Crítica: El Hombre de MacKintosh (1973)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

calificación 3/5: buena GB / USA, 1973: Intérpretes: Paul Newman (Rearden), Dominique Sanda (Sra. Smith), James Mason (Sir George Wheeler), Harry Andrews (Mackintosh), Ian Bannen (Slade), Michael Hordern (Brown)

Director: John Huston – Guión: Walter Hill,, basado en la novela The Freedom Trap de Desmond Bagley

Trama: Década del 70. Joseph Rearden es un agente de la inteligencia británica que se encuentra a las órdenes de MacKintosh, un alto oficial del servicio secreto. Como parte de su misión, Rearden se hace detener – declarándose culpable de un cuantioso robo de joyas – para ser enviado a la cárcel. Allí es contactado por una organización clandestina que se dedica a organizar la fuga de los presos a cambio de jugosos pagos. En el operativo de escape Rearden se topa con Slade, un veterano espia sovietico cuya salida ha sido subvencionada por un grupo secreto pro comunista. Y es que, en realidad, la misión de Rearden es descubrir la identidad de los miembros de dicho grupo… los cuales parecen estar al tanto de las actividades del agente secreto, y han comenzado a perseguirle con la intención de hacerle callar de una vez y para siempre.

El Enviado de MacKintoshEl Hombre de MacKintosh (también conocida en estos pagos como El Enviado de MacKintosh) es un producto curioso. Es una típica película inglesa de espionaje – al estilo de las adaptaciones de John LeCarré – pero hecha por yanquis (incluso el mismo Paul Newman produce). Además del protagónico de Newman está Walter Hill (productor / guionista de Alien, director de 48 Horas, Calles de Fuego y una larguísima lista de filmes!) como libretista y John Huston como director. El resto es 100% british,… tanto que resulta imposible distinguir la diferencia entre éste y otros productos tipicamente sajones como La Llamada del Muerto o los filmes de Harry Palmer.

El problema habitual con los filmes ingleses de espionaje (los serios, no 007 y sus imitadores) es que tienen una historia básica sencilla (quizás demasiado) y tienden a camuflarla con rebuscadas vueltas de tuerca – exceso de coincidencias; decisiones incomprensibles que toma el protagonista y que se entienden media hora después; abundancia de Deus Ex Machinas; resoluciones expeditivas e insatisfactorias, etc -. Lo mismo ocurre con El Hombre de MacKintosh; durante algo más de media hora nos resulta indescifrable el accionar de Paul Newman – ¿está para desenmascarar alguna organización que trafica diamantes robados? ¿en realidad busca una excusa válida para entrar a la cárcel? – hasta que por fin descubrimos la verdadera intención del protagonista… la cual está ridículamente traída de los pelos. Newman se come 15 meses de prisión para que, en el día menos pensado, sea contactado por un grupo criminal que organiza fugas carcelarias. Y justito el día que Newman se escapa, lo hace en compañía de un antiguo espía soviético. Oh, Dios, qué poder de previsión que tienen los estrategas de la inteligencia británica…

Mientras que El Hombre de MacKintosh es efectiva en cuanto a climas y suspenso, por otra parte la historia se desmenuza entre los dedos cuando uno empieza a analizarla. Hay muy pocos personajes y, por orden de casting, uno sabe de antemano quién es el traidor. Tampoco quedan muy claras las intenciones del operativo – ¿Newman debía descubrir a los que organizan fugas, o a los que apoyaban al espia soviético? ¿o ambas cosas a la vez? -. Como sea, lo cierto es que el filme es pasable aunque no demasiado excitante: las peleas bordean lo lamentable y hay un par de persecuciones no demasiado memorables (en una de ellas una descuidada camioneta rural le gana a un Mercedes Benz último modelo… algo así como si un Rastrojero Diesel le ganara a un BMW!!). Hasta el climax se ve bastante chato y deslucido.

Nadie dice que El Hombre de MacKintosh sea mala – incluso tiene un par de secuencias bastante adultas para la época en que fuera filmada -, pero tampoco es brillante ni excitante. Está ok como para pasar el rato. Dejando de lado la solvencia de nombres habituales del cine inglés – como Harry Andrews y James Mason -, resulta raro ver a Paul Newman como agente inglés. Pero la que desentona feo es Dominique Sanda, que tiene la misma expresividad de un zombie. Al parecer esta chica se murió y nadie se tomó la molestia de avisarle.

3 CONNERYS: Una trama demasiado traida de los pelos, que intenta disfrazarse de rebuscada como para camuflar sus falencias y no lo logra. John Huston hace su mejor imitación del cine inglés de espías, y casi lo logra… lástima que la historia no termina de resultar convincente.