Crítica: La Mansión Encantada (The Haunting) (1963)

Volver al índice de críticas por año / una crítica del film, por Alejandro Franco

USA, 1963: Julie Harris (Eleanor Lance), Claire Bloom (Theodora), Richard Johnson (Dr John Markway), Russ Tamblyn (Luke Sanderson), Lois Maxwell (Grace Markway), Rosalie Crutchley (Sra Dudley)

Director: Robert Wise, Guión: Nelson Gidding, basado en la novela The Haunting of Hill House de Shirley Jackson

Recomendación del Editor

Trama: La mansión Hill – que perteneciera a la familia Crain – ha permanecido cerrada durante años. Debido a su trágico historial de desgracias, la mansión ha ganado la fama de estar embrujada. El investigador paranormal John Markway decide realizar una pesquisa acerca de la veracidad de los rumores, contando con la ayuda de dos mujeres con experiencias paranormales, las que le pueden asistir a develar los misterios de la misma. Pero Eleanor Lance, quien se encuentra visiblemente perturbada al momento de llegar a la mansión, comienza a percibir una presencia indeseable y fantasmal que la desea a ella. Y ahora, poco a poco, Eleanor está cayendo bajo las garras del espíritu que posee la mansión Hill.

The Haunting (1963) La Mansión Encantada (The Haunting) es uno de los tantos clásicos que Robert Wise – La Novicia Rebelde, Amor Sin Barreras, Viaje a las Estrellas: La Película … y la lista sigue – dirigió en su brillante carrera. Y sin dudas es un ejemplo perfecto de cómo se puede hacer cine de terror de gran calidad sin sangre ni tripas.

Aqui Wise aplica recetas e influencias de su mentor, Val Lewton, pero con un grado aún mayor de maestría. Es un film que no ha perdido nada de impacto a pesar de sus más de 40 años de antigüedad, fundamentalmente porque explota los temores inconscientes que nos afectan a todos – las casas vacías, la oscuridad, los ruidos en las tinieblas -.

A decir verdad, The Haunting es un relato standard de fantasmas que utiliza un enfoque realmente extraño. Mientras que lo usual es investigar los orígenes de los habitantes previos de la mansión hasta develar una verdad oculta (como Legend of Hell House), aquí se centra en el proceso de desmoronamiento de la protagonista bajo las garras de las presencias sobrenaturales. Vale decir, no hay héroes en esta historia sino que, por el contrario, termina todo mal (como suelen hacerlo los filmes memorables). Lo particular es que la protagonista es una persona realmente enajenada, la cual no despierta ningún tipo de simpatía con el público – en realidad lo que termina por fascinar es todo el proceso de deterioro que sufre Eleanor durante su estadía -.

Pero a decir verdad, The Haunting termina por camuflar – bajo su historia de fantasmas – toda una alegoría sexual y de decadencia sicológica de la protagonista. Si uno se atiene a la linealidad del relato verá que hay cosas que no tienen sentido – Eleanor es una persona notablemente perturbada desde el vamos, y es imposible catalogarla como una especialista en el tema; la función de Theo y Eleanor nunca está del todo esclarecida, y en realidad la troupe que se queda en la mansión Hill está compuesta de caracteres bizarros -. Una interpretación válida es que lo que la audiencia termina por asistir es al tratamiento sicológico de Eleanor en su estadíos extremos y finales: Markway sería el sicólogo, y el resto vendrían a ser asistentes o pacientes. Uno puede percibir que hay algo que la trama está camuflando, desde el momento en que cada acontencimiento sobrenatural tiene por protagonista o está relacionado con Eleanor y con algún momento de tensión emocional o sexual: los roces con la lesbiana Theo, el enamoramiento con Markham (notable en la escena en que el arpa suena sola, o en la secuencia de la escalera en espiral), etc. Desde que todo resulta ser alucinaciones de Eleanor, o de que Eleanor es una paranoica esquizofrénica con poderes – que su inconsciente provoca los sucesos; sino, ¿cómo explicar el ataque de los fantasmas la misma noche que la mujer de Markham llega a la mansión? -, uno puede leer el libreto de distintas formas. En ese sentido, The Haunting tendría más que ver con Psicosis o directamente con Repulsión de Polanski, en donde la protagonista también veía el mundo distorsionado de manera infernal en su propio departamento como fruto de una tensión sexual reprimida.

Más allá de los subtextos, como film de terror es notable. Wise sólo precisa la fotografía blanco y negro, y algunos efectos en la banda de sonido para crear secuencias espeluznantes. La mayoría de tomas son bizarras, inclinadas o desde el piso, y crean una sensación claustrofóbica. Y algunas escenas son realmente memorables, como el fabuloso ataque de las presencias al grupo mientras se encuentra en la biblioteca, la secuencia en la escalera de caracol, o la noche en vela que pasan Eleanor y Theo mientras sienten gemidos tras las paredes.

La sutileza de Robert Wise es magistral. Es un filme inteligente y sólido, y vale la pena compararlo con la execrable remake de Jan de Bont de 1999, que castra cualquier tipo de explicación alternativa, convirtiéndola en un festival de CGI cuando lo que la historia precisaba era sutileza. La mansión inglesa que alquiló Wise es millones de veces más siniestra y asfixiante que los colorinches corredores palaciegos que exponía De Bont, amén de que el holandés no tiene ni la milésima parte del talento de Wise, y desde el vamos ni entendía de lo que realmente trataba el relato.