al empezar a recabar las pruebas forenses, Breslin llega a la conclusión de que se trata de un grupo de asesinos seriales que se inspiran en los cuatro jinetes del apocalipsis bíblico para cometer sus crímenes. Y con dos víctimas halladas, Breslin deberá correr con el tiempo en su contra para evitar otros dos posibles asesinatos.

Los Jinetes (The Horsemen) Los Jinetes es un producto de Platinum Dunes, la compañía de Michael Bay. No prosperó demasiado en su limitado estreno en el circuito de cines norteamericano y rápidamente se fue a video. Uno se pregunta cúal pudo haber sido el objeto de semejante estreno, salvo el de hacer unos dólares explotando al nombre de Dennis Quaid en cartelera – que dicho sea de paso, se está recobrando en su carrera pero dista mucho de ser una estrella clase A -. La razón es que The Horsemen no califica ni ahí para intentar pelear seriamente los primeros puestos de la taquilla estadounidense. Simplemente es un producto mediocre típico de videoclub, que arranca bien, y termina ruedas para arriba. La coherencia no es ni por asomo su punto fuerte.

El comienzo del filme hace presagiar otra historia típica de esos asesinos new age y místicos que se pusieron de moda a partir de Se7en – Pecados Capitales. Homicidas seriales que siguen un patrón religioso o con reminiscencias bíblicas; asesinatos cometidos con el fin de dar una lección moral al resto de los mortales; víctimas aparentemente inconexas. Durante ese primer tercio la cosa va rutinaria pero bien, y en realidad el detective se dedica a juntar los restos y sacar conclusiones. El primer problema serio que tiene el guión es que no sabe muy bien como avanzar con el resto de la historia así que recurre a las revelaciones – léase, asesinos que se entregan para jugar al gato y al ratón con el policía de turno -. Esto no ocurre sólo una vez sino varias veces a lo largo de la película, con lo cual la credibilidad empieza a dar unos patinazos tremendos. En sí, el pobre Dennis Quaid no hace ningún mérito o esfuerzo para acorralar o deducir quienes son los homicidas, ya que van cayendo solitos. Si la primera entrega no resulta sorpresiva – basta ver el casting para elegir a dedo los sospechosos -, la segunda vez que pasa esto ya resulta ser un recurso molesto. Ok, es un personaje nuevo salido de la nada el que se entrega en esa ocasión, pero el espectador empieza a sentirse engañado. Y a medida que se acerca el final, las cosas pierden cada vez el sentido.

(alerta spoilers) Uno podría deducir que el guionista se ha inspirado en el caso de Soon-Yi Previn (la hijastra adoptiva de Woody Allen, que terminó poniéndole las antenas a Mia Farrow y se fugó con el cineasta) para empezar a tejer la trama. La elección del casting de la china Ziyi Zhang responde a eso, aunque suena ridículo poner a una mujer de 30 años en el papel de una adolescente. Si bien Zhang se suele relamer en los papeles de villana, el rol aquí es mucho más deslucido de lo que uno podría esperar. Oh si, el guión tira todos los clichés posibles acerca del homicida inteligente y carismático, pero los diálogos no dejan de ser vulgares y silvestres, con lo cual la puntería no mejora. Y a medida que avanza la historia, el guión tira algunas ideas – de la existencia de una comunidad de adolescentes parricidas, intercomunicada vía un sitio de Internet – que no terminan de cuajar ni tampoco son demasiado exploradas. Vale decir, el libretista Dave Callaham (el mismo de Doom, y que por lo visto no tiene ni idea de cómo escribir un thriller decente) empieza a despachar fruta al por mayor, y a clonar ideas de películas anteriores y mucho mejores que ésta. Siguiendo otra regla no escrita del cine – si todos los sospechosos están muertos o en la cárcel, los culpables restantes figuran dentro del cast superviviente -, uno puede anticipar a millones de kilómetros de distancia quiénes son los cabos sueltos del supuesto enigma. Y cuando vienen las explicaciones finales de turno, ni siquiera tienen mucho sentido. Es tan confuso el clímax que uno no sabe a ciencia cierta cómo quedaron las cosas resueltas. (fin spoilers).

The Horsemen podría haber sido un thriller rutinario y medianamente decente si simplemente se hubiera limitado a copiar los clichés del género. En cambio, empieza a incluir Deus Ex Machina sin demasiado sentido, e incluso la conspiración final carece de coherencia. La buena fotografía, la potable performance de Dennis Quaid y el suspenso del primer tercio no logran compensar el derrumbe de la historia a medida que se acerca el final. No es el peor thriller que uno haya visto, pero tampoco es uno medianamente bueno y mucho menos recomendable.