Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco
USA, 1992: Jeff Fahey (Jobe Smith), Pierce Brosnan (Dr Lawrence Angelo), Mark Bringleson (Sebastian Timms), Jenny Wright (Marnie Burke), Jeremy Slate (padre McKeen)
Director: Brett Leonard, Guión: Brett Leonard & Gimel Everett, basados en el cuento homónimo de Stephen King
Trama: El Dr. Angelo se encuentra experimentando con drogas y realidad virtual, como medio para extender las capacidades de la mente. Pero sus pruebas con chimpancés no han alcanzado el grado de avance requerido – específicamente, su aplicación para usos militares -, y Angelo es despachado a su casa. Un día, observando al muchacho que corta su césped – un joven retardado de nombre Jobe -, decide utilizarlo como conejillo de indias para avanzar con su proyecto. Jobe experimenta un desarrollo intelectual más allá de lo esperado, con el coeficiente de un genio y con capacidades telepáticas. El problema es que Jobe se ha salido de control, y empieza a experimentar por su cuenta. Y Angelo deberá detenerlo antes que se transforme en un ser todopoderoso, capaz de arrasar al mundo.
El Hombre del Jardín toma prestado el título de un cuento de Stephen King, que poco o nada tiene que ver – el relato trataba sobre una cortadora de cesped que había cobrado vida -. Lo que hace el director y guionista Brett Leonard es disparar su propia historia de científicos locos y creaciones fuera de control. El resultado no es tan pulido como debiera, pero contiene algunos puntos interesantes.
Ciertamente la Realidad Virtual había hecho su aparición en El Hombre Ilustrado (1968), donde los chicos del futuro tenían una sala similar al Holodeck de Viaje a las Estrellas: La Próxima Generación. Aquí la diferencia es que se trata de un mundo 3D generado por computadoras y obviamente artificial, en donde los humanos encarnan a alter egos virtuales y se sumergen en sicodélicas dimensiones cibernéticas. El mérito de El Hombre del Jardín es haber puesto de moda la Realidad Virtual, tras lo cual surgirían series como VR5, aparecerían salas de videogames con instalaciones preparadas para ello, e incluso Leonard se transformaría en un especialista del subgénero con títulos como Virtuosity (1995).
La visión del posible uso de la Realidad Virtual es ciertamente prepotente. Las correcciones que Pierce Brosnan hace sobre los procesos eléctricos del cerebro de Jeff Fahey bien podrían haberse realizado con un individuo conectado a una simple computadora. En todo caso la VR es la excusa para que el filme despliegue una parafernalia de CGI que hoy se ven anticuados, pero en su momento eran lo top en FX.
Hay algunos puntos realmente buenos en el filme, que vislumbran lo que podría haber sido si hubiese contado con un guión decente. En definitiva, lo que hace la película es tomar el argumento del chico idiota transformado artificialmente en genio – tal como Charly (1968) – y mezclarlo con toda la onda represiva de Carrie (1976) – otro libro de Stephen King -. El problema pasa por esto último, que está implementado de modo terrible. Uno puede anticipar toda la catarata de clichés que se vienen desde el momento que Fahey es abusado por el cura que le da hospedaje, ve al padre golpeador del niño que es su amigo, se topa con la Milf a la que le interesan sólo sus músculos, se pelea con el matón despachante de combustible, etc, etc. Dramáticamente está mal encuadrado por donde se lo mire, y es una sucesión de abusos constantes. No sólo del personaje de Fahey, sino de los vecinos, el doctor Angelo, etc; el científico egoísta abandonado por su mujer egoísta; el doctor abusivo explotando la inocencia del retardado, los hombres del gobierno exigiendo pruebas irracionales basadas en una furia descontrolada, etc. A esto se suma los ataques del Jobe transformado en el mundo real, que se ven mayormente estúpidos como es transformar a la gente en pixels (WTF?!). Simplemente el libreto no tiene la más mínima idea de ciencias, y sólo opta por tirar FX espectaculares a la pantalla aunque ridículos en su credibilidad.
Pero en el fondo, El Hombre del Jardin pudo haber sido un relato fascinante. Es el nacimiento de un Dios, y algunos parlamentos dan fe de ello, pero lamentablemente son muy pocos. En un momento Pierce Brosnan declara que se encuentra fascinado con la Realidad Virtual, como si se estuviera asomando a un mundo nuevo – habiendo alcanzado solo la punta de un continente -, con la particularidad de que es todo un universo que él mismo ha creado. Si el relato hubiera podado toda la trama estilo Carrie – joven reprimido descubre superpoderes y se dispara en un sendero de venganza contra sus abusadores – y se hubiera centrado en los fascinantes detalles del proceso de construcción de un superhumano, podría haber resultado en un clásico. Pero Leonard se tira a lo obvio para generar drama, y en el proceso todos los personajes resultan antipáticos con la excepción del pobre Jobe. En todo caso, el final – con el nacimiento del ciberdios, CyberJobe – es natural y aplaudible pero carece de fuerza debido a la artificialidad de las vueltas que el guión que había generado hasta ese momento.
El Hombre del Jardín vale la pena por los FX, la performance de Jeff Fahey – que pasa de criatura patética a una formidable amenaza – y por algunas ideas del libreto. Pero la gran mayoría es rutina desgastada y personajes mal escritos. Es, simplemente, una oportunidad desperdiciada de haber hecho algo fascinante.